+El tucán ya quiere volar y apenas le están brotando algunas plumitas; Dicen por ahí que “después del niño ahogado, tapan el pozo”
La frase:
Cuándo los gobiernos temen a la gente, hay libertad. Cuando la gente teme al gobierno, hay tiranía.
THOMAS JEFFERSON
Crece, pero le falta madurar e involucrar
Nadie puede negar que el Partido Verde Ecologista de México ha experimentado un interesante crecimiento como instituto político; la pericia con la que ha sido coordinado a nivel estatal por José Alberto Couttolenc Buentello es verdaderamente loable y de reconocerse, pero toda su dirigencia estatal debería pensar una y otra vez antes de abrir la boca en materias tan políticamente serias como el hecho de quererse separar del Movimiento de Regeneración Nacional para iniciar una nueva etapa.
Hasta el momento, la coalición política integrada con Morena y con el Partido del Trabajo les ha otorgado resultados muy importantes; hoy son gobierno en distintos municipios del Estado de México y cuentan ya con una representación muy seria en la Legislatura local. Pero para correr, primero hay que aprender a caminar, y en eso deben reflexionar.
De entrada, imaginar que el Partido Verde Ecologista de México puede derrotar a los candidatos que Morena ponga en la próxima elección es algo más que una utopía. Compitiendo de tú a tú con la nueva mayoría política del país, ningún partido emergente o tradicional –incluyendo al PVEM—tiene posibilidades reales de ganar.
Para ello, será fundamental convertir a esa fuerza política en un auténtico partido político, comenzar por una organización básica unificada, uniforme e ideológicamente coherente. Hay que recordar que hoy el Verde Ecologista es una compleja masa de ex priistas, ex perredistas y ex todo que se han sumado a esa opción en busca de espacios reales de participación política, pero no por eso están alineados en una sola ideología y mucho menos en principios políticos que les permitan jalar, parejo y en un mismo sentido, hacia algún objetivo como sería ganar las próximas elecciones.
Hay que recordarles a los Tucán que un partido político es una asociación de interés público que representa y transmite las solicitudes de los ciudadanos y promueven su participación en la actividad democrática.
Los partidos políticos se forman con la finalidad de contribuir y determinar la actividad política de un país, para prestar apoyo y atención a los ciudadanos, para que sus necesidades o solicitudes sean canalizadas y dirigidas hacia las instituciones públicas, ayudan a definir y dirigir la actividad política de un país, participando en elecciones y formando parte del gobierno o de la oposición.
Es decir, los partidos políticos son mediadores entre la sociedad y los entes del Estado, expresan el pluralismo y la voluntad de los ciudadanos, por tanto, son un instrumento importante para el trabajo político. No obstante, cabe recordar que los partidos políticos no tienen poder público ni orgánico, pero sí tienen relevancia pública.
Los partidos políticos están integrados por un conjunto de individuos. Unos son militantes, otros afiliados, y todos se identifican con las doctrinas, ideologías, valores y principios determinados en los estatutos de dicho partido.

Los militantes tienen derecho a participar como electores o ser elegidos dentro de sus partidos políticos en cualquiera de los cargos disponibles, a través del voto secreto. También tienen derecho de estar informados de todo lo que ocurre y de participar en las actividades que se propongan.
Como se observa, el Verde Ecologista es apenas un esbozo de partido político, aún le falta mucho por madurar, su principio, hay que recordar, fue de un grupo de empresarios que de repente se dedicaron a la política como hobby, vieron en esta actividad un modo de incrustarse en la alta sociedad y ser protagonistas de una casta, pero no por eso eran políticos.
Y si bien la adhesión de personas de todo tipo ha sido buena para ese naciente partido político, eso no quiere decir de modo alguno que ya estén listos para emprender un vuelo por sí solos. No, a esas muchas formas de pensar y de actuar que hoy convergen bajo las siglas del PVEM aún le hace falta camino por recorrer para alcanzar los objetivos que alguna vez se fijaron quienes lo fundaron.
