CLOVIS DARDENTOR (1896)

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Ni riqueza ni pobreza

en Julio Verne

 

Escribía lo mismo encerrado en una fría bohardilla que en el cómodo camarote de un yate de su propiedad. Sus bonanzas, tanto como sus tropiezos, pueden reflejarse en sus novelas; pero ni las unas ni los otros determinaron su cantidad.

 

CLOVIS DARDENTOR  (1896) 

Dos primos (Jean Taconnat y Marcel Lornans) están viajando desde Cette, Francia, a Orán, para unirse a los 5 Chaussers d´Afrique. En su viaje por el Mediterráneo se encuentran a la familia de Desirandelle y su amigo Clovis Dardentor.

Podría decirse que Clovis es un personaje que se adelanta a su tiempo. El autor nos describe cómo funciona la vida en esa época: A los 30 años uno era considerado anciano, a los 50 se alcanzaba la edad de jubilación y obviamente tenías que estar casado y con un buen número de hijos. Clovis, viene a romper este paradigma; pues contaba 45 años de edad, disfrutaba de su soltería y se dedicaba a viajar, dado que había trabajado lo suficiente como para retirarse en la cuarta década de la vida.

Y aquí entran en escena los Desirandelle, una familia que es amiga del señor Dardentor, y que lo invitan a que los acompañe para unir en nupcias a su hijo Agatocles con una bella dama que vive en Orán, al norte del continente africano.

Sólo que en el trayecto por el Mediterráneo se encuentran a unos primos –entre  ellos– que buscan: uno, casarse y el otro, heredar.

Podríamos decir que estamos ante una comedia romántica. Ya se imaginarán las peripecias que se presentan al encontrarse los primos con los Desirandelle y Clovis Dardentor, y el viaje que realizan por el mar, acompañados del Doctor Bruno y un ¿astrónomo?

Ya en África, se les une la prometida y su madre y se van de viaje en caravana. Ya no les cuento más, pero en el recorrido, los primos tratan de cumplir sus objetivos, ocasionando peleas, disgustos, accidentes, malos entendidos… sumado todo, a la buena condición física y buen humor de Clovis Dardentor. Todo esto, más los peligros inminentes en el continente hacen de este viaje tranquilo de nupcias todo un acontecimiento digno de ser relatado por la pluma de nuestro autor.

¡Que caiga el telón!