Gabo
Mariposas amarillas que vuelan liberadas
Hoy te escribo mi querido Gabo, te escribo desde el corazón de viajante, desde la maravillosa experiencia de haber estado en tu pueblo, en tu casa, en tu lugar de nacimiento, en el sitio de los tuyos que ahora son míos.
Miro las letras que dicen Aracataca, un sitio en el universo que acuñó tu ser escribiente, tu ser de poeta. Pude caminar entre tus calles, mirar cada una de las viviendas selladas por la historia de Colombia, por tu propia leyenda.
Tu mundo terrenal Gabo, ha sido el mismo mundo que puede vivir cualquiera de nosotros; la colonia, el pueblo, los amigos, los vecinos, la pobreza y la riqueza de las costumbres y tradiciones del cosmos latinoamericano; en medio del trabajo, viven sus tristezas, sus alegrías, un pueblo con historias entrelazadas: Los cien años de Macondo sueñan en el aire…
No todo es como pensamos, uno imaginaría muchas cosas alrededor de una figura admirada, pero tu persona es más deslumbrante cuando, tus letras, a través de Cien años de soledad, emergen en el espíritu lector, con el efecto de sentirnos parte de él, parte de ti, parte del universo no sólo escribano, sino también como entrañables habitantes de esta vida latinoamericana: Eres epopeya del pueblo olvidado, forjado en cien años de amor esa historia, me imagino y vuelvo a vivir…
Hiciste única a Aracataca, forjaste la novela de Cien años de soledad. Sin buscarlo erigiste un Gabo, un Gabriel García Márquez, que perseguimos en cada una de tus palabras hechas escritura. Tu única razón fue amar las raíces que te anclaron a este mundo: tu familia, tu comunidad, amaste cada uno de los personajes que hicieron de la pasión por escribirlos, un infinito compartido al leerte: Mariposas amarillas, Mauricio babilonia, mariposas amarillas que vuelan liberadas…
Los cien años de Macondo sueñan en el aire, si mi querido Gabo, tengo la fortuna de vivirte, de leerte, de escribirme, de soñarte, de soñarme, de soñarnos. Me has dejado horizontes interiores que me permiten escribirte, escribirme, escribirnos.
1 Canción compuesta por el artista peruano Daniel Camino Diez-Canseco en 1969, se volvió popular cuando la grabó Óscar Chávez tres años después.