Estrellas de abril

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Remuevo la arena una y otra vez; en cada movimiento surgen pequeñísimos destellos azules y blancos. Extiendo los dedos dejando escapar los tenues brillos de luz; en esta noche de abril vivo el universo entre mis manos.

El mar está frente a mí; su ronco sonido se mira con juegos de colores rojizos, amarillos, azules, blanquecinos anunciando un crepúsculo por llegar. Una laguna se une al océano, ambas aguas son espejos de luz plateada.

Tenemos unas horas de haber llegado a este puerto escondido de mi tierra, nos trajeron a esta orilla de mar abierto, en pocos minutos, vimos cómo el sol se viste rojizo para dar llegada a la oscuridad de la noche. Los pies desnudos se reconfortan al sentir la húmeda tierra blanca del mar, esta arena es suave, fina, limpia.

Cuando el sol se fue, nuestros ojos se concentraron en una fogata con llamas parecidas a lenguas de palabras invisibles; una llama que parecía fuego en el alma, luz al pensamiento, paz en el interior convirtiéndonos en templos de silencio.

Ante la obscuridad me sentí suspendida en el tiempo. Al revolver la arena con los pies; la sensacion fresca convidó un luminiscente espectáculo de pequeñísimas estrellas.

Mientras los demás lo hacían con los pies, sin pensarlo, me hinqué trazando con mis manos curvas en la arena, saliendo de ella, destellos blanquiazules. No sé cuánto tiempo lo hice, cuando me di cuenta, los demás  se habían ido.

Los alcancé en las lanchas que nos trajeron a este sitio maravilloso, a la mitad de la laguna, nos metimos a sus aguas; nuevamente las lucecitas blanquiazules, salían al movimiento de nuestro cuerpo. El agua tibia nos atrapó, como niños, nos resistíamos a salirnos del gozo cósmico de tener el cielo en el mar arena.

Esa noche, ya para dormir, al cerrar los ojos, mi cuerpo y mi mente viajaban a la luminiscencia del mar y de la arenam recordando que tuve entre mis manos minúsculos destellos del universo.

Hoy que lo recuerdo, mi piel revive las sensaciones, los ojos interiores del alma toman cada detalle de esa noche de abrilm donde mis manos vivieron el universo estrellado en aquel puerto escondido de Oaxaca.