Por ello, más les valdría a los dirigentes y a los militantes de esa organización echarse un ratito de reflexión, que no les ganen las prisas y que comiencen por una reorganización integral que lleve a tener cabeza y cuerpo para librar batallas por ellos mismos, de las cuales no salgan sólo bien librados, sino triunfadores, que ese sería el fin último de todo lo que hoy les comienza a sonar en la cabeza. De modo contrario, podrían llevarse una terrible decepción y acabar en frustración.
Dicen por ahí que “después del niño ahogado, tapan el pozo”
Este martes, 24 horas después del percance, la Agencia Reguladora de Transporte Ferroviario del Gobierno Federal y la empresa Canadian Pacific Kansas City de México iniciaron obras de señalización y alerta sobre el paso del tren, en Atlacomulco, donde horas antes –textual— se perdieron inútilmente 10 vidas humanas y se dejaron a más de 35 personas lesionadas en un terrible accidente que bien pudo evitarse.
Nadie le quita el grado de responsabilidad al chofer del autobús, pero al momento del percance no había un solo señalamiento o restricción ferroviaria, como ocurre en la mayoría de puntos del país donde cruzan vías ferroviarias y donde todos los días miles de personas arriesgan la vida para tratar de cruzar al otro lado de la calle.
Aún recuerdo una tarde lluviosa, en la colonia Independencia, donde el entonces candidato a la gubernatura del Estado de México, Emilio Chuayffet Chemor, se comprometía ante los ciudadanos de la capital mexiquense a sacar de la zona urbana de Toluca el tren que atraviesa por distintos puntos de la ciudad.
Por supuesto que, desde entonces, nada ha pasado al respecto, las vías no se movieron ni un centímetro para sacar a los ferrocarriles de la zona urbana de Toluca, tampoco sirven los señalamientos que deberían prevenir accidentes y el tren sigue atravesado largas horas, sobre todo en horas pico en el Valle de Toluca.
Y, como en Toluca, así están los cruces de ferrocarril en todo el Estado de México y, me atrevería a decirlo: en todo el país. Por más que diga el gobierno federal que ampliar la red ferroviaria es uno de los objetivos centrales del actual gobierno, lo cierto es que poco, muy poco, es lo que se ha hecho en materia de seguridad en torno a los trenes.
No son pocos los accidentes que ocurren de vez en vez en los cruces del ferrocarril, lo mismo en áreas urbanas que rurales, y en muchos de esos casos, tal vez demasiados, están involucrados también autobuses de pasajeros, con esa locura de pensar que pueden ganar el paso al ferrocarril.
Los cruces de ferrocarril deberían ser casi sagrados para peatones y conductores de transporte público y privado, pero lamentablemente no lo son, y no son sobre todo por falta de señalización adecuada que advierta a todos que puede ser mortal invadirlos.

Debería ser ésta una prioridad en materia de infraestructura en los planes de gobierno, y también una exigencia para las empresas que prestan ese servicio en el país, pues alguien debe hacer que se respeten los contratos de concesión, y no se ha hecho desde hace muchos años, y el tema se renueva en el ánimo popular cada vez que ocurre una tragedia como la reciente de Atlacomulco, la cual llenó de luto a decenas de hogares.
En torno a la colisión vehicular entre un ferrocarril y un autobús de pasajeros de doble piso, en Atlacomulco, se informa que ya solo hay 6 pacientes de los 21 en el hospital general de este municipio.
La mayoría se trasladó a Clínica MIA por parte de la aseguradora.
De los 6 pacientes, 3 se van de alta este mismo martes; los otros 3 se reportan estables.
Luego hablaremos de la responsabilidad legal de los conductores de transporte público y privado, porque cuando un tren se lleva a un autobús, el menos responsable es una máquina de varias toneladas de peso a la que le es imposible frenar en unos cuantos metros. El tren tiene una ruta bien definida y unos cruces que todos deberíamos saber y comprender que se deben respetar, si no se desea involucrarse en un accidente fatal como el que acabamos de vivir.
El asunto de los cruces de ferrocarril es un tema viejo, muy viejo, que desafortunadamente se revive en el espectro informativo cada vez que ocurre una tragedia de tal magnitud, lo que demuestra que de prevención los mexicanos sabemos muy poco y estamos dispuestos a invertir todavía menos en corregir y prevenir.