Mi época

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Cada acorde de guitarra me rescata,

del antes sonoro con que creíamos sin dolor, ver todos

los paisajes en la carretera  hacerse pequeños, 

los hogares de sueños

de los que partimos con canciones y coraje.

No nos llamaron generación perdida ni se 

encontró una falta en la lista de los premiados,

fuimos poetas errantes, público consumista,

la X, de exagerados, pero a cada disco

le corresponde un milagro y la memoria

sabe, disfruta el silbar conocida melodía, 

aferrarse al recuerdo más próximo y al más lejano.

Los nombres son muchos, los éxitos tantos, 

esa rebeldía del que llora cantando, la falta

de oportunidades, el incierto arcano, pero el

corazón batiente por dentro inflamado, 

Cantamos la sed de justicia, la calma del justo

y el amor que no supimos dónde guardarlo. 

Otras generaciones gritaron más alto

y hoy pagamos el precio de ese anonimato.

Padres inmaduros, adolescentes innatos

jamás dejamos de preocuparnos, somos viejos 

insensatos, catadores de vino del caro

y un oído exquisito para todos los llantos.