Algo diferente…
Nostalgia
A Josué Mirlo
I
De vez en cuando, la risa del abuelo tropieza en mis oídos, y trae al rostro áspero, la silueta que no recuerdo sin sombrero. Murmura la hojarasca su acento de cascabeles, dando vida al camino; donde el aire levanta las costras que aún sangran los labios del ser tierno, generoso; a veces duro. Recuerdo que me levantaba con sus brazos fuertes, cual hoja de caña y me hacía girar en el aire. En este aire, que hoy lastima mis párpados y hace derramar sal de mis ojos, en el azúcar que se endurece bajo mis pies.
II
Nada ha cambiado. Sus sueños ahora son míos, el hambre es mía, la tierra bebe de mi sangre, los niños que corren sin tregua; son los nietos; los sin futuro; ni esperanza. ¿Dónde están los surcos que agrietaron tu piel tostada? ¿La caña segada con el filo de tus brazos? ¿El fruto donde me enseñaste a caminar descalzo? Recoge el vaho con que alimentaste a tu prole, que tu voz no se esclavice, con las espinas que el sol te injertó en la espalda, ni la miel que guardan tus ojos, se pierda en el guiño de las nubes que refrescan nuestra memoria.
III
Veo a la abuela, contar los pasos del jacal a la parcela, observa la hamaca en fría soledad; vacía del abuelo; del chirriar de la madera que sostenían los hilos abrazando al viejo, por los kilitos de más que lo hicieron lento en el último tramo de su vida… Ma´, deja de asustar a los grillos que alimentan las tardes de nostalgia. Olvida las huellas del frío diciembre en que partió, deja los sueños colgados en ese Manicomio de paisajes. ¿Por qué regresas a mecer la hamaca vacía de tu hombre? Deja de arrastrar la cruz que nos ata en esta tierra, ven, siéntate a contemplar como danzan las espigas de las milpas, escucha; con sus murmullos; bien que recuerdan a nuestro Josué.