¿Es el Populismo Autoritario una Traición a Nuestra Democracia?
Ante la discusión, polémica y cuestionamiento sobre si el populismo autoritario representa una traición a nuestra democracia, el político Samuel Aguilar Solís, no tiene duda: un populismo autoritario no solo es una amenaza a las libertades sino también a la democracia y al estado de derecho, además de ser un peligro de cara al proceso electoral que se avecina, si ve en riesgo perder el poder.
Explica que el populismo no es una ideología, sino una forma, una estrategia para acceder al poder, llegando a través de las instituciones y las normas de la democracia, valiéndose de un líder carismático que expone una narrativa, en donde la polarización es parte muy importante de esa estrategia y la “construcción” de un “pueblo” contra la oligarquía.
Para empezar, detalla, el líder representa a “ese pueblo”, pero lo que observamos es también la reducción de la amplia pluralidad de la sociedad moderna en solo dos actores: los buenos (que obviamente representa el “pueblo bueno” y el representante de “ese pueblo” es el líder), y los malos, los causantes de todos los males históricos y actuales del país.
Cuando triunfan, traicionan la letra y el espíritu de la Constitución, sobre todo en aquello que no conviene a sus intereses; reniegan de la división de poderes, y si tienen mayoría en el Congreso ordenan a sus legisladores “no cambiar ni una coma” a las iniciativas del líder, teniendo un férreo control sobre el poder legislativo y buscando en todo momento también controlar al poder judicial; pero si eso no se logra, entonces emprenden una campaña para desprestigiarlo.
A la oposición le niegan cualquier legitimidad y la propaganda se encarga de estarlos atacando, usando medidas judiciales o inventos de cargos para encarcelarlos o tenerlos bajo presión es el otro ingrediente del autoritarismo.
Asegura que el populismo autocrático que hoy vivimos no es un error histórico, sino un resultado, es el producto de la corrupción e impunidad de la partidocracia que también ha traicionado a la democracia. Y para corregir el rumbo resulta urgente e indispensable, la conciliación social, el respeto a la ley, a las libertades y, por supuesto, que se reconozca la pluralidad de la sociedad, como tema central.
*Licenciado y Maestro en Periodismo
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