Apoyos discrecionales

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Durante esta administración, se ha hecho alarde de la cantidad de apoyos que reciben muchas personas en situación precaria; nadie puede estar, conceptualmente, en contra de una postura de esta naturaleza, puesto que es una realidad que hay grupos vulnerables en nuestro país, el gran problema radica en que dichos apoyos, aún con toda la buena intención posible, no cumplen con lo que originalmente se buscaba.
Esto se vincula directamente con una postura poco ética de algunos de los beneficiados por los programas sociales del gobierno, quienes a sabiendas de que se trata de dinero público, buscan sacar raja a cualquier costo.
Por ejemplo, la pensión para adultos mayores me parece positiva porque es cierto que muchas personas que entregaron su vida por construir un país mejor, al no tener seguridad social porque no lograron trabajar dentro de la formalidad, quedan en estado de indefensión y tienen que seguir viviendo. Esos pocos pesos son la diferencia entre llevarse algo a la boca y padecer hambre.
Pero ¿qué sucede con aquellas personas que gozan de una economía plena y aceptan ese dinero?, se podrá argumentar que finalmente se trata de un derecho, pero ¿no pervierte el sentido original?
Hace falta un censo y estudios socioeconómicos para determinar quiénes son candidatos para recibir un apoyo por parte del gobierno, con base en necesidades reales y no sólo por un padrón no verificado. ¿No es un tema ético?, ¿no es un tema de educación?
Pero el ejemplo que se lleva las palmas es el de las becas que se entregan a los jóvenes en edad de estudiar; de nueva cuenta, nadie estará en desacuerdo de que hay niños y adolescentes que tienen todos los deseos por seguir adelante en su trayecto formativo, pero no cuentan con los recursos para comprar los insumos necesarios: libros, cuadernos, lápices y demás útiles escolares. El tema se complica cuando, al igual que en el caso anterior, las becas se otorgan de manera discrecional a cualquier solicitante, sin un análisis de por medio.
Ese apoyo en particular no tiene ningún tipo de candado (que se aceptase sólo en papelerías o que no permitiera la compra de otros productos) y se presta a interpretaciones diversas. Si con ese mismo dinero se pueden comprar vinos y licores, videojuegos y otros insumos no necesarios, ¿en dónde queda la finalidad?
Es increíble que los mismos padres de familia beneficiados vean en esos recursos una mina de oro y no sean capaces de orientar y garantizar que esas becas ayuden para lo que fueron concebidas. De nueva cuenta, ¿qué pasa con la ética de las personas? Hay casos en que el estudiante maneja un auto de lujo, se mueve en los mejores restaurantes, asiste a las mejores escuelas y aún así cobran su ayuda.
No es malo que desde el gobierno se busque ayudar a los menos favorecidos, pero si ha de hacerlo, que sea de la manera adecuada, garantizando que cumplan con su función.
Como hoy están las cosas, pareciera que estos apoyos discrecionales tienen una intención obscura y perversa, como asegurar clientela electoral; yo sé que eso no sucede, simplemente soy malpensado.
horroreseducativos@hotmail.com