En el corazón no se manda; despedida al pescador

Views: 1241

El corazón tiene razones

 que la razón desconoce.

Pascal

 

 

El amor es un perro que muerde, diverso y variado, complejo y complicado, va más allá de la naturaleza humana. Es una necesidad del espíritu donde a veces, la razón no responde.

 

Acabas de irte hace unos minutos y me veo a mi misma pegada a tu cuerpo como marsupial, con voz entrecortada por las lágrimas te susurro al oído: te quiero y te he querido como pocas veces, cambiaste mi vida.

Juro que luché contra mí misma. Han sido meses de apartarme, de silenciarte en mi mente, en mi alma, en mi interior, en mi corazón. Le he suplicado a Dios ya no pensarte, ya no extrañarte, ya no sentir este dolor de olvido que no sede.

He buscado tanto explicarme por qué esta necedad de buscarnos. He revisado uno a uno los momentos que vivimos y en cascada vino la historia que garabateamos. Llegaron los días de pesca en los lagos, las noches bohemias tan llenas de poesía de vida; con múltiple música de fondo: las canciones nos representaban, el viento soplando fuerte con el chapoleante ruido de los peces.

Cuidabas por la noche que no pasara frío, que no me sucediera nada en medio de la oscuridad. Durante la madrugada velabas mi tranquilidad, que no me faltara nada. Despertar a tu lado y buscarnos de temprano. Mirar el amanecer frente al lago después de habernos amado de madrugada.

Lloré el día que me diste un taco hecho por tus manos recordándome que eso mismo hacía mi padre con mi madre; me sentí querida, cuidada por ti.

En el viaje a Tecozautla, nuestras madres muertas aromatizaron con huele de noche un reencuentro de meses. Pusiste la casa de campaña, platicamos hasta madrugada con la luna de testigo y el sonido del agua acompañando nuestros besos. Siempre grande ante mi breve cuerpo de uno cincuenta, me llevabas de la mano; me arropabas para que no pasara frío, ni me ocurriera nada.

 

Me llevaste a un mundo de asombro, de luz, de vida. Cada lugar, cada sitio, cada probado de comida, fue el sabor del enamoramiento.

Hoy ya no estamos juntos. Desde hace meses nos alejamos porque un abismo de celos muerde tu corazón y los buenos momentos se deshacen en la mente. Hace días intentando recuperar una falaz amistad, tu última llamada fue un grito de renuncia. Me pediste sacarte del infierno de reproches diciéndome, -bloquéame, quítame de tus contactos.

Fue una petición dolorida ante la imposibilidad de resarcir  la amistad quebrada. Esa última llamada sólo fue detonante de ruptura absoluta.