AVÁNDARO 1971: LO QUE VI, OÍ Y LEÍ.

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LO QUE VI:

Yo no estuve en el Festival Rock y Ruedas de Avándaro, Valle de Bravo, Estado de México celebrado el 11 y 12 de septiembre de 1971; pero soy parte de esa Generación Toluca 70, que vivimos el punto de quiebre ocasionado por sucesos que marcaron a la juventud de nuestra época: El Movimiento del 68, El Jueves de Corpus del 10 de junio de 1971 y, 90 días después, el Festival de Avándaro.

Una tarde toluqueña, de un viernes 10 de septiembre como hoy, pero de 1971, acudí al negocio de fotografía y regalos de Toño Robles, ubicado en la esquina de las calles de Independencia y Aldama. En aquel entonces, la avenida Independencia tenía sentido de oriente a poniente.

En eso se rompe el silencio por los escapes de las motocicletas de alto cilindraje como las Triumph Bonneville, Norton, BSA, Honda, Suzuki y por supuesto las Harley-Davison; con sus conductores vestidos a la usanza de las películas Easy-Rider, y Nacidos para perder. Eran pandillas interminables de hasta medio centenar de integrantes, ofreciendo un llamativo y colorido espectáculo.

También circulaban los autos de la época: Mustang, Super Bee, Javelin, R-8, los imprescindibles vochos; camionetas pick-up y de redilas. Camiones de pasajeros de líneas urbanas de la CDMX, viajaban como sardinas estudiantes con sus respectivas caguamas, banderas de los pumas y de México con gran algarabía, escandalizando, pero dentro de cierto orden sin faltar al respeto.

Hambrientos, algunos hacían escala en los portales, para dar cuenta de las famosas tortas toluqueñas de La Vaquita, El Capri o el Ojeis. Por más de dos horas estuve entretenido disfrutando del desfile disruptivo de hippies, chavos banda y agrupaciones de motociclistas. Me di por bien servido al haber respirado una probadita del maremágnum en su ruta a Avándaro.

LO QUE LEÍ:

Gracias a las crónicas publicadas en los medios, los libros y demás artículos emitidos a lo largo de cinco décadas, he saboreado la nostalgia de sentirnos parte de esa juventud mexicana de los setentas, que  decididos, levantaron la tapa de esa olla express sin válvula reguladora, que había estado en la hornilla desde los inicios de 1968, para lograr la mayor concentración pacífica de jóvenes en el México del siglo XX, récord vigente hasta la fecha, estimado entre 250 mil y 300 mil almas vibrando y generando energía.

Fue un suceso inédito de integración nacional, en el que los asistentes, entre nubes de humo de cigarrillos y de porros, fluyeron en un magno ejercicio colectivo de igualdad y de solidaridad espontánea. Mi narrativa la desarrollé imaginando el lodo producto de las condiciones climáticas de esos días y, el lodo producto, del hostigamiento político hecho por parte del gobierno federal al gobierno estatal.

Echeverría odiaba al rock y a los mexiquenses, empezando por su gobernador el famoso Profesor Hank. Aunque ya tenían dos años en sus cargos, las heridas surgidas durante el proceso de sucesión presidencial, no terminaban por restañarse. El “gallo” del Profesor, había sido Martínez Manataou, muy amigo de Díaz Ordaz y Secretario de la Presidencia durante todo su sexenio  y por lo mismo, un virtual sucesor en la silla presidencial, pero su enfrentamiento con Echeverría con motivo del Movimiento Estudiantil del 68, le hizo perder la carrera. Martínez Manataou, apostaba al diálogo y su contrario a la represión. Don Gustavo se decantó por Echeverría.

Los dos políticos en pugna, además de haber construido sus carreras en facciones distintas, su manera de hacer política era opuesta: Echeverría apostaba al enfrentamiento y Hank a la conciliación; para el Presidente los jóvenes eran un problema, para el Gobernador, los jóvenes eran una oportunidad; así que, como era de esperarse, le soltaron los perros al Profesorquien hábilmente hacía de sus enemigos sus amigos.

Tres días después del Festival de Avándaro, el Gobernador Hank cumplía dos años en el cargo y por lo mismo, rendiría su informe de gobierno. En la lógica política priista, se procuraba que semanas previas a esa ceremonia, no ocurrieran eventos o incidentes que pudieran empañar los actos políticos; por ello, se antoja difícil el que, como se ha dicho, haya salido del Edomex la iniciativa de llevar a cabo una concentración masiva de jóvenes, máxime ante un ambiente político-social en efervescencia por estar tan frescas las heridas a los estudiantes por la matanza del 10 de junio, que el vox-populi le atribuyó a Echeverría, y desde luego, el mal ambiente en la relación Echeverría-Hank. Este último, más cuidadoso que temerario en su actuar, no era lógico que hubiera consentido un evento de esa magnitud, que fácilmente se convertiría en una bomba de tiempo para dañar su imagen y como se dice coloquialmente, tirarlo y nombrar a un sucesor a modo del Presidente Echeverría.

