Y a los susurros caigo rendida…

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Ya viene el tiempo de verano, el tiempo de las cosquillas, de tomar en el sol, de ponernos los lentes y sentirnos los reyes de la cuadra, ya les había dicho que me considero una mujer de gustos sencillos, me emocionan las pequeñas cosas, y ahora que puedo ver una luz al final del túnel, redescubrí cosas bellas que hace años me sacaban una sonrisa, las había olvidado, pero en verano todxs sacamos las telas vaporosas, y las uñas sin pintar, al sol.

Estuvimos buscando nuevas películas para mi hija, algo que no comenzara con el famoso castillo de ensueño, y pues recurrimos a Hayao Miyasaki, que me fascina, al menos seis de sus historias me llenan el corazón, así que elegimos dos de  ellas, primero le presenté Ponyo y el secreto de la sirenita (2008), cambió la idea de las sirenas en bikini, con cabello largo y un reino encantado, le encantó, descubrió nuevas formas de entender a la naturaleza, los personajes, el diálogo simple y hasta los paisajes, después de amar Ponyo por casi semana y media, encontramos a  Totoro (Mi vecino Totoro 1988) y vaya que también la amó, descubrió un personaje que es un animal, pero que no sabemos que animal es, y a una niña con miedos, con enojo y con cambios, así como mi hija la está pasando ahora,  quedó prendida de la historia, sobre todo del final, porque hay un momento cumbre en el que a diferencia de la mayoría de las películas infantiles, hay un rompimiento de emociones, llanto profundo y miedo, y creo que es importante sensibilizar de manera positiva a los niñxs.

En esta lista interminable de gustos simples también tiene un rincón especial la papelería, no, no la de la esquina de mi casa, la papelería que imaginariamente tengo en casa, desde muy chica me gustaba coleccionar, libretas, libretitas y libretotas, y ahora que mi hija goza de todo eso junto conmigo tengo el pretexto perfecto para encontrar washi tape de colores, plumas de gel, stickers, hojitas, y así armar una pequeña colección para entretenernos en las tardes, armar tarjetas para regalar, dibujos con brillos, y tareas imaginarias, a mi denme glitter, hojas de color y una revista y soy feliz, en el pasado día de las madres, envolvimos el regalo de la abuela con papel lila, y a falta de listones, decoramos la caja con recortes de revistas, con significados espaciales, con un estilógrafo escribimos frases y palabras con dedicatoria especial y quedó muy mono, así seguimos manteniendo el espíritu minimalista encendido.

Me siento extraña sin usar labial o someter a mi cabello a la tenaza, pero el placer de no preocuparme mucho de eso también es lindo, no he abrazado a un ser humano que no sea mi hija, mi esposo y mi madre en dos meses, ese placer si lo extraño…