Los personajes en torno a El vendedor de silencio, que nos recuerda a Denegri

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Segunda y última parte

*Dos horas y cuatro jaiboles después.

-Te digo que don Rodrigo era un renombrado cabrón, también cobró moche a mis espaldas cuando publiqué un reportaje sobre Ferrocarriles Nacionales en el que acusé al director de la empresa de tener las vías y los trenes en pésimo estado por robarse la partida de mantenimiento.

Sacó un dineral por no publicarlo, pero yo sí lo mandé al carajo, no me quedé callado como tú.

-De qué te sirvió pasaste de Guatemala, a guatepeor y en el Novedades te pusieron otra mordaza.

También de ahí me largué y a mucha honra.

-Los encontronazos con la cesura me dieron ánimos para sacar mi revista.

-Yo aprendí en cabeza ajena y fue que me convenció de seguir aguantando vara en el Excélsior, aunque a veces me haya perjudicado a la lealtad al director del periódico, por su culpa me eche de enemigo a Salvador Novo.

-Yo pensé que ustedes se traían un pique desde antes.

-No, me llevaba bien con Novo, pero nuestra amistad se enfrío cuando se peleó a muerte con don Rodrigo, había escrito un artículo lleno de alabanzas al secretario de Salubridad, y De Llano lo acusó de haber cobrado un embute a espaldas suyas.

-Típico de esa rata. A todos nos quería cobra derecho de piso, no podía concebir que alguien publicara un elogio desinteresado.

-Pero ahí no paró la cosa, luego se cobró la ofensa con un epigrama anónimo que circuló por las redacciones de todos los diarios, donde lo tachaba de maricón, ¿lo leíste?

-Tal vez, pero no me acuerdo.

-Decía más o menos así, aunque Rodrigo de Llano tenga muy larga la mano y haga negocios oscuros en invierno o en verano, ningún embute le basta para ganar sin apuros las fortunas que se gasta en los antojos del ano.

-Ah caray. Y deveras el eskiper cojeaba de ese pie.

-Nunca lo supe a ciencia cierta, jamás hablaba de sus intimidades, aunque se cayera de borracho, así como tú.

Tome en cuenta que venía de una familia mocha y en Jalisco tenía dos hermanas monjas, oficialmente era un solterón empedernido, pero supongo que Novo le sabía algo, los maricones se reconocen por el olfato.

-Su secre a la que me anduve cogiendo una temporada, me contó que le pasaba una mensualidad a varios sobrinos jóvenes.

Quizá era cierto que sus antojos sexuales le salían algo caros.

-Si era tan clóset, ese anónimo debió haberlo puesto furioso.

-Hasta úlcera le dio, tuvieron que operarlo en una clínica de Rochester.

Desde entones vetó a Novo en el periódico, nadie lo podía mencionar, los estrenos de sus piezas teatrales no se reseñaban y si quería anunciarlas en nuestra cartelera le daban los peores espacios.

Cuando lo nombraban jefe del departamento del Teatro de Bellas Artes, ni siquiera dimos la noticia.

-¿Tú por qué te compraste la bronca?

-Traté de mantenerme neutral, en los cocteles seguía saludando a Novo como si nada, pero De Llano llevaba años esperando la oportunidad de chingarlo y Novo se la sirvió en bandeja cuando le propuso matrimonio a Beatriz Aguirre, una joven actriz de su compañía teatral.

-Recuerdo haber leído un artículo suyo en el que hablaba de ese enamoramiento, a la vejez, viruela pensé. Ahora resulta que le gustan las viejas.

-Nunca le gustaron, quería una fachada respetable para entrar al juego de la alta política, pero Beatriz Aguirre no tenía un pelo de tonta, se dio cuenta de que la quería utilizar y lo mandó al carajo.

-Hablaste con ella.

-No, pero una confidente suya se lo contó a don Rodrigo y él me encargó que ridiculizara a Novo. En la Miscelánea dominical saqué una nota a Novo en tono de chunga, donde anunciaba su boda con Beatriz.

La gente no podía creer que el joto más descarado de México se fuera a casar,  además por la iglesia.

Llovieron cartas a la redacción acusándolo de hipócrita y cínico, Novo lo desmintió de inmediato en la revista, pero el daño ya estaba hecho.

-Ahora entiendo por qué les pegó tan duro en su obra de teatro.

-Yo nunca me puse el saco.

-No te lo pusiste, pero te quedaba, cuando vi la obra, identifiqué de inmediato a todos los personajes empezando por ti, ese negociante del periodismo que proyecta venderle publicidad encubierta a los políticos y a todos los buscadores de notoriedad es idéntico a ti de joven.

Quería ser el Walter Winchell de México, tener una red de informantes para enterarte de todos los secretos vergonzosos y utilizar ese poder para cobrar tus menciones y tus silencios a precio de oro.

