EL CANSANCIO NO IMPORTA, LO QUE IMPORTA ES EL VALOR DE LA GUADALUPANA PARA NOSOTROS PEREGRINOS

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Y, ¿a usted le va bien?

Pues más o menos.

¿A usted cómo le va?

Bien. A mí me va bien porque tengo una oportunidad más de andar, de caminar y demostrarle a ella que llegaré hasta el cerrito en el que se apareció y desde entonces las bendiciones no dejan de caer.

No siempre llegan cuando se piden, llegan cuando sabe que deben recibirse.

Y, ¿a usted le va bien?

Sí. Me va bien.

Después de la bendición del Obispo Máximo Martíneza a las 7:45 de la mañana, se escuchan conversaciones del tipo entre miles de personas que decidieron partir de la capital del Estado de México hasta la Basílica de la Virgen de Guadalupe en la Ciudad de México, aunque para la mayoría caminar por más de 80 kilómetros representa un acto suicida, para ellos significa honrar a la madre de Dios que les permite un día más de vida y los ha cobijado con su manto a cada instante.

Desde un día anterior, las carpas instaladas por el gobierno estatal rebosaron de feligreses que llegaron de diversos puntos del estado, como lo fue el municipio de Zinacantepec, Tlachaloya, Ocoyoacac, Metepec, Calimaya, Villa Guerrero, Villa de Allende, Tenango, Lerma, San Mateo Atenco y Toluca, con la intención de continuar con la tradición que desde hace 86 años se realiza.

Desde niños hasta adultos mayores, se divisan rostros a lo largo de las calles del centro de la ciudad, con una sonrisa que simboliza el amor y el respeto que conservan hacia la también conocida como Morenita, cantan, rezan y abrazan con fuerza alguna imagen Guadalupana para olvidar el posible cansancio que podrían sentir sus pies y espaldas, en las que cargan la mayoría una mochila con medicina de rescate, en caso de la existencia de un dolor o percance. Una pequeña muda, agua y algunos, algún alimento que les permitirá seguir el camino.

Al respecto, Gerardo, peregrino desde hace tres años, proveniente de Tlachaloya, resalta que “participar representa para mí una promesa. Una promesa que le hice a la virgen desde hace tres años, porque sé que ella siempre está conmigo. Especialmente porque estaba yo pasando por un momento muy difícil en mi vida, me dedicaba a muchas cosas que no eran buenas, ¿verdad? Así que ella me ayudó a salir adelante y yo le prometí no fallarle cada año”.

A su lado, se encontraba Jaime, quien señalaba que “uno nunca puede ir pensando en que se va a cansar, porque si hacemos eso, luego, luego nos vamos a querer detener y no vamos a llegar, entonces siempre debes de serle fiel a tu fe, a lo que la virgen representa para ti. Ella te da la fuerza”.

A pesar del camino aletargado, ambos declaran que no hay preparación previa para participar, pues lo que se pone a prueba sin importar el camino, es el amor y la pasión que se tiene por la virgen de Guadalupe.

Al contrario de ellos, se encuentra Santiago, quien participa por primera ocasión. Con apenas 14 años de edad, la peregrinación le provoca una curiosidad infinita, al grado de atreverse a caminar por casi dos días completos.

“Siempre desde niño mi papá y mis tíos participan con todo el grupo de San José Pathe. Me habían invitado desde entonces, pero la verdad me daba miedo, como que pensaba que no iba a ser capaz o no iba a aguantar. Luego pensé que eso no importa, lo que importa es lo que representa la virgen para nosotros, lo que ella ha hecho siempre para uno y para la familia, así que aquí estoy. Yo espero que todo salga bien y que primero Dios lleguemos con bien”, resaltó.

Felipe y Rosa, por su parte, caminarán hacia el Cerro del Tepeyac para que puedan formar una familia y porque unirán sus vidas el 2 de marzo del presente año, por lo que simboliza una ofrenda de amor y agradecimiento a la virgen.

“Esperamos que nos escuche, que no nos deje solos durante nuestro andar como matrimonio y que también nos ayude a tener un hijo para que eso fortalezca aún más nuestra unión”, indicó Rosa.

Las paradas que realizan durante el recorrido son Ocoyoacac, La Marquesa en donde pasan la noche, para después partir a Cuajimalpa, en donde hacen la última parada y de ahí sin detenerse, caminan hasta la Basílica de Guadalupe. Contemplando el clima, la fuerza de sus piernas y su alma siempre cobijada por la virgen, esperan llegar el día miércoles por la mañana.

Mientras tanto, los automovilistas fruncen el ceño por el retraso que representa el cierre de calles para llegar a sus destinos y los peregrinos desfilan como si representara para ellos una fiesta, quizá la más importante del año.