En busca de las tradiciones
Silverio Iturbe García
Fue una conquista militar y espiritual la que se llevó a cabo aquí; ya que los evangelizadores se encargaron de convertir al cristianismo a los indígenas y antes, los habían sometidos a los aztecas con la ayuda de los tlaxcaltecas.
Para los españoles la virgen de su devoción fue Nuestra Señora de los Remedios que tiene su santuario en Naucalpan, Estado de México.
Era su patrona, mientras los indígenas no contaban con alguna imagen a la cual acogerse.
Entonces “apareció” la virgen de Guadalupe y fue la Morenita del Tepeyac con quien de inmediato se identificaron los indígenas, en la actualidad es la Madre de todos los mexicanos.
Es la Emperatriz de América. Un sacerdote, en una homilía en La Villa, un 12 de diciembre la describió de esta manera:
“Los aztecas veneraban a sus principales dioses, que eran: el Sol y la Luna, la virgen de Guadalupe opaca al Sol y está sobre la Luna.
Los aztecas alimentaban a sus dioses con el corazón de los sacrificados; la virgen de Guadalupe tiene sus manos en posición de tener entre ellas un corazón, y es el corazón de todos sus hijos que está recibiendo.
La virgen de Guadalupe además se cubre con un manto lleno de estrellas y viste una túnica que representa la Tierra; además allí hay un trébol que para los aztecas era de buena suerte, y es su hijo que lleva en su vientre.
Los aztecas cuando tenían una ceremonia o fiesta bailaban y danzaban; la virgen tiene un pie flexionado que indica que va a iniciar una danza, porque está llena de gusto, llena de gozo; el angelito que está a sus pies representa a un danzante; es un volador de Papantla que viene descendiendo y toca con una mano el manto y con la otra la túnica, hay unas flores muy raras que solo se dan en lugares muy altos como volcanes y grandes cerros que representan el entorno.” Bueno, esta es la versión de ese sacerdote que algún 12 de diciembre escuché en la Basílica.
Cada año el día 12 de Diciembre que es su día, acuden al Tepeyac millones de peregrinos que vienen de todas partes de la República Mexicana a venerar a Nuestra Madrecita Tonantzin; en el atrio del recinto se concentran todos los danzantes que son muchos; se pasan bailando en la víspera del día 12 y todo el día siguiente en honor a la Morenita del Tepeyac.
Y esa fe es la que mueve a todos los mexicanos que vienen a agradecerle o solicitarle algún milagro a la Villita, como cariñosamente le llaman a su casa.
No cabe duda que la fe mueve montañas.