INSTITUCIONES EDUCATIVAS
Alfonso Sánchez García pertenece a los pensadores que vinieron al mundo y recibieron una educación ética y moral dedicada al pueblo. Un pueblo que expresa su rostro en la clase menos protegida por los sistemas políticos que, por décadas, son parte de la existencia que tiene el profesor Mosquito, quien desde la atalaya del periodismo puede darse cuenta de cómo es su sociedad, cómo es el hombre o la mujer en su comportamiento. El libro, publicado deliciosamente en su contenido y formato por el H. Ayuntamiento de Toluca en el año de 2015. La educación en la Toluca del profesor “Mosquito”, es materia de amoroso estudio, pues en el mismo se encuentra la vocación pedagógica y de investigador juicioso que es don Poncho.
En el apartado Instituciones Educativas él escribe: Podemos colegir también que el beneficio estaba destinado a niñas huérfanas que tenían una cierta trascendencia social, por su origen conocido y la situación que tuvieran sus padres difuntos, o por la protección especial que les brindaban sacerdotes o políticos. Ya que la costumbre de la “dote” es también típicamente aristocrática y la conserva durante muchos decenios la burguesía media y aún la burocracia. Los pobres de solemnidad carecían de prejuicios económicos y se casaban, por el puro hecho de quererse, sin tener en consideración el aporte, en centavos, que en otras esferas debía de hacer la mujer. Nos falta mucho para saber de qué se forman los cronistas en la vida familiar y en los pueblos o ciudades. Lo que queda claro es que su mente de preguntones en voz alta o en silencio les convierte en investigadores de su familia, vecindad, barrio o sociedad. Y al ser investigadores entusiastas, apasionados por descifrar su realidad. Cuentan lo que sucede, pero no siendo fácil esta tarea, se ven obligados a estudiar lo que les rodea, y aún sus propios sentimientos e ideas. Mientras más juicioso y certero es el cronista más cree en él su sociedad. Y tal es el caso del profesor Mosquito que en tan pocas páginas nos da motivos de una sociedad injusta para con la mujer, y a la vez nos prepara, en breve texto, para entender lo que en más de un siglo se convierte en el seguimiento certero de los inicios de la educación en la mujer aquí en Toluca.
Descubre a través de sus estudios que: Sólo en esta forma podemos explicarnos que al mismo tiempo que se conservaba el beneficio de los dotes, existiera el Asilo de Niñas y Sociedad Artística Regeneradora. La mente de nuestro Cronista es tan clara, objetiva y sincera. ¿A qué horas estudiaba tanto sobre el presente y pasado de Toluca en varias de las áreas de la cultura? No olvidemos que el verdadero escritor se hace de sus lecturas y, no hay duda que don Poncho fue uno de los lectores más persistentes en esta ciudad. Esto hay que insistirlo, pues sirve de ejemplo aun pensando en cronistas de la familia, que deben de ubicarse en su perfil y ser apoyados por ellos y sus vecinos, de tal manera que se dé cuenta que al recuperar el pasado y presente de sus más cercanos afectos, a la vez está creando una identidad de apellido y de raíces. La conciencia de investigación social por delante: En la institución primero mencionada las expósitas sin apellido, es decir, sin clase, se preparaban para el servicio doméstico, o aún industrial o artesanal, y en la segunda eran las pobres delincuentes las que se sometían a la educación para el vasallaje hogareño. Hay más indicios ciertos de que ni a las expósitas anónimas ni a las menores infractoras se las incluía en el beneficio de las dotes. Fin de siglo XIX y principios del XX. Cierto en menos de un siglo el desarrollo de la mujer en la mayoría de las actividades académicas, profesionales o deportivas han sido barridas por su ímpetu, entusiasmo e inteligencia. Talento natural que les permite con su cualidad de ser mejor organizadas que el hombre poder alcanzar metas con certeza y de manera concreta a pesar de que en este siglo XXI sigue imperando la injusticia en contra de ellas.
