Inagotable escritorio
Inagotable
oficio de escribir
ganas de escribir
sensación
de repeler fantasmas
previa
caza.
Caza mayor
de estos intrusos que nos remueven
insensibles
y que nos toman
haciendo del sufrimiento
temporadas
de, café diario
saludos diarios
sueños diarios
y aparece por ahí raudo como un ratón hambriento
el deseo de ya no escribir,
de dictar quizá
de grabar quizá,
porque
a quién le importa
lo que a uno le pase
y uno empieza a juntar lagunas
mentales
dolores físicos
y memorias
en marea alta
que nos ahogan y queremos huir
hacia algún puerto
que no encontramos
porque parece que esta vez
ya no se caerá parado,…
Algún día se acabará la suerte
y la ignominia como juguete inofensivo
crecerá y ya presente nos llevará si es que
antes
no nos hemos aniquilado
por honor por orgullo
para que la humillación no se mofe
como teatrín infantil,
mientras tanto los que no perdonan
y sin memoria
han de estar felices,
a la espera que uno no se levante nunca
pero ahí vamos remando
como si tuviéramos hélices en los brazos
con la sonrisa mecánica
como rictus nervioso
fuera de si
lleno de comisuras como máscaras postizas,
que se ponen según la ocasión,
y yo aquí,
al fin sin esperar,
sin añorar,
sin provocar,
para que de una vez por todas
como una catarata inverosímil
ocurra todo
lo ya ocurrido más lo nuevo,
y pase efectivamente
después de tanta espera sin fin y con toda la ansiedad,
para que
para que
para que,
en un segundo,
ocurra de todo.