Dos poemas
Gaviotas
Sobre sus muslos
gaviotas son mis manos
en busca de agua dulce,
luciérnagas
iluminando su vientre;
sangre incandescente
gritando en la piel.
Mis dedos cantan
en la raíz de su espalda,
en el murmullo de los pezones,
en la quietud de esa figura,
cantan,
donde mis ojos
no encuentran color
y mi voz,
mi voz
persigue al eco
escondido entre los glúteos.
Luna
Siguen los murmullos de tus palabras
en estos muros encantados;
como si tu pecho no requiriera de aire
y tus labios
no se cansaran de repetir mi nombre:
de mi cama se desprende el calor de tu piel,
el sabor de tus senos;
las copas vacías siguen reteniendo el aroma
del vino que corrió por tu espalda.
Mis labios desnudos,
suplicantes;
imploran des vuelta al reloj de arena,
vida a esas bragas muertas,
sonido
a los gemidos agazapados bajo la almohada.
Sí;
regresa,
pinta a mis labios
con el bilé que no me gusta,
pon música de Mozart,
que se muden tus palabras a mis oídos;
quiero escuchar la voz de tu piel,
bañarte con fragancias que no conozcas,
embriagarte
con lo que no hemos probado
en tu ausencia.
Recorre los senderos de mi cuerpo,
dibújate en la luna
que escondo en la recámara,
pero no dejes…
que mis ojos se llenen de sombra
antes de tu regreso.