Clave Diego de Porres

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Una charla con Jorge Fernando Fuentes Zepeda, quien con afecto me entregó una plaquette de 28 páginas, que en su título dice: Síntesis biográfica del Maestro Mayor de Arquitectura Diego de Porres / 1741- 1941, por el investigador Luis Luján Muñoz, y publicado en Guatemala en el año de 1990. Jorge, coordinador de Cultura y Turismo del municipio de Toluca, me hizo la propuesta que en este tipo de publicación pudiera escribir sobre Ramón Rodríguez Arangoiti, Vicente Mendiola y con el paso de las semanas de Pedro Ramírez Vázquez. Interesante propuesta que hizo al ponerme a investigar sobre ellos en una tarea nada fácil pero sí gratificante por todo aquello que he aprendido de la visión de los arquitectos al paso de los siglos en la capital del Estado de México.

Ello me ha llevado en un plus, que me agrada mucho: estudiar y hacer un libro de la serie de Edición de Autor, tomando en cuenta a un admirable editor y arquitecto que no debe ser olvidado en Toluca, ciudad y municipio, Antonio Cervantes Tapia, quien desde aquellos años del periódico universitario El Nigromante llevó a cabo una tarea de difusión que pasó por las aulas y pasillos universitarios, por las lides del Partido Revolucionario Institucional, cuando siendo reconocido por el presidente del Comité Directivo, don Mario C. Olivera, le trajo para encargarse de la secretaría de prensa de dicha institución política. La revista de admirables detalles de edición le dieron otro rostro a lo publicado por ese partido. No paró en ello Antonio Cervantes, pues el trabajo más bello lo hizo en las 58 publicaciones dedicadas a la arquitectura en primer lugar, donde aparecen estudios sobre Toluca invaluables para el conocimiento de la historia y la crónica arquitectónica de esta ciudad y de muchos de los hechos que tienen que ver con la historia de la arquitectura en este lugar.

Lectura de la plaquette me alegra y me hace comprender la idea de que ha faltado la visión de los arquitectos en el desarrollo de la ciudad de Toluca. Una visión que debería de hacer comprender que todo lo que se construye en una urbe moderna no siempre es un resultado afortunado. De esas historias se forman las grandes ciudades como se puede ver en la historia de las mismas. Ni la ciudad de México que es el corazón de la patria se salva de dicho destino. El texto en su página dos dice que dicha plaquette es: Publicación oficial del Consejo nacional para la protección de la Antigua Guatemala / Edición hecha en conmemoración del 250 aniversario de la muerte del maestro Mayor de Arquitectura Diego de Porres / 1741-1991. Hay que lanzar la mirada más allá de nuestro terruño, de la mirada lejana y de aquella que ve de cerca los hechos del presente y, en el estudio del pasado es como se forma la personalidad del cronista, y resulta grato poder pensar lo que sucedía en ese país que tiene tanto de cercano con México.

Las palabras de Introducción dicen: El Consejo nacional para la protección de la Antigua Guatemala, al crear una condecoración para distinguir a las instituciones y personas que han protegido o exaltado a Antigua Guatemala, pensó en darle a ésta el nombre del Arquitecto Mayor Diego de Porres. Poderosas razones hay en tal determinación, toda vez que este personaje fue el arquitecto más importante de la primera mitad del siglo XVIII, particularmente entre los terremotos de San Miguel en 1717 y su muerte acaecida en 1741. Por ello decidió dicho Consejo encargar la redacción de estos rasgos biográficos sintéticos, para dar a conocer más ampliamente la actividad de este artista guatemalteco…

Es un llamado de atención la lectura de esta publicación para atender lo que artistas arquitectos aportaron a la ciudad de Toluca, capital del Estado de México que ha tenido un tránsito difícil de revisar porque un extraño destino deparó que no tuviera el crecimiento igual a las grandes ciudades que son orgullo del patrimonio cultural de la humanidad, que no sólo de México, como sucede con ciudad de México, Guanajuato, Morelia, Zacatecas, Querétaro o San Luis Potosí. Donde se guardó el patrimonio histórico con mayor atención por lo que el recorrido por estas ciudades es una prueba para comprender la grandeza de nuestra patria ante el mundo.

Leer, leer y más leer, estudiar y más estudiar, esa es la frase de Sor Juana Inés que nos obliga en el país y en Toluca, para comprender el pasado y entender lo que es nuestro presente. En el texto referido leo: las circunstancias para esta publicación son ahora especialmente favorables ya que nos acercamos al tercer centenario de su nacimiento, que tendrá lugar en el año de 1977.Por otra parte este Consejo utiliza como emblema suyo la pilastra abalaustrada serliana, cuyo introductor y divulgador fue precisamente Diego de Porres, lo que es una razón de más para justificar esta pequeña edición que se incluye entre las actividades de homenaje que el Consejo ha preparado. La historia de la humanidad es siempre la misma, pero desigual en su estado de conciencia: muchas veces hay pueblos que tardan en reconocer a sus mejores personajes, hombres y mujeres que nacieron para ser maestros de sus pueblos y de la humanidad.

Diego de Porres es educador tanto en Guatemala como en México y América en general. Palabras significativas: Esperamos, pues, que estas líneas sirvan para dar a conocer mejor entre los guatemaltecos esta interesante y casi desconocida figura de la época colonial, de total extracción popular y de ejemplar vida activa que fue el Arquitecto y Fontanero Mayor de la ciudad de Santiago de Guatemala, Diego de Porres. Este mensaje cae, por tanto, en el estudio que no sólo en el mundo de la arquitectura: academia y universidades, que saben de los grandes artistas que forjaron y crearon las ciudades en que vivimos. Toluca tiene a mitad y fines del siglo XIX y principios del XX en Ramón Rodríguez Arangoiti a su principal creador de instituciones laicas y religiosas que merecen el recuerdo, ante el peligro permanente que sufrió su obra al ser derrumbada por la inconciencia de quienes piensan que un Centro Histórico se crea a partir de borrar precisamente la historia. Y esa realidad, por desgracia, lo ha sufrido la ciudad de Toluca apenas hace menos de un siglo.