Espiritual…. silencio

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Lo único necesario para buscar a Dios, es ponerse en soledad

 y mirarlo dentro de nosotros mismos.

Santa Teresa de Ávila

 

 

Amanezco en la confianza del hogar y agradezco a la vida estos soplos de sobria paz. En esta atmósfera de silencio: me escribo y me detallo. Rasgo la existencia, garabateando preguntas al pensamiento. Cuestionamientos viejos que nacen con la conciencia de ser humano: ¿Por qué y hacia dónde?

En esta mañana de luz por la ventana, el sol toca el alma acompasada de interna afonía; una humilde voz le habla al atormentado espíritu de escribana que me habita.

Los rayos del sol apaciguan el interior de una noche de duelo ante el vacío, la ausencia física de quienes me acompañaron por años en los espacios de esta casa que ahora, se ha convertido en el eco de mi propia voz interior y de los pasos que la recorren sabiéndome guardada por la seguridad que me prodiga.

El porqué y para qué de las cosas no lo pienso resolver: aprendo a convivir conmigo.  Las respuestas han llegado lentas y oportunas: saber leerlas no ha sido fácil. En medio de ellas hubo vicisitudes que dolieron, el paciente e implacable tiempo me lleva de la mano para calmar las dolencias del espíritu que, poco a poco, se convierten en luciérnagos recuerdos.

He tenido que desistir a los apegos que entrecortan la respiración existencial, a esos que devoran el corazón y que enturbian el ánimo. Estar conmigo me ha heredado este domingo por la mañana, el amor primero y la luminosidad de la savia subsistencia, también me obsequia el resuello de una esencia tranquila, el de la mente acompasada de Dios.

He expulsado algunos de los demonios desatados por el sufrimiento, poco a poco balbuceo con el buen Señor que da vida, agradeciendo infinitamente esta divina oración llamada: escritura.