Inmadurez emocional

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Todos nos hemos topado en la vida con personas con una evidente inmadurez emocional, que usualmente son difíciles de tratar en tanto tienen dificultades para manejar sus propias emociones y reaccionan de manera desproporcionada ante las situaciones que enfrentan. 

Son quienes tienen que ser el centro de atención en todo momento y buscan constantemente validación y reconocimiento, incluso cuando sus comportamientos no lo justifican. Su poca madurez se refleja en una serie de actitudes y patrones que afectan sus relaciones interpersonales, ya que no saben gestionar de manera adecuada tanto sus emociones como sus reacciones hacia los demás.

Son aquellos que ante una problemática concreta, no son capaces de ser asertivos y hablar con el interlocutor; en lugar de una pregunta puntual, ¿por qué hiciste esto?, prefieren gritar a los cuatro vientos que ¿Cómo es posible que fulanito haya hecho esto?, es decir, actuan de manera cobarde y no tienen los tamaños para dar la cara correctamente.

Una de las características más comunes de estas linduras es su incapacidad para pedir perdón, incluso cuando son conscientes de haber cometido un error; el orgullo o la falta de empatía les impide reconocer sus fallos y disculparse, pues en su lógica, pedir perdón es visto como una muestra de debilidad, por lo que prefieren justificar sus acciones, no importa cuán hirientes o equivocadas hayan sido. 

Esta falta de humildad genera un ambiente de tensiones constantes, y lejos de buscar armonizar, prefieren generar caos para echar agua a su molino.

Cuando se sienten frustradas o desbordadas, las personas emocionalmente inmaduras reaccionan con enojo, no hablarán, simplemente pondran cara de gendarme y en lugar de expresar sus emociones de manera constructiva, permiten que el impulso les haga hacer absurdeses, su incapacidad de regular sus emociones las lleva a comportarse de manera incoherente.

Otra característica infaltable de estas personas es su tendencia a observar y exagerar los errores o comportamientos de los demás, mientras que se muestran incapaces de reconocer los propios; esta doble moral puede generar conflictos constantes, ya que propician un ambiente de tensión y desconfianza, donde las personas que interactúan con ellas se sienten constantemente en una posición defensiva.

Por si eso fuera poco, también tienden a hacer las cosas por debajo del agua, actuando de manera engañosa o manipuladora para conseguir lo que desean. Suelen presentarse como grandes personas, siempre buscando una imagen impecable ante los demás, mientras esconden su verdadera esencia. 

Lo triste es que, aunque se vendan como individuos ejemplares, las personas que interactúan con ellos se percatan muy rápido de su falta de autenticidad porque se muestran tal como son; usualmente grillarán a todo y todos y serán capaces de vender hasta a su madre con tal de ganarlas todas

Así de claro, las personas con inmadurez emocional suelen crear un ambiente tóxico alrededor de sí mismas y es mucho mejor darles la vuelta.

Aprendamos a crecer; la madurez es cuando tu mundo se abre y te das cuenta de que no eres el centro de él. 

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