Cartas de Narciso Bassols
Seguir las huellas de personajes a través de su herencia epistolar permite comprenderlo al igual que su mundo. Tal es el caso de Narciso Bassols García, quien aparece en el libro editado por la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Politécnico Nacional en el año de 1986. Es un texto importante y surge en el interés de los dos más significativos institutos de educación superior en el país por parte del sector público, quienes con la colección de Educadores mexicanos / Textos de Humanidades, nos traen material de personajes como Alfonso Reyes, Vicente Lombardo Toledano, José Vasconcelos, Luis Enrique Erro y Narciso Bassols García. En este caso, tuve la fortuna de encontrar en libros de viejo este libro de Bassols que me sorprende por la cantidad de material reunido en cerca de 440 páginas, en renglones apretados para traer material que nos da luces sobre la historia de décadas vitales en la vida mexicana. Narciso Bassols, Andrés Molina Enríquez y Ángel María Garibay son una expresión no suficientemente estudiada del comportamiento que histórica y política tuvieron en el siglo XX. Don Andrés, reconocido por su libro Los Problemas Nacionales, Ángel María por su sabiduría gigantesca y Narciso Bassols los tres adalides de un México que se quiere democrático, libre y sobre todo incorruptible. Ellos tres y don Isidro Fabela Alfaro son prueba de la inteligencia que los mexiquenses dimos a la patria el siglo pasado. Pero la historia no ha hecho justicia en los tres primeros, al considerar sus aportaciones a la cultura mexicana del siglo XX.
Al revisar las cartas de Bassols García, nos damos cuenta de los trabajos que tuvo a lo largo de 62 años de vida, fructífera en todos sentidos y de una honestidad intachable. Son cientos de cartas, los investigadores hablan de 398, cuando alcanzaban casi 700 las investigadas. Cartas familiares; de política nacional; de problemas económicos y sociales; sobre el petróleo nacionalizado; sobre derechos democráticos y el Partido Popular; de asuntos educativos y culturales; de política mundial; de España en los años de 1937-1940; contra el fascismo y en favor del movimiento por la paz mundial. Es decir, se resume en tales trabajos epistolares todo el siglo XX en sus momentos más álgidos que confluyen en la Segunda Guerra Mundial y los fenómenos del fascismo y nazismo, de la vida relacionada con la Unión Soviética y el estalinismo. En las cartas de Bassols García está el corazón y el alma de aquellas décadas que a México tocaron de cerca con la política de puertas abiertas para los españoles exilados por culpa del franquismo que como dictadura durara hasta la muerte de tal gorila y sus secuaces. Sobre ello escribe al presidente de México, Gral. Lázaro Cárdenas del Río En cuanto a mi viaje a España, siento la obligación de puntualizar ante usted, brevemente, los impulsos que me mueven y las finalidades que persigo: usted conoce mi simpatía inmediata con el gobierno y el pueblo españoles, pues en nuestra última conversación hablamos largamente sobre este problema. Voy a España como mexicano simpatizante. A darme cuenta directa del estado que guarda la lucha, a reiterar solidaridad y comprensión, al mismo tiempo que a desprender las observaciones y enseñanzas que para todo hombre contemporáneo encierra esta tragedia. Entrevistaré a los políticos, a los líderes, a los jefes militares del pueblo. Y enseguida emprenderé el regreso para México, pues como es natural siento que mi país es el único sitio donde puedo y debo, en la esfera de mis posibilidades, desarrollar mis esfuerzos y consumir mis energías. Después de las explicaciones anteriores, Señor Presidente, sólo me queda repetirle las gracias por las atenciones que me guardó usted siempre, y suscribirme su amigo afectísimo y atento servidor. Dicha carta es de fecha 12 de enero de 1937, y como vemos al cumplir 40 años de edad, parecía un jovencito de 20 años aprendiendo de aquellos momentos tan graves que vendrían a desencadenar la Segunda Guerra Mundial.