Hoy, nuestro Cronista seguro estaría feliz de ver sus avances en instituciones de educación superior. Pues él conoció de manera directa las luchas que hizo la mujer a mitad del siglo XX por alcanzar lo que hoy es una hermosa realidad.
Conoce el pasado y por eso nos lo cuenta en el apartado Riva Palacio precursor: derivado de la fundación en Toluca del Colegio de Asilo para Niñas en 1872, señala la iniciación de una época en la que la educación de la mujer va a dejar de ser orientada exclusivamente hacia las labores del hogar, dicho párrafo proviene del libro 150 años de la Educación en el Estado de México, un texto donde participaron historiadores reconocidos como René Roberto Becerril, María Teresa Jarquín, Carlos Campuzano, Maricela Campirán y otros más. Obra obligada para comprender cómo se inició la educación en nuestra entidad y en Toluca, de esta lectura don Poncho escribe: Aunque el maestro Isauro Manuel Garrido hace datar este colegio de 1870, el historiador Aurelio J. Venegas dice que se inauguró el 5 de febrero de 1871. Concuerdan en que la promoción fue del gobernador Mariano Riva Palacio y en lo que toca a la orientación hacia las carreras más o menos masculinas, aunque lo cierto es que sólo se estableció un curso de “Telegrafía”. Y en otras actividades seguían considerándose demasiado varoniles. Hubo también un curso para profesoras de “tercera”, es decir, lo que hoy llamaríamos “maestras rurales”.
El seguimiento al desarrollo y progreso de la educación en nuestra patria es toda una proeza que el magisterio dedicado a esta profesión debería de saber a profundidad. De esta manera se enamorarían mucho más de la tarea que ejercen a diario. Los profesoras y profesoras rurales son la raíz de nuestra primera educación yendo al nivel de escuelas primarias, cuando era necesario alfabetizar y enseñar a las zonas más pobres del país a fines del siglo XIX.
De conocimiento de Historia es que se forma el Cronista de verdad. Pocas páginas llenas de sabiduría en don Poncho. Es un placer leerlo y hacerle el seguimiento. Escribe: En 1891 el gobernador Villada decreta la transformación de este plantel en “Escuela Normal de Artes y Oficios” y se destierra para siempre la alusión al origen de las educadoras. En este aspecto de la educación femenina, ya desde 1870 la “Sociedad Artístico Regeneradora” tuvo establecido en un local anexo al Convento de la Merced que se oficializó por las Leyes de Reforma, una escuela para niños y niñas indigentes. Sin embargo, en 1894 se convirtió en verdadera cárcel con el nombre de “Correccional y de Artes y Oficios de Ambos Sexos”. Imaginemos al profesor Mosquito yendo de periódicos, documentos de archivo, libros y todo tipo de materiales que le hacen ver como en lago de aguas claras lo que ha sido la educación femenina en la historia reciente dentro del México independiente.
No hay manera de pagarle estas aportaciones que lo sé, nos las da con tanto cariño porque su corazón era de una nobleza sin medida. Es el educador que da conocimiento sin esperar como sofista que se le pague sino no aporta ningún dato, ninguna idea, ninguna propuesta para mejorar a la sociedad donde vive. He oído y visto a algunos investigadores de la vida social, que se atreven a decir que sus conocimientos han costado y por lo mismo no los aportan si no hay pago de por medio. De esto don Poncho jamás hizo grave defecto de su personalidad: dar fue su vocación, y por eso es que le recordamos con tanto afecto, mucho más cuando le estudiamos y vemos que sus crónicas, estudios históricos, artículos para periódicos y acciones y temas de educación, se convierten en el consejo de dar para ser recordado por el buen corazón que le habitó, y no ser recordado con la tristeza de que fue un hombre mal nacido. Cada paso, leído en las huellas que deja por doquier, en libros o periódicos, nos denota al nuevo mexicano que aspira a que su patria sea mejor. Que su ciudad sea ese lugar utópico en el que todos somos iguales e iguales oportunidades tenemos para vivir bien.