Fernanda
Con cariño para los graduados
Fernanda camina por los pasillos de la escuela, llegó su sexto grado y con ello, el término de sus estudios en primaria. La adolescente concibe la afligida lluvia de julio. El calendario le recuerda que ha pasado otro año en la escuela acompañado de muchas vivencias.
A penas se pudo dar cuenta de lo rápido que ha pasado de ser una pequeña de 6 años a la emoción de ser niña grande.
Por la noche preparó su uniforme, –mientras arreglaba las cosas– pensaba en la forma en que peinaría sus cabellos onduladamente largos; en esta ocasión los guantes, calcetas y zapatos tendrían el brillo contundente de sus pasos; sería el último recorrido de la escolta para entregar la bandera a los compañeritos que continuarían la marcha de la bandera cortejada por los sonidos de la banda de guerra y la musicalidad del Himno nacional.
Marchar gallarda, segura y digna son los obsequios naturales que le ha dado su gusto por la escuela, la inteligencia de quien no le cuestan trabajo ni los libros ni las libretas, mucho menos el esfuerzo de cada una de las actividades implicadas en el colegio; se sabe grandiosa, hoy, culmina una fase de su vida y dará inicio a otra.
Esta mañana la emoción de levantarse más temprano para llegar puntual al evento también le permitió ver el alborozo de la familia para acompañarla a esta experiencia.
Retundan los tambores, la marcialidad de cada paso, de cada movimiento, es el compromiso con ella misma, con su familia, con escuela, con su país… mexicanos al grito de guerra, al sonoro rugir del cañón…
Escucha su nombre en el último pase de lista, orgullosa saluda con la mano derecha al mismo tiempo que las autoridades, con la izquierda, le entregan su diploma; el reconocimiento a su trabajo.
Regresa con los suyos, con su familia; se abrazan con el alma y el corazón, fotografían el momento para sellarlo es sus historias compartidas. Salen del recinto entre globos, flores y confeti de colores.
Detrás de ella, la música del mariachi interpretada por Pedro Infante, la despide temporalmente porque sabe que las golondrinas no son un adiós, sino un retorno con la primavera, con cada estación y con cada sueño cumplido… ¿A dónde irá, veloz y fatigada, la golondrina que de aquí se va?..
No comprende sus sentimientos, siente alegría, pero también ganas de llorar, escucha las golondrinas a la espalda. Prefiere no voltear, cada palabra de la canción la lleva hacia la puerta de salida diciéndole al corazón…. ¿A dónde irá, veloz y fatigada, la golondrina que de aquí se va?… ¿A dónde irá veloz y fatigada la golondrina que de aquí se va? Por si en el viento se hallará extraviada buscando abrigo no lo encontrará.