Lo conseguiste por supuesto, pero hablando a lo macho, ¿nunca has sentido que malograste tu vocación?

-Jamás me ha pasado por la cabeza, sólo me acomodé a las condiciones del medio en que trabajaba.

-Eso ni quien lo dude, te acomodaste mejor que nadie, me di cuenta de tu escala de valores cuando denunciamos casi al mismo tiempo la carestía en Acapulco, que iba en camino de volverse un centro turístico para millonarios por la escalada de los precios en hoteles y restaurantes ¿recuerdas?

Las autoridades del puerto publicaron un desplegado negando la supuesta escalada, yo los contraataqué con datos duros, pero tú aceptaste una invitación al Hotel Papagayo donde te dieron trato de sultán a cargo del ayuntamiento por supuesto.

Nunca más volviste a gritar la carestía en Acapulco.

-Claro que no, hubiera sido un malagradecido. Trato bien a la gente que tiene gentilezas conmigo, la amistad por encima de todo.

-Pero un periodista sin credibilidad no vale nada.

-En Estados Unidos quizás, aquí el gobierno es el principal cliente de los diarios, no los lectores, todos trabajamos para el mismo patrón y nadie puede darse baños de pureza, por eso la hombrita de Novo le hizo lo que el viento a Juárez.

También él se acomodó a las circunstancias y aceptó las reglas del juego, sus alegatos moralistas, sonaban bastante huecos, porque los dos fichábamos en el mismo burdel.

*Denegri alzó la mano y pidió al mesero igual para los dos, no le gustaba el rumbo que iba tomando la charla, pero menos aún le gustó que Piñó se levantara de la mesa y lo dejara bebiendo solo. Odiaba ensimismarse cuando el espíritu le pedía una catarsis.

Sin un interlocutor los tragos le sabían a derrota, ni un bebé abandonado a la intemperie sufría tanto como él en esos trances amargos, pero al parecer Piño no tenía intenciones de irse y encendió un cigarro.

-¿Nunca te ha perjudicado tu leyenda negra?

-Es tan falta como tu leyenda aurea. Te lo digo porque algunos políticos importantes hablan muy mal de ti, dicen que un tipo con una vida tan escandalosa no puede ser vocero del régimen.

-Dirán misa pero les hago falta y mi lealtad al régimen está probada, algo que tú no puedes presumir.

-Por lo menos duermo tranquilo y no necesito guaruras, con todos los enemigos que tienes, incluyendo a tus ex mujeres me asombra que hayas llegado vivo a tu edad.

Tengo la bendición de Los Pinos, quien se meta conmigo, se mete con el presidente, por eso nadie me toca.

-Ah no, andan diciendo por ahí que el arquitecto Jáuregui te dio una madriza en tu propia casa, ya ni la chingas Carlos, cómo se te ocurre prenderle fuego a un rollo de papel periódico y ponérselo en los calzones a una mulata.

*Denegri se sintió exhibido en cueros. De modo que Jáuregui andaba por allí ufanándose del puñetazo. Tuvo un conato de incendio en el esófago, sintió que le faltaba el aire, como si el efecto multiplicador de la humillación divulgada de boca en boca, lo envolviera en una nube fétida y negra.

-Esos infundios lo propalan mis enemigos para echarme lodo.

-Yo no manejo información de segunda mano, un invitado a la fiesta me contó tu puntada.

-¿A dónde vas con todo esto?

-A demostrar que eres vulnerable e imprescindible como todos los periodistas, cuando dejes de servirle a los de arriba, te van a dar una patada en el culo, ya no te protegen tanto como antes o de lo contrario habrían encerrado a la cárcel a tu golpeador.

-No quise presentar cargos en su contra, pero le va a costar caro andarme denigrando. Un telefonazo del procurador y mañana lo llevan a los separos.

-Por Dios Carlos, quítate ya el disfraz de fanfarrón, nos conocemos desde chavos y entre nosotros salen sobrando los fingimientos.

Quién sabe si después de esta noche quieras volver a volverme, pero ya que estamos aquí, vamos a hablarnos al chile, te parece.

-Está bien, hablemos al chile, no es la primera vez que un periodista fracasado me vomita sus rencores, pero explícame una cosa Jorgito, qué culpa tuve yo de ser más inteligente que tú.

Te cedí el papel de héroe durante 15 minutos y me quedé con el de triunfador, que me ha durado 30 años.

-El otro día hablé con una vieja novia tuya que me contó cómo empezaste a triunfar, se llama Rosalía Corcuera, ¿la recuerdas?

*Denegri miró a Piñó con una mezcla de asombro y de rencor, ya estaba pasándose de la raya con esa parodia de juicio final.

Tenía un talento especial para golpearlo en las partes blandas con una precisión quirúrgica.

-¿Te has dedicado a investigar mi vida?

