Disciplina herramienta poderosa de la intención. (Segunda Parte)

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Hay que decir que la disciplina positiva surge como como educativa que, inicia por allá de los años veinte, partiendo de los trabajos de Alfred Adler, psicólogo discípulo de Freud. Un poco más tarde fue Rudolf Dreikurs, un alumno de Adler, quien llevará este modelo a Estados Unidos, posteriormente en los ochenta Jane Nelsen y Lynn Lott lo desarrollan y fundan la Positive Discipline Association y difundieron la disciplina positiva por toda América, desde donde se han extendido sus principios a todo el mundo. Sin embargo, acá la intención es señalar que la transformación del ser y el desarrollo de la disciplina como una herramienta poderosa para la intención, la cual va a ser determinante para el cumplimiento de metas, es decir, de nuestros más grandes sueños, esto implica lo fundamental de la disciplina y el esfuerzo requerido así como el compromiso de la persona lo que implica el esfuerzo y los precios que estamos dispuestos a pagar para lograr nuestros más grandes sueños.

Esto teniendo siempre como premisa el hecho de que si tú intención es clara, el universo conspira contigo para que si o si sea,  la importancia del desarrollo de la disciplina positiva la vamos a adaptar a los procesos educativos. Esto implica que los elementos requeridos, entre ellos, la disciplina son entrenables independientemente del estado en que  se encuentra la persona que se está entrenando en esta maravillosa transformación que busca el encontrar la misión de la persona a través de una serie de vivencias que llamamos vida y que se puede resumir en amar y ser amados.

Podemos partir diciendo que se trata de un juego. Iniciamos señalando la siguiente premisa: el propósito del juego es ganar y la manera de ganar es obteniendo la cantidad máxima de puntos positivos. Así es como se requiere vivenciar este juego, se trata de sumar. Iremos señalando la manera de ir sumando puntos positivos: Hemos estado bombardeados de elementos que nos han llevado a pensar que para ganar requiero que alguien más pierda sin darme cuenta que eso no suma. Se trata entonces de que la mejor manera de obtener puntos positivos es jugar en equipo y la mejor manera para ello es siempre estar a disposición, al servicio y sobre todo estar dispuestos a motivar a mi entorno para que todos estén en la sintonía de sumar puntos positivos.

Cuando hablamos de la disciplina positiva, invariablemente nos referimos a la filosofía educativa que está, diseñada para las diferentes fases sensibles, es decir las etapas de desarrollo cognitivo y motriz de los niños. Sin embargo, es completamente adaptable al proceso que estamos promoviendo. Esto no implica que no se pueda desarrollar también de manera paralela al desarrollo educativo. Este método educativo maneja una filosofía que se basa en el respeto mutuo entre niños y educadores, y cuyo fin es guiar y ayudar a los alumnos en su desarrollo integral a ser personas felices, promoviendo actitudes positivas, fomentando habilidades para la vida y buscando soluciones a los conflictos de forma respetuosa. En el proceso que estamos promoviendo estaríamos hablando de una cooperación entre la persona y su entorno que finalmente será su espacio de entrenamiento, el espacio donde se llevará a cabo su proceso de transformación.

Habría que comentar que como lo señaló Nelsen (2007), la disciplina positiva se nutre de varios fundamentos que vamos a ir adaptando. Por ejemplo, hay que hablar de la conexión en las relaciones interpersonales que se irán dando en el entorno de la persona. Esto siempre teniendo presente la premisa de que toda persona o relación que genera la persona  tendrá dos razones de ser y nunca tendrá que ver con la suerte, desde esta perspectiva, no existe ni la buena, ni la mala suerte, así es que la primera tiene que ver con que tengo algo que enseñar o aportar a la otra persona o bien la otra persona tendrá algo que aportarme. Todo tiene una razón de ser y parte del trabajo, es descubrirlo. Ahora bien, esta conexión tendrá que ver con entender, validar sus sentimientos y emociones sean cuales sean y apoyarles a manejarlas. Esto implica dejar de decir frases tipo no pasa nada, dejar de negar sus sentimientos y escuchar lo que la persona siente y darle importancia, porque podría parecer que se trata de algo insignificante, pero si está ahí, es porque para la persona es algo muy relevante.

Se requiere dejar de lado cualquier lucha de poder  que se pueda dar dentro de la relación interpersonal, que esté determinada, por ejemplo, por los roles dentro del entorno. Hemos señalado que la mejor manera de llevar nuestro propio proceso es motivar al otro. Así que se trata de conectar con la persona,  dejar de lado el control que implica una lucha de poder en la que uno manda y otro obedece. Y entonces sí, comenzar a sumar puntos positivos. Así es que para sumar hay que tener la sensibilidad y saber realmente ponerse en los zapatos del otro. Se trata de abrir nuestro corazón y respetar los requerimientos tanto físicos como psicológicos de las personas, cada quien tiene necesidades diferentes y unos ritmos distintos, unos adquieren más rápido unas competencias y otros, otras; por eso no tiene sentido pretender que todos logren los mismos objetivos, se trata de apoyar a que la persona encuentre la mejor versión de sí misma.