Caminos sinuosos

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La vida nos reta permanentemente y, con tristeza, se ha tornado común el hecho de tener que transitar por caminos sinuosos y complejos, por la sencilla razón de que hemos perdido las empatías y lejos están, esos días en los que se procuraba la armonía como ruta hacia el éxito.

Hoy, debemos cuidarnos de todo y todos; hoy, tenemos que hacer una valoración profunda de nuestras prioridades y de quiénes son los que deben estar cerca de nosotros.

En efecto, podemos cometer errores y muy graves, pero ¿que sentido tiene anclarse en ellos cuando existe la voluntad de salir adelante?, lejos de favorecer una, acabamos por complicar aún más las cosas y hacer de ese sendero, un verdadero infierno.

Recién escuchaba un podcast que, con claridad, nos brinda consejos sobre el quehacer cotidiano en tiempos de adversidad: si tengo que cuidarme de ti, no te quiero en mi vida, crecí y ahora me aprieta la hipocrecía, los rencores, me queda pequeña la gente envidiosa.  De pronto un día, piensas en alguien que era de tu confianza y tienes que preguntarte ¿que le cuento?

Si tengo que medir cada palabra que digo para que no te ofendas o te alteres, no quiero hablar; tú eras de los míos hasta que lo mío te llenó de rencor. Ahora son solo míos el rincon de mis trapos sucios y el cuaderno de los sueños limpios.

Tengo en la entrada de mi casa un nuevo accesorio para colgar las máscaras antes de pasar al interior, porque si no se me ensucia la vida y me ha costado mucho trabajo sacar los escombros y la basura de lo que fui.

Es triste que se tengan que convertir en secretos las victorias porque ver que alguien gane es sinónimo de derrota para muchos; o tengo que callar mi próximo paso para que no te adelantes por mirarme como competencia, ya no vale la pena seguir teniendo las puertas abiertas.

Porque en esa búsqueda del éxito, se nos olvida que la ruta más sensata para crecer, es buscar la mejor versión posible de nosotros mismos; habrá resbalones, claramente, pero es menester estar ciertos de que siempre hay forma de hacer las cosas mejor.

Envidia, rencor, incapacidad, frustración y flojera son actitudes que muchos seres humanos utilizan para esconder sus limitaciones y complicar el camino de quienes están enfrente de ellos; conductas que buscan la culpabilidad en el otro, antes que asumir la propia responsabilidad.

La vida no es simple; requiere saber hacer lo correcto y eso cuesta mucho trabajo. Por lo mismo, ¿que necesidad hay de complicar las vidas de los demás?

Que cada quien viva su vida y punto; si cada ser humano hace lo que le toca y bien, las probabilidades de éxito se potencian exponencialmente.  ¿Por qué no dejar pasar aquello que no está en nuestras manos?, ¿Por qué no asumir una postura más abierta, alejada de paradigmas que nada más nos afectan?

Creo que sería mucho más sencillo transitar por un camino bien pavimentado; lejos de ello, lo llenamos de baches porque nuestra cabeza no alcanza a vislumbrar que, desde las emociones negativas, dificilmente lograremos algo positivo.

¿Qué nos cuesta?

horroreseducativos@hotmail.com