ACUERDATE DE ACAPULCO

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Te dije muchas palabras

De esas bonitas

Con que se arrullan los corazones

Pidiendo que me quisieras

Que convirtieras en realidades

Mis ilusiones

Agustín Lara

ACUERDATE DE ACAPULCO

La noche del 17 al 18 de julio de 1799, un huracán arrasó en menos de cuatro horas con el puerto de Acapulco. Ese fenómeno, que ni nombre tenía, ni mucho menos se conocía la escala de su fuerza, no fue el primero y, por desgracia, tampoco el último; 224 años después, vendría Otis,  con una fuerza descomunal, que estragó el mítico puerto, símbolo de la buena vida, sueño de infinidad de personas, poseedor de una historia épica digna de ser estudiada. ¿Quién no tiene una o varias anécdotas en una de las bahías más espectaculares y maravillosas del mundo?

Uno de los personajes tocados por la magia de Acapulco lo fue Alejandro Dumas, quien a los 30 años de edad atracó en el puerto por el rumbo de Caleta. El mundialmente famoso escritor de El Conde de Montecristo, visitó México en 1832 como parte de un viaje a América. Durante su estancia en nuestro país, Dumas exploró el territorio azteca y se relacionó con la sociedad mexicana de la época. Esta experiencia influyó en su escritura, y posteriormente, escribió una serie de relatos de viaje sobre su tiempo en México. Estos relatos se recopilaron en su libro Viaje a México («Voyage au Mexique»), que se publicó en 1857.

No me cabe la menor duda que si el francés hubiera vivido en la época de oro de nuestra joya del pacífico, su inspiración le habría dado para múltiples novelas que seguro llevarían alguno de estos títulos: El jet set mundial en Acapulco; Mis noches en el Baby’O; el día que probé la Acapulco Gold; La gringa que conquisté en Las Brisas; Mis atardeceres en Pie de la Cuesta; Cuando me topé en El Princess con Howard Hughes; El clavadista de La Quebrada; La noche que me emborraché con una acapulqueña (coctél con tequila, granadina, jugo de naranja y jugo de piña).

Parejas famosas vivieron su luna de miel en Acapulco, como John F. Kennedy y su esposa Jaqueline; Richard Burton y Elizabeth Taylor; y, por supuesto, María Félix y Agustín Lara, quien inspirado por la diva, le compuso y dedicó María Bonita.

En 1946, la suerte de Acapulco cambió, cuando el entonces Carlos Slim de la época, el estadounidense William O. Jenkins, fue obligado por una neumonía y por un Norte en Veracruz, a enfilar su poderoso Cadillac, rumbo a las costas de Guerrero. A Jenkins le encantaba meterse al mar por lo que disfrutó a sus anchas las playas de Acapulco, que para entonces, sufría un largo letargo de más de un siglo.

Fue entonces, cuando inició la embestida de Acapulco, para desplazar como el destino turístico de playa en México, al Puerto de Veracruz.

Ese año, coincidió con el inicio del periodo presidencial de Miguel Alemán Valdez, contemporáneo y amigo de Jenkins, aunque este último, era más cercano a los afectos de los hermanos Ávila Camacho.

Ahí fue donde surgió la mancuerna entre el empresario y el político, para colocar a Acapulco en el panorama mundial. Alemán desarrolló una ambiciosa estrategia multifactorial, para posicionar al bello puerto, aprovechando la visión empresarial del potente empresario textilero y sus interesantes y diversos contactos a nivel mundial.

Para ello, el Presidente Alemán, le encargó al poco conocido escritor mexicano de origen español Francisco Tario, pseudónimo de Francisco Peláez Vega, de cuya bella esposa Carmen, se decía que estaba enamorado el travieso Don Miguel, escribiera el libro Acapulco es sueño, 1951.

Por más de medio siglo, efectivamente, Acapulco fue un sueño, que desafortunadamente se tornó en pesadilla a partir del avance del populismo en nuestro país, al iniciar el siglo XXI y hasta nuestros días.

Para una gran mayoría de mexicanos que hemos disfrutado en múltiples ocasiones nuestras vacaciones en el maravilloso puerto del Pacífico, nos llena de tristeza y de rabia, por decir lo menos, lo que están sufriendo nuestros paisanos guerrerenses.

Acapulco es como la sala de nuestra casa en donde recibimos a nuestros invitados y tratamos de dejarles la mejor impresión en la puerta de entrada a nuestro hogar. Acapulco nos duele y, por ello, estamos obligados a reaccionar con decisión y energía.

Al menos uno de cada cinco guerrerenses, tiene familiares y vínculos de diversa índole en el EDOMEX, dada su vecindad territorial y su sincretismo a través de la Tierra Caliente, nos obliga a tomar las medidas necesarias, en especial, al gobierno estatal, para enfrentar, como resultado de los sismos en 1985, una inmigración acelerada al territorio del EDOMEX, con todos los retos y desafíos que ello conlleva.

¡Acuérdate de Acapulco!