Breve reflexión sobre el desarrollo motriz y la iniciación deportiva. (Primera parte)

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La cuestión fundamental aquí es el desarrollo motriz, encaminado a la contribución con herramientas para la iniciación deportiva. Ahora bien, es importante señalar que la motricidad es variable entre las diferentes personas. La evolución se dio según las acciones del hombre en la antigüedad: trepar, correr, saltar, entre otras, tiene mucho que ver el tema de la adaptación de cada persona a las situaciones que involucren a la actividad deportiva o simplemente a la actividad física y motriz.

Entonces, el rendimiento físico tendrá un mejoramiento progresivo al desarrollar un entrenamiento en diferentes etapas de la vida deportiva de una persona. Sin embargo, si los estímulos de entrenamiento no son adecuados a la edad se podrían tener consecuencias de falta de motivación, lesiones crónicas, así como limitaciones para lograr un máximo rendimiento deportivo.

En la formación de un deportista existen fases durante las cuales el organismo está más receptivo y tiene ritmos de desarrollo que son distintos para las diferentes cualidades de velocidad, fuerza, resistencia, flexibilidad y técnica, éstas son las llamadas fases sensibles. Algunas de ellas tienen mayor sensibilidad en diferentes edades para cada una de las cualidades físicas que se pueden aprovechar para un mayor rendimiento. Por ejemplo, el desarrollo de la fuerza tiene una fase más sensible en una edad diferente a la cualidad de la resistencia. O bien, el aprendizaje de los gestos técnicos se desarrollarán al máximo en las edades correspondientes a la fase pre-puberal, así como la velocidad de reacción en edades tempranas y no en las juveniles.

Esto es importante porque los entrenadores deben considerarlo para gestionar el tiempo y sobre todo para aplicar estímulos precisos de entrenamiento en las etapas que corresponde. En la aplicación de las fases sensibles será fundamental la planificación en volumen e intensidad en cada una de ellas. Todo esto con el fin de garantizar el entrenamiento máximo ya en edades adultas. Hay que decir que es nodal el tema de que la formación de un deportista de alto nivel es un proceso basado en leyes biológicas de maduración donde las planificaciones anuales, las cualidades físicas y las cargas de entrenamiento se relacionan e interactúan entre sí, con la finalidad de obtener logros efectivos en la edad de máximo rendimiento.

La importancia de esta temática estriba en que hay que tener el conocimiento requerido para evitar forzar los procesos de desarrollo aplicando cargas superiores en ciertas edades que pueden ocasionar una merma importante en el progreso deportivo o bien permitir alteraciones en los sistemas funcionales del organismo que podrían aparecer siendo factor de riesgo en etapas posteriores donde el entrenamiento se intensifica.

Así es que un entrenador requiere abordar los diferentes puntos de vista de las fases sensibles relacionándolas con las capacidades físicas motrices. Por ejemplo, podemos señalar las posturas de Meinel y Schnabel y las ideas de Martin. También valdría la pena, dada la amplitud del tema, considerar trabajos como el del Centro de Estudios Deportivos en su curso de didáctica deportiva. Otro trabajo que llama la atención es el de Antonio Oca Gaía de la Federación de Natación de Castilla la Mancha, es oportuno echar una mirada a las ideas que aporta al respecto Pedro García Avendaño.

Nos podemos detener en lo aportado por Meinel y Schnabel: Ellos parten de la premisa de que todas las capacidades físicas evolucionan en los primeros años de vida, aunque en planos no coincidentes, menos la flexibilidad, que involuciona a partir de los 10 años aproximadamente. Ahora bien, mencionaré algunas de las consideraciones relevantes que emanan de estos estudios; podemos empezar diciendo que mayores niveles de velocidad se logran antes que los de resistencia y fuerza. Esto tiene que ver con el tema de la maduración del sistema nervioso. Tenemos también que el máximo desarrollo de las capacidades condicionales se da a partir de los 20 años dependiendo del nivel de entrenamiento de la persona. A partir de los 30 años aparece el proceso involutivo de las capacidades físicas, en función de las características personales y el nivel de entrenamiento o sedentarismo. El descenso de la resistencia es más lento respecto a la fuerza y la velocidad.

Para los autores es importante destacar que el organismo puede ser entrenado  a cualquier edad, pero con una eficacia y eficiencia diferentes,  dado que existen periodos cronológicos entre tres y cinco años en los que hay una sensibilidad particular hacia determinados  estímulos externos. Se les conoce como fases sensibles y están definidos como el periodo ontogénico de predisposición muy favorable para el desarrollo de una determinada capacidad física. Este concepto se fundamenta en la ley embriológica: el periodo de mayor cambio en una capacidad funcional coincide con el de mayor desarrollo de la misma. También se debe tener presente que las capacidades físicas se desarrollan interactuando unas con otras, por lo que hay que evitar el desarrollo unilateral de la que se encuentre en su fase de desarrollo.