Han pasado dos semanas…

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Ya olía a navidad, a un diciembre de frío, un frío que aún me queda a deber, porque me gustan envolverme en frazadas y ponerme doble calceta, este frío ha sido un abrazo de invierno, huele también a ponche de las 9 de la mañana, pero rico y simple como a mí me gusta, porque más de 5 ingredientes ya me pesan, y olía también a galletas, el día que prendimos el horno y sacamos los moldes de navidad, en la cocina de mi mamá, batimos, nos machamos y volaban nubes de harina, ¿o era azúcar glass?, no lo tengo bien claro, pero hay algo muy virtuoso de dedicar un día a hornear, un día a disfrutar con las manos de un placer tan sencillo con música de fondo y mi hija armando torres y castillos en el piso de la cocina.

El diciembre de hace 3 años era diferente, porque me gustaba esperar que sucedieran las cosas, a que los demás lo organizaran y yo lo disfrutara, ahora, me gusta planear, organizar, hacer listas y comprar, sí, comprar, ese consumismo si me gana, me retiene y me mantiene, amo los listones rojos en los regalos, las tarjetas de navidad y el motivo para elegir algo especial.

He podido terminar una semana más feliz, el viernes con lágrimas y juegos de plastilina, el sábado bailando y comiendo palomitas en el cine con tres shots de tequila en mi sistema, y el domingo eligiendo una galleta para el camino en la carretera, de entre tantas cosas que disfruto, la que más quería compartirles, es la película que vimos, y si bien el cine de Woody Allen no es universal ni del gusto particular de las personas, siempre me cautiva, es simple, cuidado, con una aire viejo y formal que me fascina, A rainy day in New York, tiene todo lo que me gusta en una película, así sin saber; actores que le dieron la vuelta a sus papeles más elogiados, ambientación y escenarios que cualquier amante de NY aprecia, una banda sonora única y la dirección, la dirección lo es todo, puedo platicarles que a los 3 minutos y medios que comenzó la película, me acerqué al oído de mi esposo, que por cierto dormía,  y le dije –voy a amar esta peli, ve el encuadre–, me conozco taaan bien, no, lo puedo evitar, ese recuso de utilizar Nueva York como plano, la  lluvia de transmisor y por supuesto los actores, desde Jude Law, Cherry Jones, una Elle Fanning precisa, el éxito del momento: Timothee Chalamet,  confieso me gusta, que,  en un acento muy Allen; creativo, conflictuado, interesante y brillante, arman un dialogo melancólico y creativo en todos los sucesos dentro de la cinta, sin pensarlo mucho y sin irme al fondo de la historia, creo que tiene ese algo que cautiva, un mensaje franco y un argumento sencillo.

En esos sentimientos me quedé, esperando que el diciembre de 2019 que esperé funcione, me haga sonreír, llorar, me tire a la cama con palomitas, y me acurruque en el sillón para platicar con mi mamá mientras comemos fruitcake, aunque mi bonnus ideal serían unas pantuflas gruesas y cursis.