CHARLAS SOBRE LA MESA: HABLEMOS DE SINCRONICIDAD (segunda parte)
Ya lo sentenciaba el Premio Nobel de Literatura en 1921, el escritor francés Anatole France: “En todo lo que nos rodea y en todo lo que nos mueve, debemos advertir que interviene algo la casualidad”.
A veces, ciertas coincidencias nos hacen pensar que hay una fatalidad que dirige los acontecimientos, les platico un poco de historia.
En el momento de la muerte del rey Eduardo VII, se produjo un derrumbe en una mina de Witehaven, causando un gran incendio en el interior que cobró la vida de 150 mineros, aplastados y quemados. Pero hay acontecimientos que se repiten. En la muerte del padre de Eduardo VII, hubo otro accidente en una mina de carbón, en Hartley, y murieron 300 hombres. ¡Qué extrañas coincidencias suceden a veces en la vida!
Alguna vez leí este pensamiento de Tito Livio: “la casualidad es un maestro para los insensatos”.
Hace algunos años la psicóloga Beatriz Alanís y yo, fuimos compañeros en un diplomado de Psicología Positiva que ofreció la Universidad Iberoamericana, me dió gusto saber que había leído la primera parte de este artículo referido a las Sincronicidades y pensé que su opinión sobre el tema, enriquecería la segunda parte y por ello, aquí se las paso al costo: “Me encantó tu artículo. A mí me apasiona también este tema de la sincronicidad, y he encontrado respuestas muy interesantes en los nuevos descubrimientos de la física cuántica, en donde se nos explica que en realidad nada está separado de otra cosa como lo ve la mente. Ellos han descubierto que existe conexión entre micro-partículas de los átomos que se encuentran alejadas en extremo y hasta ocultas en capas de materiales que no permiten el paso de diferentes ondas.
Tienen muchas investigaciones que sugieren que los seres humanos podemos compartir información en tiempo real aún estando lejos y sin contacto de otro tipo. Esto ocurre en especial con personas que se conocen bien y conviven cotidianamente, o con personas de la misma sangre, sin embargo también pasa con personas que han sostenido la mirada por algunos segundos, aunque no se hayan conocido anteriormente. El cerebro hace una conexión inconsciente que le permite estar al tanto de lo que sucede con ese ser. Creo que este fenómeno puede explicar el porqué de la sincronicidad”.
Y es que como bien dice mi amiga Betty, todo te está enseñando algo. Lo importante aquí es estar en el aquí y en el ahora, para poder descifrar e interpretar el hecho de que cada persona con la que te encuentras, cada imagen que se te presenta, cada frase y canción que lees y escuchas, cada lugar que pisas, cada evento que vives y cada sueño que experimentas, tiene un mensaje, una razón de ser.
Como bien lo dice una de las frases que atesoro en mi botiquín filosófico dice: “Nadie vive nada que no le corresponda, por lo tanto, nada de lo que vives es equivocado. Siempre está ocurriendo lo mejor”.
La Sincronicidad para la mente racional se llama “casualidad”, sin embargo el destino tiene señales y hay que estar atentos para verlas y comprenderlas. El universo tiene una especie de orden, por eso es que muchas veces las cosas no son cuando se nos da la gana, porque en el camino hay mucho más, por tanto, fe es paciencia.
Las sincronicidades ocurren cuando eventos se unen en relación al estado interno de una persona. Todos tenemos un universo oculto y vivimos proyectando, atrayendo a partir del sentimiento, es así como hacemos uso de la capacidad que tenemos los humanos de abrir campos nuevos.
La metafísica nos dice que todos generamos un campo eléctrico en un campo de cinco metros de diámetro a nuestro alrededor, de ahí la importancia de ejercitar el músculo de la energía positiva para que nos ocurran cosas buenas.
Fue hace 70 años, cuando apareció el concepto de Sincronicidad, acuñado por el psicoanalista suizo Carl Gustav Jung, apoyado por el físico vienés Wolfgang Pauli, quienes durante años trabajaron en la idea de unir la Física y la Psicología, creando una nueva disciplina para contribuir al desarrollo del ser humano.
A la conexión entre la mente y la materia, la denominaron Sincronicidad, cuyas raíces griegas nos remiten a la coincidencia en el tiempo y en el espacio de fenómenos sin vinculación o motivo aparente.
La Sincronicidad de alguna manera ya se estudiaba en el pensamiento desde la antigua China, bajo la figura de uno de sus textos ancestrales titulado Tao Te King, cuyo estudio es verdaderamente apasionante y muy extenso.
Es así como en nuestros días ya ha sido demostrado por la Física Cuántica que la Sincronicidad es un efecto real, que la conciencia puede orientar al destino de una persona por medios de signos y señales en apariencia casuales. En medio del azar, el cerebro humano tiene la capacidad de decodificar las claves que nos guíen hacia la realización. Para ello, hay que saber acudir a nuestro subconsciente para que nos ejercite la capacidad de detectar y decodificar el simbolismo de las claves y así convertir la casualidad en mensaje.