Consejos para padres de adolescentes

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Siempre pensamos que debemos conservar a muchas personas en nuestra vida porque fueron parte de una etapa de ésta, pero lo cierto es que, conviene alejarse de aquellas personas que nos impiden crecer y ser felices, y que nos contagian una serie de preocupaciones y malestares que no tienen nada que ver con nosotros.

Alejarse de ciertas personas mejora la salud física y emocional. De hecho, se puede decir que para ser felices necesitamos tomar distancia de los conflictos provocan personas que absorben nuestra energía y anulan nuestra capacidad de reacción.

Para ser libres y sentirnos bien necesitamos alejarnos de la destrucción emocional, de la inestabilidad y la incertidumbre que provocan aquellas personas que enferman nuestra capacidad emocional y que distorsionan nuestra sensibilidad.

En este sentido, es primordial que sepamos que, para conseguirlo, tenemos que prepararnos para desconocer a aquellas personas que creíamos conocer. Debemos darnos cuenta de que vivir sometidos a sus exigencias, juicios y comportamientos sólo nos intoxica.

En este sentido, debemos ser conscientes de que a lo largo de nuestro recorrido nos vamos a encontrar con personas que no saben respetar los sentimientos, los pensamientos y las creencias de los demás. Lo habitual es que nos sintamos utilizados como marionetas del mal humor ajeno, así como el centro de la diana de la frustración que deriva de sus conflictos internos y externos.

Es probable sintamos que estas personas no viven ni dejan vivir. Nos daremos cuenta de que están frenando nuestro desarrollo, el suyo y el crecimiento de una relación que podría haber sido saludable, pero que se está envenenando.

No obstante, puede que ni siquiera sean conscientes de ese malestar que generan. Ni tampoco de que pueden estar ahogando a los demás sin apenas cuestionarse si lo que hacen o sienten es dañino o no. Esto ocurre porque ellos mismos están sometidos a la espiral que sus propios problemas han creado. Por lo tanto, están inmersos y atrapados fuertemente en esa corriente de la que sólo es posible alejarse con gran esfuerzo y concienciación.

No siempre podemos alejarnos físicamente de las personas que dificultan nuestro día a día. Pueden ser, por ejemplo, ser familiares, compañeros de trabajo o gente muy presente en nuestro entorno.

Sin embargo, a pesar de que a veces deseamos la distancia física, lo que realmente marca la diferencia es la distancia emocional. Por eso hay que trabajar en alejarse de su capacidad de acción y evitar así que nos influyan sus comportamientos y actitudes hacia nosotros. Pero, ¿cómo lo logramos?

Aprovecha la ventaja que te da la anticipación: Sabes por dónde se encaminarán probablemente las reacciones de la persona en cuestión. Así que aprovecha que conoces sus intenciones y protégete.

Sube el listón a la hora de dar crédito a los demás: No le otorgues crédito a comentarios que son del todo malintencionados. Sabes que no aportan nada y que solo buscan dañar de manera gratuita.

A veces esperamos tanto de los demás que somos incapaces de aceptar la realidad tal y como es. En este sentido debemos permitirnos desconocer a todas aquellas personas de las que esperamos mucho y nos defraudan constantemente. Esto también permitirá que reevaluemos nuestras esperanzas de cara a los demás. Esperanzas que pueden ser exigentes, parciales e incluso estar contaminadas por un gran malestar.

Una vez que logres filtrar las malas acciones, centrarás tu atención en tus oportunidades de crecimiento y dejarás de minar tus fuerzas como consecuencia de la toxicidad del ambiente.