De lo leído, mi conclusión es que el objetivo del evento de Avándaro era celebrar, como en otros años, una carrera de autos y ya sobre la marcha, se colgaron un par de grupos de rock para ambientar y, alguien queriendo sacar raja política incitó darle otra dimensión al evento. Por lo que parecía, querían armársela al Profesor. Mi hipótesis a la distancia, la derivo del antecedente que tenía el brazo golpeador que era la Secretaría de Gobernación, cuyo titular Mario Moya Palencia, aprovechaba cualquier oportunidad para raspar al de Tianguistenco. Moya venía de ser Director General de Cinematografía, vinculado al ambiente del cine y, entre los que estaba Luis Alcoriza como uno de los directores.

En mayo de 1971Alcoriza había dado el claquetazo del rodaje de Mecánica Nacional,  estrenada hasta diciembre de 1972, considerada una de las 100 mejores películas del cine nacional. Pero, ¿y esto que tiene que ver con Avándaro? Pues que la trama se desarrolla en torno a una carrera de autos en la México-Cuernavaca, que despierta tal expectación, que se sale de control por la multitud que se concentró, cuyos ánimos se desbordaron a causa de un grupo de jóvenes agitadores, aflorando el machismo como eje, la familia como esclavitud y la hipocresía como norma. En política como en la vida, no hay casualidades y seguramente las mentes perversas, pensaron en adaptar el guion a Avándaro, pero erraron el golpe; las autoridades del Edomex, tuvieron el cuidado de brindar los apoyos necesarios para que un evento mal organizado, no derivara en una tragedia; no obstante, el escándalo surgió del manejo de prensa destacando en forma amarillista, hechos en los que, la sociedad de ese entonces, puso toda su atención y así echarle tierra al famoso halconazo ocurrido tres meses antes, para dejarlo en el olvido, y de paso, prohibir los conciertos de rock por más de una década.

LO QUE OÍ:

Aquí les dejo sendas pláticas que tuve con dos amigos que asistieron por separado:

Marco A. Ayer por la noche, traté de recordar la escapada de dos amigos y yo al festival de Avándaro . Creo que no hay mucho que decir, ya tarde, las 5pm en el último día, nos dieron un aventón en un camión de redilas a nosotros y más o menos otros 10 compañeros. Nos dejó en el «Arco» no podía seguir adelante. A caminar junto a muchos otros «cuates» llegamos al centro de Valle de Bravo mojados, empapados, llovía no muy fuerte. Enfilamos hacía Avandaro y a medida que avanzamos venían de regreso muchos otros y nos dijeron que estaba llenísimo que era casi imposible avanzar por el lodo y la lluvia, además de que anocheció y no llevamos ni lámparas ni ropa adecuada, nos moríamos de frío. Regresamos a Valle y los compañeros nos invitaron pan y café, cansados muy cansados nos quedamos a dormir en los portales junto a los demás. Al otro día….a caminar de regreso hasta el Arco y ahí esperaba una fila enorme de camiones. Lentamente regresamos a Toluca. Como nos fuimos sin permiso ya te imaginarás el regaño.

 

Eugenio N. Empecé tocando en un grupo musical con mis hermanos, que nos financió mi padre para adquirir el equipo, quien a pesar de ser militar, nos animó para asistir al festival: -“ustedes que les gusta la música, vayan al concierto pues creo que será algo único en México que no se volverá a repetir”, y así fue,  nos organizamos para asistir y compramos 4 boletos en la agencia de carros Automex, situada cercana al monumento a la bandera en Toluca siendo el costo de 25 pesos.

 

Un tío que era en esa época, uno  de los oficiales importantes de la 22 zona militar de Toluca , nos subió en los camiones donde iba una partida militar para cuidar el evento y salieron de Toluca a Valle de Bravo , el sábado 11 a las 6 de la mañana y lograron pasar hasta Avandaro con dificultad  llegando a las 12 del día.

En fin, cada quien es libre de bordar sus propias conclusiones. Por mi parte, concluyo que el Maestro Hank tuvo la habilidad para desactivar a tiempo las bombas que le habían sembrado, en un suceso que marcó una época en la vida nacional, un parteaguas en la escena del rock en nuestro país, prohibido durante décadas, y que marcó a una generación…