Falta voluntad
Nos repiten hasta el cansancio que cada quién es responsable de su propio destino, afirmación que, si bien es idealista, nos lleva a la reflexión de una sencilla palabra, pero ausente en muchas personas: voluntad.
Infinidad de situaciones de la vida cotidiana sería resueltas si los involucrados tuvieran esa voluntad para ejecutar aquello que les corresponde; el mundo nos ha hecho insensibles, comodinos y pareciera que no debemos mover un dedo porque debemos evitar la fatiga.
La voluntad es la capacidad para perseguir un objetivo concreto a pesar de la existencia de obstáculos, la gran mayoría de éstos generados por uno mismo. Considero que muchos de los conflictos humanos tendrían solución si nos diéramos cuenta de que esa voluntad, no es otra cosa más que aprender a enfrentar los problemas y buscar, con acciones concretas, una solución.
No hay el empeño suficiente; ¿a cuantas personas conocemos que, con una sola instrucción a tiempo, evitarían desatinos en sus espacios laborales? Pero en lugar de tomar el toro por los cuernos, deciden hacer caso omiso y dejar que las cosas pasen. Para cuando quiere reaccionar, es demasiado tarde y el conflicto les ha explotado en las manos, sencillamente decidieron no hacer nada.
Esto obedece a que solemos disfrutar de la zona de confort, y asumimos que el tener una posición, la que sea, nos da el derecho de llevarme las cosas con calma, en el entendido de que todo fluye y los riesgos de conflicto son manejables.
Esto contribuye a otro fenómeno común en contextos como el mexicano: la simulación. Particularmente en el ámbito laboral, es una conducta común y recurrente, pues muchos jefes –que no líderes–, se estacionan en sus oficinas y desde ahí pretenden controlarlo todo, explotan a su personal, le exprimen a la mala para después colgarse del trabajo de todos y ostentar una estrellita por la que no han trabajado.
De la misma manera, se construyen un mundo en el que ellos son la divina envuelta en huevo y aluden a su amplia experiencia como carta de presentación; no sigamos abonando a ese discurso, la experiencia es importante, sin duda alguna, pero si no va acompañada de conocimiento, de nada sirve, y si tampoco hay congruencia, pues menos.
Peor aún, eso lleva a muchos a ocultar o manipular la información para que sus grupos de interacción no se den cuenta de las cosas malas que pasan en mi vida o trabajo.
Esto nos regresa al afán que debemos mostrar en todo lo que hacemos; si te dan una indicación, cúmplela; si te piden un apoyo, bríndalo; si te otorgan una responsabilidad, atiéndela; si te comprometiste, honra tu palabra.
Y aplica para todo lo que hacemos, si iniciaste estudios, culmínalos; si decidiste comprar un auto, págalo; si debes organizar un bailable, ponte al frente y baila; si tienes que dar una explicación, dala; si decidiste tener hijos, está con ellos.
Es urgente que todos encontremos esa tenacidad, ese empeño, esa constancia para hacer las cosas; ya basta de andar por la vida vegetando sin asumir las responsabilidades que tenemos, esas posturas nos condenan al fracaso.
Falta voluntad, eso es innegable, y por ello tanta mediocridad en el ambiente; debemos mirar al frente y actuar, como lo insinuaba el teólogo William G. T. Shedd, un barco está seguro en el puerto, pero para eso no son los barcos, ¿o sí?
horroreseducativos@hotmail.com