DEL TURRÓN A LOS CHONGOS, CON LA FAMILIA SÁNCHEZ MILLÁN EN EL LOCAL 58 DEL ALFEÑIQUE

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Con más de un siglo de creación de sabores, olores y texturas, los turrones Sánchez Millán destacan no solamente por los años de experiencia, sino por la herencia de un amor hacia la elaboración de dulce que resalta en el paladar y también en la mirada.

La familia Sánchez Millán, obtuvo de raíces españolas, la pasión y el amor por la creación de turrones, los cuales deben realizar con una paciencia infinita, dado que durante 12 horas deberán de hacer que llegue a un punto exquisito.

Mayra Sandoval Sánchez, compartió a Poderedomex.com que la especialidad de la familia es la elaboración de turrón, el cual adoptaron desde sus antepasados, quienes desearon transmitir la cultura española con los demás integrantes de la familia.

Con una sonrisa en el rostro e interrumpida constantemente por los clientes que anonadados, le cuestionaban “¿qué es el turrón?”, pregunta que emergia una respuesta sencilla pero convincente para que todo aquel curioso, comprara un pequeño trozo de alguno hecho con piñon, arándano, nuez, almendra, pistache o su turrón estrella hecho de pepita con miel y pasas, sabor que es único en la feria, pues no existe ningún otro artesano alfeñiquero que lo elabore, ella no cesaba en presentar la herencia de su familia con entusiasmo.

Con una explicación detallada, Mayra comparte que para obtener la textura de turrón se debe mover constantemente la clara del huevo, con miel de abeja pura y un poco de azúcar en una cacerola de cobre que también forma parte indispensable de la creación, dado que si se elabora con otro tipo de material, la textura e incluso el sabor no tienen el mismo resultado.

Además del proceso artesanal para la obtención del turrón, la familia igualmente elabora chongos zamoranos, que sin raíces españolas, sino más bien mexicanas, en particular purépechas, el dulce destaca de otros en la feria, pues durante su elaboración, la familia es minuciosa evitando que se genere más caramelo del debido, el cual hace que el color sea mayormente café, derivado del tiempo que pasa al interior de la olla, la cual también es de cobre.

Para hacer los chongos -señala Mayra- se deben  incorporar los ingredientes adecuados, los cuales son el cuajo, el azúcar y la canela, sin embargo el cuajo debe ser el elemento principal, dado que gracias a su calidad, el producto resulta con un sabor especial.

La incorporación de los chongos en la familia fue una forma más de demostrar el amor al arte dulcero y también, debido a que es un dulce accesible, que sin un gasto considerable, puede ser realizado.

Para obtener la textura debida de los chongos, debe de pasar un tiempo de alrededor de tres a cuatro horas, diferente del turrón, del que deben tener más atención y paciencia.

De acuerdo con Mayra, la elaboración del dulce es un orgullo, pues más allá de ser un recurso para la obtención de ingresos, como lo fue para su bisabuela María Quesada, representa unión y un acto de amor hacia sus orígenes, no solamente españoles, sino toluqueños.

“Yo siempre le digo a mis hijos que pertenecer a una de las 84 familias que conforman la feria es un orgullo”, dijo.

A pesar de que asegura que la elaboración de dulces en la actualidad, ya no resulta igual de económico que en el pasado, particularmente para ellos la elaboración de turrón de piñón resulta ser considerablemente caro, puesto que el kilo de la semilla se encuentra en aproximadamente 2 mil 800 pesos.

No obstante, resalta que para preservar su amor por la cultura y la tradición, deben seguir conservando la calidad en los productos pero sobre todo el interés de hacerlo, pues aunque no es una tarea fácil hoy en día, especialmente por la carga de trabajo que comienza desde julio, contribuir a la identidad de los toluqueños es uno de sus principales motivos por los cuales trabajan día a día durante el tiempo en el que se encuentra disponible la feria.

Y aunque los clientes y personas allegadas pregunten constantemente por las recetas, Mayra responde que “más que una receta es poner a trabajar los sentidos, nosotros sabemos cuando algo ya está listo, por el sonido que hace, por el sabor y por la vista”.

El local es el número 58, ubicado en la calle Bravo, esquina con Hidalgo.