Desde París, casi un años después, en fecha 16 de abril de 1938, escribe un texto corto a su esposa Clementina (Batalla de B.): Al bajar del tren llegando de Barcelona para estar aquí dos días a fin de arreglarle a Vicente su viaje a Europa (…) pues ha decidido venir a Oslo y Ginebra en mayo entero de que dentro de media hora sale el tren de Bremen que te puede hacer llegar esta carta en casi menos de una semana. ¿Cómo no gastar, entonces, siete francos de timbres y escribirte sobre la marcha? / Estoy muy triste; dejé Barcelona en los momentos en que la llegada de Franco al mar —mazazo en el cráneo— nos parte en dos mitades aisladas, ¡Qué mitades! Llenas de sangre, de heroísmo y de rabia. Llenas también de sombras para el más inmediato futuro. / Pasado mañana estaré otra vez en Barcelona. Hablo hoy con las gentes que vine a buscar y me regreso en el acto. No quiero quedarme cortado aquí, pues vine para estar en España y con los españoles, habré de hacerlo hasta el fin y sin mirar lo que pase. El Tren se va. He de ir a la estación San Lázaro. Pero con prisa o sin ella, en la guerra como en la paz, te va, como siempre, todo mi ser. No muchas palabras, con sabiduría y capacidad para resumir emociones y hechos críticos de la guerra en España y sus alrededores, Bassols pertenece a una serie de seres humanos que han sido testigos cercanos de los grandes momentos de la historia en el mundo.
Bien se puede decir para orgullo que es junto con otros internacionalistas, ejemplo de humanismo y espíritu internacionalista que tanta buena fama nos dio en el planeta en aquellos años de tristeza, muerte y desaliento en países de Europa, y al paso del tiempo en Centro y Sudamérica. Nada le fue ajeno a Narciso Bassols García nacido en Tenango del Valle un 22 de octubre de 1897. Año en que nace también el poeta tabasqueño Carlos Pellicer: en que nace una generación de fin del siglo XIX y principios del XX; que darán brillo a la cultura mexicana en ámbitos universales. Muchos reconocimientos y homenajes se le deben a este ilustre mexiquense y mexicano. Las lecturas de cientos de cartas comprueban momentos que vivió como secretario de Educación Pública de 1931 a 1934; secretario de Gobernación en 1934 y, secretario de Hacienda y Crédito Público de 1934 a 1935. Es decir, de 1931 a 1935 fue distinguido dirigente del sector público en México. Harán bien los tenanguenses del Valle de Toluca de ponerse a estudiar en serio la vida de su ilustre hijo, para darle los homenajes y conmemoraciones que en las últimas décadas han llevado al olvido quizá de su mejor hijo. Si reconocemos tanto a don Isidro Fabela Alfaro por su presencia internacionalista, así como de Jaime Torres Bodet, por qué no lo debemos hacer por Bassols, quien fuera ministro de México en Londres y delegado de México en la Sociedad de Naciones; de su paso por España en los años de 1936 a 1938; ministro en París entre 1938 y 1939, y Embajador de México en Moscú en los años de 1944 ha 1946. Sus cartas son importantes, pues dejan el pulso de aquellos años críticos al interior del país, donde él expresa su desafecto por las posiciones de la iglesia católica en la vida de México y en el macrocosmos de esas décadas que desde 1920 y hasta 1945 son resultado de los peores años en la vida del mundo.
Todo ello, sobre todo cuando anda fuera del país, lleno de pensamientos de amor para su Clementina, que aquí en la patria le mantenía su fe y su amor por el vagabundo con el que se casó. Un vagabundo que puso su conciencia al servicio de lo humano y no dejó que sus intereses personales le cercaran para hacerlo un ser egoísta, ajeno a lo que sucedía a su alrededor. Me parece que sólo eso debería de hacer que sus conciudadanos de Tenango del Valle le pusieran mayor atención a quien dejó en el camino, una vida de principios que nunca traicionó. Cuando pudo tener una vida mejor dentro del mundo oficial en aquellos años que vinieron después de la postguerra mundial. Para continuar el trabajo de mi descanso te dejo hasta mañana. Un beso. Así, una y otra vez, le ha de escribir a su Clementina, que merece un libro por sí de los dos. Él la recordaba: …el cultivo y el mantenimiento de tu cariño hacia mí (…). Muchos años había…