~Añorándote~
-A veces-
A veces siento que las palabras se esconden
entre la niebla del mustio invierno
obnubiladas por el brillo de tus ojos
y minimizadas por la grandeza de tu alma,
que, como una rosa blanca con la luz
del medio día y el rocío de la mañana
se lleva el protagonismo del entorno.
Sin proponértelo, es tu naturaleza,
brillar como lo hacen el sol, la luna llena,
las estrellas y todas las luciérnagas,
que imponen su luminiscencia en la noche,
y en el día, no hay luz que se imponga
a la del astro rey, y así te veo, como mi astro rey.
¿Qué pueden ofrecerte mis palabras?
Si son sombra y tú eres fulgor eterno,
si su existencia depende de tu brillo,
el de tus ojos y el de tu alma de cielo,
la que resguarda la belleza de tu bondad y tu esencia,
en fin, de todo lo que hay en ti, adoro y quiero,
porque me haces inmensamente feliz,
porque nada guardas en la mochila del egoísmo,
ése te es totalmente ajeno,
porque siempre estás abierto para mí
dando lo mejor que tienes, lo mejor de ti.
A veces siento que es mucho lo que te debo
porque es mucho lo que me das y haces por mí.
A veces pienso que sin ti,
no tendría sentido mi vida
porque lo mejor llegó contigo
y la vida mía cambió para bien
desde que estás junto a mí.
¡Qué afortunada soy, cariño!
de que me ames tanto como te amo
y de que seamos un solo corazón,
un solo poema y un mismo camino,
el del amor eterno, sincero, verdadero y divino.
¿Qué pueden ofrecerte mis palabras?…
La desnudez de mi mirada.
El ungüento de mis manos y mis labios.
La melodía de mis latidos.
La transparencia de mi corazón.
El canto de mi alma y todo, todo mi amor.
~•~
-Contrastes-
Qué tristes son las horas cuando te buscan
en el péndulo del silencioso
tiempo
y solo responde la voz de tu recuerdo.
Cuando los minutos se deshojan
como pétalos de una rosa marchita
cansados de hurgar tu aroma en los pliegues del día.
Cuando el espectáculo de tu sonrisa
está tan lejano como la esperanza del condenado
que suspira la estocada de su desventura.
Cuando está en menguante tu luz de sol
y no percibo tu destello en el guiño de las horas
¡Qué triste, amor, qué triste!
Pero apareces y todo lo cambia
la belleza de tu sonrisa espontánea
y la claridad y transparencia de tu mirada.
Es tu alma la que me mira y me habla.
Es tu luz de sol mañanero la que me alumbra aun sin verte
y es tu amor el que me da la vida y me anima siempre.
Ya no hay horas tristes,
ni minutos deshojados en el vacío,
puedo ver el poema de tu sonrisa
y cubrirme con el velo suave de tu luz perenne.
Por siempre, por siempre…, por siempre.
~•~
-Susurros de luna-
Eres como un Dios
al que adoro y le tengo fe.
Himno de la mañana
en el que la vida amanece
y la esperanza no se desvanece.
¿Cuántas lunas tienen que pasar?
Para llegar a los valles sagrados de tus besos
¿Cuántas veces tengo que cerrar?
Las cortinas de mis ojos para poseerte
en la alcoba más íntima del silencio.
Mi imaginación te hace tangible,
y es en mi mundo de ensueños
que te aproximas y me sonríes, seductor,
como un verso coqueteando a la estrofa
que de a poco se acerca y se acomoda.
Me susurras melodías y arrullos,
me abrazas, me acaricias y me besas,
estás para mí y estoy para ti en alma y cuerpo,
verso a beso hasta culminar en lo sublime
donde eres del poema, su centro.
No tengo qué esperar más lunas
para disfrutar del manjar de tus besos,
en tus valles sagrados te he tenido,
y me has tenido en las caricias del sueño
y sigo adorándote como al único Dios de mi propio cielo.
~•~