¿EXISTEN COINCIDENCIAS?

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Había pasado mala noche; sin embargo, miró el reloj y dio un salto de la cama.
Ya era tarde, se duchó rápidamente, tomó un café y pan tostado y en eso
estaba cuando  el repiqueteo del celular terminó de  despertarla:

-diga
– ya no estés enojada conmigo,

– ¿Quién habla?

– Oye, tuve un percance con el auto, ¿podrías apoyarme? Te mando la ubicación.

Acto seguido, colgó.

Lo que me faltaba, un desconocido pidiendo ayuda. Tomó su bolsa y salió del departamento, al llegar a su auto se percató que no traía las llaves… corrió, se tropezó con el tapete, profirió unas cuantas palabras altisonantes y finalmente estaba sentada en el auto… respiró cinco veces, alisó su melena y salió a la ancha avenida que la llevaría a su trabajo. Se sentía abrumada: el despertarse tarde, la llamada del desconocido, el olvido de las llaves de su auto, el tapete que la hizo trastabillar, en fin, había sido un comienzo del día, bastante accidentado.

La curiosidad hizo que tomara el celular para ver la ubicación del percance,
pegó en el volante y se dijo: ¡no es posible, no tiene batería! No, por Dios, ¿qué
pasa conmigo?

Regina trató de calmarse, el día era espléndido, soleado, el rico calorcito la tranquilizó, el semáforo dio rojo, se detuvo, hizo sus ejercicios de respiración y continuó, recordó que ese fin de semana iría a visitar a su madre, eso le haría bien. Bajó la velocidad, quería detenerse en la esquina para comprar como todos los días un café, pero al coche no le respondían los frenos y lo único que pudo hacer fue tomar el carril lateral.  Sin embargo, no pudo impedir chocar con un coche que estaba estacionado, sólo sintió un fuerte dolor y no supo más.

La gente del café salió al escuchar el fuerte golpe, se dieron cuenta que había una mujer desmayada. Llamaron una ambulancia, la mujer estaba realmente conmocionada, los camilleros la estaban subiendo a la ambulancia, cuando un hombre joven llegaba al lugar de los hechos, se identificó como el dueño del coche.

Por la mañana había dejado el auto estacionado en ese lugar porque recordó que no circulaba y prefirió llegar caminando a la oficina, al querer abrir su escritorio se percató que había olvidado las llaves y el celular, el día anterior había discutido con su novia, se le había olvidado el traje en la tintorería y no había dormido bien.

Pero que su auto quedara en esas condiciones era un verdadero problema. ¿Qué habría pasado con la mujer causante de este desastre? Se preguntaba Eduardo. Entró a la cafetería y preguntó a la encargada si ella sabía de qué hospital era la ambulancia que se llevó a la mujer accidentada, a lo que ésta respondió que no, en eso estaba cuando llegó el valuador de la
aseguradora, se hicieron los trámites correspondientes y esperó a que la grúa llegara a recoger el otro automóvil, para preguntar por la mujer y enterarse dónde la podía localizar.

A todo esto, sólo pudo saber que se llamaba Regina y que estaba hospitalizada en una clínica particular. Llegó a su oficina y el recuerdo del accidente no lo dejaba concentrarse así que inició la búsqueda en las clínicas más conocidas y por fin la suerte le sonreía, encontró a Regina, había llegado accidentada, no habían localizado a la familia, y tenía algunas horas en que ella había despertado de su inconsciencia, el reporte médico decía: delicada, fuera de peligro, leves lesiones por el golpe que había sufrido al abrirse la bolsa de aire del auto. Le permitieron verla unos minutos, previa identificación.

Entró sigilosamente al cuarto, la observó, era una persona muy joven, ella abrió los ojos y lo miró interrogante: Soy Eduardo, soy el dueño del coche accidentado, y quiero saber su estado de salud, he estado preocupado por usted, y me gustaría saber en qué puedo apoyarla. Regina sonrió y agradeció el apoyo, la enfermera llegó a decirle que la visita había terminado, tomó una tarjeta personal y se la extendió a Regina, le ofreció su apoyo para lo que necesitara.

Las visitas se hicieron cotidianas, platicaron sobre sus respectivos trabajos, y finalmente la dieron de alta y ellos siguieron con una excelente amistad. El día anterior al accidente, Eduardo y su novia habían tenido una fuerte discusión y su relación quedó terminada. Sin embargo, al otro día su auto sufrió un desperfecto, le llamó a su ex novia para que lo apoyara y ella había cortado la llamada. Estaba cenando con Regina y le platicó lo que había pasado antes del día en que ella tuviera el accidente.

Ella empezó a reírse y le dijo: ¿así que tú fuiste el que me llamó al teléfono para que fuera por ti porque habías tenido un percance en el auto? Te equivocaste de número de teléfono, te contesté y colgué….

Para ver el mundo en un grano de arena y el cielo   

en una flor silvestre, encierra el infinito en la Palma de tu mano,

y la   eternidad en una hora.   

William  Blake.