BLAC PONCHO, UN BREVE ETCÉTERA
–Primera y última parte. Apunte. Detalle de un cuadro, o retrato hablado–
El primer destino turístico del Perú es Machu Picchu. El segundo existe, y se llama Blac Poncho, y es por sobre todas las cosas, la sensibilidad andando como un fantasma con el don de la ubicuidad como si fuera su poncho. Es un Diseñador Gráfico de polendas, pero es un mil oficios, también, incluyendo la sabiduría popular sicológica a niveles estratosféricos que la lleva en su habla y sentir. Estuvo en el ejército, también. Tiene muchos hijos, y en Cusco no existe persona que no lo conozca.
Tengo el honor de que sea mi amigo, y él en sí, es una obra de arte, tuvo un programa de televisión, da clases a inefables alumnos y es dueño de un bagaje de experiencias, más grande y mágica que la del gato Félix. Y encima es Guía turístico. Un iconoclasta carismático que siempre está metido en una empresa, incluyendo la de desaparecer. Adónde se irá. Quizá a coquetear con el nirvana, para volver a la ciudad con nuevos bríos, como un chamán que vuelve con la mirada encendida, quizá, o mejor dicho, sí. Su arte gráfico tiene trazo fuerte y definido y no escatima en burlarse de la estulticia y en hacer homenaje a la mujer.
Odia las palabras que se han puesto de moda, narrativa, emprendedor, empoderamiento, empatía y un largo etcétera, típicos de aquella clase que reinaugura con palabras –no nuevas– el habla popular seudoburguesa, es decir, una huachafería.
Si uno llega al Cusco, por tierra o por aire, lo primero que debe hacer es preguntar por Blac Poncho, esa enciclopedia en miniatura inclasificable para poder visitar y sacarle el jugo a la experiencia de visitar el Imperio del Inca. Todo lo sabe, sobre el Cusco, y sobre otros asuntos también, pero ahí es cuando su silencio es el protagonista, y como dicen calla en todos los idiomas.
Yo de cariño le digo Demonio, y él a mí también, sin ningún merecimiento como para recibir tal condecoración.
Encima de todo, Blac Poncho es brichero, quizá de los pocos que quedan, pero como él ninguno. Lo comparan con Alain Delon versión chola, versión andina, versión tostada por el sol. Me consta, porque he escuchado testimonio de mujeres que me lo han dicho en secreto, y sí, es cierto, aquello salta a la vista. Y algunas otras, las cultas, lo comparan con el encanto de García Lorca, (sic) es imposible no enamorarse de él. Sucumbimos, simplemente. Acotan.
Y encima es brichero, es decir, que entabla relaciones sentimentales con turistas europeas o norteamericanas con el fin de conseguir algo a cambio, inclusive amor… un irresistible conquistador de extranjeras.
Y ahora ha entrado en la redes sociales.
Yo no suelo escribir prosa, me es sumamente difícil, pero todo esfuerzo para con mi camarada y hermano, bien valen la empresa de pintarlo en palabras, con el perdón de las hipérboles que no por tales, son menos ciertas. Larga vida al demonio, Blac Poncho.
–Cuando lleguen al Cusco, pregunten por él, existe, y es un alma noble–