Emoción y amor al indigenismo
Es imposible dejar a un lado estos dos textos sobre literaturas azteca y maya: la literatura de los Mayas y la literatura de los Aztecas, en particular porque vienen de dos investigadores sapientísimos: Demetrio Sodi Morales. y Ángel María Garibay Kintana, lectura de una emoción que perdura en los siglos refleja a dos culturas cuya capacidad de creación no tuvo fin. El escritor o los escritores, son parte de los textos. Viven a plenitud lo que crean y recrean, se sienten parte y saben que lo que escriben es tan cierto como su propia vida. Demetrio Sodi Morales. Cuenta que en: Año tun 6 Ix…6 Ix, Jaguar será el tiempo en que caiga el orden de las unidades del Katún, cuando sea el despojarse de bragueros ceñidores, el despojarse de ropas, días de ayuno y penitencia. Será entonces el tiempo en que contemple el cielo desde la faz de la tierra el Jaguar; habrá llegado el tiempo en que las pléyades sean vistas por el que tiene la Estera y por el que tiene el trono; el tiempo en que vomite lo que tragó, lo que pasó por su garganta cuando todavía no se le obstruya con las limosnas que reciba, cuando traicionen los hijos de Ah Maax Cal.
El mono vocinglero. Cuando voltee sus bragas Maax Kin, mono del sol, Max Katún, mono del Katún, estantigua, monigote del mundo. Cuando digan su palabra los de las bragas rojas por el norte y por el poniente, y cuando se venda a los hijos de Uc Suhuy Sip, Siete virgen ofrenda. Textos mayas caminan por lenguaje de las matemáticas. Caminan por el rumbo de los animales que lo mismo son dioses que seres de la naturaleza. Que se revuelven con los humanos porque en el mundo no hay divisiones entre sus pobladores, sean estos del reino animal, vegetal o de la cultura que rodea y pervive entre todo lo conocido. Además, dioses y semidioses infaltables en toda cultura elaborada por si fineza.
En textos de Quintana Roo, Sodi Morales publica un poema, ejemplo de imaginación, emoción y religiosidad: 1 / Estoy colocando la mesa virgen ante ti, Señor Dios. / Te ofrezco trece jícaras, frías y vírgenes palabras. / 2 / Kanleox, hermosa señora, y tú, / hermosa señora Magdalena, y ti, / hermosa señora verónica, y tú, / hermosa señora Guadalupe. / Aquí os congrego donde está la majestad, / los santos señores: / el señor Zaztunchac, Dios de la Lluvia Piedra Transparente en el Oriente, / Yaxpapatun, El Rompepiedras Verde, Chacpapatun, El Rompepiedras Rojo, / Kanpapatun, El Rompepiedras Amarillo, El Ekpapatun, El Rompepiedras Negro, / Kakalmozonikob, Dios del Fuego y del Torbellino, Mizencaanchauc, Nuestro Dios de la Lluvia del Tercer Cielo… Bolancaanchaac, El Dios de la lluvia Látigo Relampagueante, / Hohopcaanchaac, Dios de la Lluvia del Quinto Cielo. / Sed glorificados / mientras cae mi palabra para los protectores de la tierra, / el protector de la montaña. / Así hago llegar mi palabra adonde ellos residen, / están colocados…
Tantos dioses, tantas voces, tanta memoria había que utilizar en esta cultura para recordar quién es del oriente, del norte o el sur. Cuál es su nombre y todo va ordenado. En el cosmos de los dioses mayas no hay posibilidad de desorganización, pues ellos, estudioso de la astronomía veían que todo estaba ordenado. Que el sol salía de manera regular, con pequeños cambios día a día. Que la noche seguía un ciclo y no había posibilidad de que la Luna ocupara el día o el Sol ocupara el espacio de la Luna. Pequeños cambios que estudiaban con detenimiento y mentalidad matemática y astronómica. A todos esos fenómenos ponerles un nombre especial hacía que todo estuviera en su lugar: aún lo más complejo e inentendible. Con la literatura de los pueblos el ser humano aprende todas las ciencias, les sigue los pasos y ayuda a comprender la especialización a lo largo de los siglos. Ser especialista sin literatura es cortarse las alas. El mundo de Dios (en el sentido maya con mayúscula) era un mundo revuelto con todo lo existente. Y el hombre no tenía opción ni escapatoria, o se mezclaba en esa realidad-ficción o podía caer en el pecado mayor que le deparaba un serio castigo terrenal y del inframundo.
