El recuerdo de los labios: mi constante.
Antes de que el mundo nos quitara la mitad del rostro, ¿qué hacían? ¿a quién veían? ¿cómo disfrutaban? Marzo, viernes 13 de marzo del 2020. Un joven camina hacia una plaza, “Ya casi llego” Escribe él en un mensaje de texto. “Muy bien, yo también acabo de salir de mi casa” responde ella o al menos recuerdo que contestó algo así. El joven caminaba por la avenida primero de mayo, esperando a que un transporte urbano pasara. No sé si son los nervios de llegar tarde o no llegar, pero en vez de quedarse parado sigue y sigue caminando. Nosotros siempre decidimos cuando esperar, cuando caminar o cuando correr. El tiempo se convierte en una cuenta regresiva que solo nosotros podemos manipular usando fórmulas de clases de física.
“No puedo llegar tarde, es la segunda vez que la veo después del incidente” piensa él. Sus pasos se vuelven más rápidos, el caminar es ahora un troteo y después en una carrera. La condición de alguien que juega futbol no es la misma después de más de dos años sin procurarlo, así que el joven hace distintas pausas. El estacionamiento de la plaza por fin se asoma y se encuentra con aquella persona, esa financiera de hermosa figura y de la cual estuvo, está y estará por enamorarse.
¿Qué sentirá ella? ¿por qué ambos aceptaron esta modalidad hibrida entre el querer y no querer? ¿cómo te entregas sin poder entregarlo todo? Todas esas preguntas quedan en mi cabeza cuando observo romances/no romances, amores líquidos que sin querer destruye a una de las partes, cuando la otra está muy bien. Ambos disfrutan de una última película americana sin restricciones de distancia, un filme que representa la tercera de una trilogía que originalmente inició en los noventas. Dicha película tiene como cara principal a un exluchador de la franquicia WWE.
Inician las dos semanas, pasa un mes. Las clases ahora son en línea, pasan dos meses. Pasan tres meses y termina el semestre. Antes fue 30 de abril, “recibí la mejor felicitación”. Se aprecian mucho, ¿por qué no saltan de ese extraño concepto? El cubrebocas se convierte en un objeto de todos los días. “Se fue y ahora no sé cómo decirle adiós o explicarle todo lo que siento”, piensa él. Ella estuvo antes de todo esto, financiera de una parada de autobús, financiera de la primera cita en una zona de comida rápida, financiera de películas y series americanas de los noventas, financiera de gran porte y grandes combinaciones, financiera de almuerzos y besos dentro del campus, financiera. La financiera de A.S.
Un mensaje que da tu extraño regreso y que me lleva, que lo lleva a volverla a ver. La distancia de tres meses y de seis horas de viaje en carro. Estás conmigo todos los días, aunque sea en una conversación. Un impulso, un aliento, un sentimiento extraño/ yo no sé qué que lo lleva a reaccionar. Una noche como cualquier otra, le lleva a hacer preguntas: “¡Te gustaría pensar a futuro? O sea, como formalizar esto” La conversación por la red social los formaliza como algo más. Han pasado once meses de aquella noche, y ahora yo sé, o él sabe que eres mi nueva normalidad, el camino hacia las maravillas y la transformación a lo extraordinario.
“Eres la única constante en el transcurso de mi cotidianidad, la forma en que recuerdo que tengo labios, la manera en que recuerdo lo que es amar. Sé que no crees en Dios, pero creo eres la historia que la mano de arriba escribió para mí. Como tú dijiste, quiero que seas la historia de amor que le contemos a nuestros hijos. Te amo” Escribe él a minutos antes de cumplirse la fecha.