-No, pero andas en boca de todo el mundo, sigo siendo reportero aunque ya no ejerza y cuando alguien revela secretos de un conocido, siempre paró la oreja.

 *Denegri clavó la mirada en el fondo de su vaso jaibolero indeciso entre aguantar el vendaval o levantarse de la mesa.

-¿Qué te contó esa cabrona?

*Y si quieren saber qué le contó esa cabrona, lean El vendedor del silencio.

La entrevista a Enrique de la Serna:

Cuando indagaste sobre la vida de Denegri, ¿qué fue lo que más te asombró sobre él?

Me asombró que fuera un personaje tan soberbio y al mismo tiempo tan vulnerable.

Denegri, era un hombre intoxicado de poder tanto en el ejercicio de su profesión como en su trato con las mujeres, a las que humillaba terriblemente en público cuando estaba borracho.

Pero al mismo tiempo era un hombre con un talón de Aquiles, una debilidad de carácter que lo arrastraba al despeñadero, con más fuerza incluso que la ambición.

Eso fue lo que más me atrajo de este personaje, porque creo que tienen clarooscuros, fisuras en el alma, son los que pueden darle más tela a un novelista.

Pensé que era interesante narrar una novela desde la conciencia de este personaje, que es una conciencia en desintegración, sobre todo en los dos últimos años de su vida, que son el tiempo presente de mi novela.

En ese momento coincide su derrumbe profesional con su derrumbe íntimo.

Era un desafío interesante y eso fue lo que me atrajo.

Para narrar eso tenía que hacer al mismo tiempo una reconstrucción de época, lo más minucioso y profundo posible, porque éste, es un personaje que sólo pudo haber existido en esos años y tuve que narrar si el proceso degenerativo de un régimen político que llegó al poder a balazos y que creó una aplanadora invencible.

Salvo un paréntesis de liderazgo ético que hubo en el sexenio de Lázaro Cárdenas, nunca pudo renunciar a su ADN autoritario y que necesitaba una prensa aduladora y servil que le rindiera vasallaje al presidente en turno.

Porque todas las dictaduras necesitan dar una impresión de unanimidad y de imponer una mentira que queda impune y ahí es como un personaje como Denegri encajó a la perfección.

Lo que más me atrae es que hay una perfecta correspondencia entre su vida pública y su vida privada, es consecuencia de la otra hasta cierto punto.

Su misoginia patológica tiene mucho que ve con el carácter autoritario del régimen para  el que él trabajó.

Y además la potenciaba esa misoginia, porque un tipo que puede hacerle lo que quiera a una mujer, nunca lo va a denunciar, si va a una delegación va a salir en cinco minutos y lo van a escoltar de regreso a su casa una patrulla, porque era un influyentazo.

Decía de él Carlos Monsivás que era una celebridad con fuero. Entonces un hombre así llega a sentir que puede hacerlo todo y se convierte en un personaje tan prepotente.

Los genios del mal no nacen, no hay genios en estado puro, son la consecuencia de una serie de circunstancias históricas y sociales que son los que permiten que se desarrolle una personalidad como ésta.

¿Realmente consideras que Zabludovsky fue el cachorro o sucesor de Denegri?

Completamente, además Zabludosvsky se consideraba discípulo de Carlos Denegri y a mí me contó que él había pasado la estafeta al regalarle una máquina Olivetti durante una visita de estado de López Mateos a John F. Kennedy en Washington.

En la cual Denegri alquilaba un piso entero de un hotel para tener orgias con las mejores prostitutas de Washington y todo corría por su cuenta porque tenía dinero a raudales para invitar a todos sus amigos a esas pachangas.

Entonces claro, él sintió que empezaba a ser opacado por la fama televisiva de Zabludovsky, a pesar de que Denegri tuvo durante mucho tiempo, un programa de televisión en ese medio nunca logró ser tan importante y tan célebre como Zabludovsky.

Lo presentó justo en ese momento cuando su estrella va declinando, que siente que ya no es vocero extraoficial de la presidencia como sí lo fue en otro tiempo, porque hay otros que están desempeñando esa labor.

Además lo que pasaba es que Zabludovsky era un personaje con una vida más respetable, no provocaba escándalo, un hombre discreto, decoros, etcétera.

Mientras que Denegri sí le creaba una mala imagen al régimen que lo sostenía y lo sacaba de la cárcel a cada rato.

¿Cómo puede hacer llegar que la mujer, ahora es otra en todos los sentidos, y que sea constructiva la forma de expresarse de ella?

Comprendo su inquietud, mi novela lo que trata es de demostrar cómo fueron las cosas en determinada época en la vida de este hombre a partir de las huellas que él dejó de su paso por el mundo.

Por supuesto que es importante que la mujer ahora sea menos dócil y se defienda mejor ante energúmenos de este calibre, es muy necesario, pero eso ya rebasa los límites de mi novela.