Ampliando rezagos

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Es cierto que hemos tenido que recurrir a las TIC’s para reinventar nuestra actividad laboral; también lo es que, como nunca antes, personas e instituciones han tenido que adaptarse a la nueva conformación del mundo, sin embargo, estas medidas, positivas en muchos aspectos, también han hecho más evidente la brecha social que existe en nuestro México de contrastes.

 

Nadie puede negar la gran ventaja de la interacción a través de las distintas plataformas para videoconferencia, cualquiera que ésta sea; el asunto es que muchas personas en nuestro país no tienen la infraestructura mínima necesaria para poder realizar actividades online, porque su prioridad es, antes que todo, sobrevivir.

 

En el ámbito educativo, las instituciones particulares han sido (por selección natural) mucho más reactivas que las públicas; el perfil de la gran mayoría de alumnos, padres y profesores les permiten, quizás con algunos esfuerzos contender con las exigencias de esta forzada modernidad. (Siempre he pensado que el padre que inscribe a sus hijos en un esquema de paga, debe asumir que no solo es el pago de la colegiatura, sino de todos los aderezos que eso conlleva: materiales, insumos, libros, tecnología).

 

En la educación pública (la inmensa mayoría de nuestro país), no todos cuentan con una computadora y, mucho menos, conexión de internet, a veces, ni siquiera es que no quieran hacerlo, es la situación de los espacios de vida, olvidados por el progreso ofrecido por decenas de gobernantes.  En espacios sin un piso firme es imposible pensar en conexión por datos.

 

Aquí un primer contrasentido, ¿no se supone que todos tienen derecho a la educación?, en estas condiciones, ¿cómo le hacemos?

 

Lo que está sucediendo es que las diferencias en la formación de las generaciones del futuro serán mucho más grandes en el corto plazo; la pandemia ha evidenciado al sistema educativo en toda su dimensión y no hay una respuesta contundente por parte del Estado para garantizar los aprendizajes de alguna manera.

 

En este tenor, debe haber mucha conciencia por parte de las autoridades educativas; ciertamente en educación básica se puede hacer muy poco, pero en la media superior y superior hay algunos dejos de esperanza.

 

Sin embargo, espanta la poca sensibilidad de algunas instituciones (que tienen un responsable, por supuesto) que en aras de la modernidad tomas decisiones extremadamente taquilleras, pero poco democráticas de facto.

 

Por ejemplo, dos de las tres casas de estudios federales más importantes: UNAM e IPN, han decidido realizar sus exámenes de admisión de manera presencial.  El argumento es válido, no depender de la tecnología (y el acceso a ella) para limitar la aspiración de jóvenes con ideales universitarios.  Esto es un tema de accesibilidad y sensatez.

 

En contraparte, la UAM casa abierta al tiempo, ha optado por un examen en línea que, no solo discrimina a quienes no tienen la opción de una conexión a la red, sino que llega al extremo de solicitar equipos de cómputo con características específicas y la instalación de dos programas. ¿Y los que no tienen un equipo con esas características?, ¿En dónde quedó la igualdad de oportunidades?

 

En fin, evidencia de los contrastes de clase y de la necesidad de ser diferentes sin un análisis integral de las situaciones, seguimos ampliando los rezagos.

 

¡Viva México!

 

 

horroreseducativos@hotmail.com