Anécdota pertinente

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El que esté libre de culpa, que arroje la primera piedra; frase que nos debe ubicar en la realidad humana, en la cual muy pocos pueden presumir ser verdaderos dechados de virtud, la inmensa mayoría tenemos algo que ocultar o callar, por tanto, debemos dejar de simular y más bien debiéramos atender nuestras áreas de oportunidad antes de andar por ahí juzgando a todo el que se nos cruza en el camino.

En el tránsito del ser humano por este mundo, millones han sido las personas que se ostentan como los grandes héroes, y que pretenden ser ejemplo desde la teoría, tratando de mostrar a sus interlocutores que su visión es la única, la más perfecta y la que debe prevalecer. Ese voluntarismo, que raya en la imposición, es típico de quienes tienen aires de grandeza.

En términos de Imagen Pública, debemos ser cuidadosos de todo lo que hacemos y decimos, porque siempre habrá alguien que testimonie nuestra conducta y, eventualmente, pueda sacar a flote nuestros pecados.

Esto me trae a la memoria la anécdota del presidente Adolfo Ruiz Cortines, quién con frecuencia recibía indirectas de varios miembros de su gabinete, para conocer cuál sería su decisión para elegir al siguiente candidato a la presidencia, en un tiempo en el que ese dedazo significaba de facto ser el siguiente titular del ejecutivo en nuestro México de contrastes.

Uno de ellos, era su secretario de Agricultura y Ganadería, Gilberto Flores Muñoz, quién previamente había sido gobernador de Nayarit, periodo en el que la gente cuenta se hizo de una inexplicable fortuna, a la par de que se decía que habría estado involucrado en actos no necesariamente legales.

Ante la inacción del presidente Ruiz Cortines y sus ansias de poder, tomó la decisión de externarle sus aspiraciones, siempre bajo la postura de su lealtad al partido, su enorme compromiso ante la nación y la voluntad de seguir sirviendo al pueblo, ahora desde la encomienda más honrosa, la presidencia de la República.

La leyenda dice que, en corto, recibe la felicitación del preciso, tras lo cual se retiró a su despacho de la Secretaría; pero que un par de horas después, arribó a la misma un hombre perfectamente ataviado en negro con unas carpetas bajo el brazo y la encomienda de mostrarlas únicamente al señor secretario de Agricultura y Ganadería.

Cuando las tuvo frente a sus ojos, lo que descubre es una cronología detallada de muchas de las tranzas en infraestructura en sus tiempos de gobernador, y alguno que otro detallito como la desaparición de adversarios o la implicación en la muerte de un famoso líder campesino apodado el prieto Crispín.

Tras entender el mensaje, se dice que en ese mismo instante tomó el teléfono para hablar con el presidente, para externarle que tras haberlo consultado con la familia, desistía de sus pretensiones de ser presidente, pues prefería pasar más tiempo con sus seres queridos y, como debe ser, la familia es primero.

La ironía fue que en 1978, siendo funcionario en el gobierno de José López Portillo, es brutalmente asesinado junto a su esposa por ¡uno de sus nietos!  Una anécdota pertinente en tiempos complejos.

El mensaje fue claro, por más que ante el mundo te ostentes como lo que no eres, la realidad siempre acabará por alcanzarte y poner las cosas en su sano juicio; por tanto, ¿Qué ganamos con seguir jodiendo al prójimo si hacia adentro tenemos harta cola que nos pisen?

horroreseducativos@hotmail.com