IMPULSO

Views: 1854

La proclividad del impulso es el tiempo

Pascal Quignard.

 

El tiempo, ese que en estos días de cuarentena y encierro sentimos que se nos va, ese que también parece volverse una eternidad, ese que se pierde en las fechas y horas de cada día, ese que hoy se mide por un semáforo, ese que parece amenazado por una enfermedad.

El tiempo, la brevedad de este o su idea de eterno, toda la vida nos ha condicionado para ir y venir, para hacer o no hacer, para crecer, envejecer, morir. Siempre tuvimos que esperar para poder vivir ciertas etapas de la vida porque dependían del paso del tiempo y de sus efectos en nosotros, en nuestro cuerpo. El tiempo nos determina dónde debemos estar a cada hora o cada cierto periodo.

Hoy esa idea se ha visto afectada y como dice el epígrafe  del escritor francés Pascal Quignard; ahora esta nueva consciencia del tiempo nos lleva al impulso, como consecuencia de la sensación de cúmulo o ausencia de tiempo que nos lleva a hacer algo de manera súbita y muchas veces sin reflexionar; no siempre, ciertamente, pero la mayoría de las veces es así, sin pensar.

Ahora en que el tiempo se ha visto tocado por la incertidumbre y el miedo, ha venido a tocar la percepción de lo que han llamado nueva normalidad y ciertamente es una nueva forma de enfrentarnos al tiempo, de vivir los días que nos queden por delante. En esta nueva idea la vida nos ha tomado por sorpresa, nos ha llenado de esas sensaciones de pérdida de lo que teníamos o de lo que pudimos tener y caer en la desesperación.

Hemos olvidado que el tiempo es relativo, largo o corto, dependiendo de cómo lo utilicemos o en la forma en que lo estemos viviendo, pero nosotros somos los que le damos esa brevedad o eternidad, sí, nosotros, no el tiempo por sí mismo.

Hay mucha gente que vive de sus impulsos y hasta les ha ido bien, pero hay otros que  han intentado esta nueva forma de vida y no lo han logrado, muchos que como decía en ese querer no perder, terminaron perdiéndolo todo, pues es muy fácil y romántico añorar lo que teníamos e ignorar los riesgos de esta nueva realidad que mucha gente se ha contagiado de la enfermedad que nos ha metido en esta nueva forma de vida e incluso ha muerto por resistirse a este cambio, por creer que se nos va o se nos acaba el tiempo.

No es más valiente y más persona el que se arriesga por la vida sin cubrebocas a aquel que lo utiliza para protegerse y proteger a otros, no es más humano el que sale a pasear y visitar lugares llenos de gente que aquel que respeta la sana distancia y cuida de sí mismo. No es más ciudadano aquel que puede llegar y abrazar a su familia que el que debe ir a dormir a un hotel para protegerlos de un contagio.

Ya decía el filósofo francés Franҫois de la Rochefoucauld, pocas cosas son necesarias para hacer feliz al hombre sabio, pero nada satisface al tonto; está es la razón de que gran parte de la humanidad sea miserable. ¿Es necesaria tanta proclividad al impulso, es real ese impulso provocado por el tiempo?

Recordemos que si bien nuestras acciones nos hacer ser, también lo que dejamos de hacer nos dan la oportunidad de ser otras y hasta mejores personas, si uno quiere, pues lo importante es cómo y en qué aprovechemos el tiempo, cómo lo resignifiquemos y dignifiquemos.

 

¡Buena suerte, querido y aguzado lector!