Imaginación y visiones que no tienen fin en la vida de los aztecas, por ese camino nos enseña el padre Garibay otras realidades que tienen por territorio el territorio de los climas mediterráneos y, por lo mismos la visión serena de los Valles de México y de Toluca, y los espacios del norte del país en el sendero de los valles citados en lo que hoy es México. Dice Garibay: Edad Dorada de Tula. Con Quetzalcóatl dio principio todo linaje de artes, todo lo que es técnica. Erguidas estaban sus casas. Una era de esmeraldas, otra era de oro, otra de concha roja que las calabazas eran inmensamente gruesas, tales que todo su cerco era y otra de caracol. Había una casa de paneles de turquesas y otra de pluma de quetzal […] Todo allí era riqueza: fino y rico lo que se comía, toda clase de sustentos. Dicen de cuatro brazas, algunas de forma esférica. Y las mazorcas de maíz tan largas como el mango del mortero de moler [mano de metate], bien largas y se tenía que abarcar con los brazos. Las plantas del bledo eran tan altas como palmas y crecían. / también allí se producía variada forma de algodón: rojo, amarillo, rosado, morado, verde claro, azul, verde oscuro, anaranjado, negruzco, purpurino, rojizo, bayo. Todo ese algodón nacía así teñido: nadie lo metía en tintes.
A través del seguimiento de las letras y palabras de la lengua azteca, de la lengua náhuatl, se puede comprender, nos dice el padre Garibay, la riqueza cultural que sorprendió e ilumino a los conquistadores. Que pensaron encontrar la barbarie, en el sentido nefasto de los europeos, que más allá de España o Italia, pensaban que existía Atila, el azote de Dios y la civilización. La Edad dorada de Tula nos hace pensar en sus restos arqueológicos, que ahí enhiestos, sorprenden a los visitantes, como diciendo aquí estamos, a pesar de las conquistas venidas de los españoles, criollos o mestizos que no han sabido entender el origen indígena de culturas que son eternas por la concepción de mundos que crearon a imagen y semejanza del macrocosmos: siendo el centro todo lo creado y recreado. Porque tan importante es la mazorca como el algodón, mucho importa el hombre y la mujer, los niños y los viejos, pero también importa saber leer el tiempo de la labranza como el de la cosecha.
Todo lo vivo y no vivo debe ser respetado. No es la visión univoca de los europeos que piensan que son el centro del universo y sus planetas, que estrellas y cielo gira en torno a ellos. Y ellos, sólo con la razón como arma, dominan el mundo; aunque lecciones de epidemias y pandemias les comprueben su debilidad ante embates de la naturaleza, que tiene sus propias leyes más allá de la razón del hombre. El canto del padre Garibay es el canto del hombre respetuoso ante la iluminación de una cultura desconocida y sabia, nos dice: Vivían allí también toda clase de aves de bello plumaje: azulejos, quetzales, aves de negro y amarillo color, y las aves preciosas de largo cuello. También toda clase de aves que tienen hermosos trinos, las de muy plácido canto. / Y todo género de piedras finas: jades, el oro no se estimaba: tanta cantidad de él había. Y tocante al cacao había el más fino y abundante: por todos los lugares había plantas de cacao. / Nunca los moradores de Tula sufrieron necesidad: siempre eran felices y prósperos. Nada en su casa hacía falta. Aquellas mazorquillas que quedan atrofiadas y no crecían, solamente les servían para calentar baños.
Imaginación, sensibilidad, alabanza a la creación que hacía habitantes cuya capacidad de percepción nada le pide a Sor Juana Inés de la Cruz o a Wolfgang Goethe y el propio Federico Nietzsche: desde la niñez atender el alrededor es tarea cotidiana. No puedes vivir en el hogar si no atiendes las necesidades propias de una casa en la que hay que encender el fuego para calentarla, para preparar los alimentos, para poder bañarse. Y recordemos la limpieza de los aztecas ante la falta de higiene de los invasores españoles. Por eso Europa era centro de epidemias, que para desgracia varias de ellas nos trajeron los conquistadores. Tula es ejemplo de lo civilizado que tiene su cultura. Desde esculturas y pirámides. Hablan de esa grandeza. De esa dignidad. De la misma que José María Heredia elevara a poesía en el Teocalli de Cholula.