Juan

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Él me nombra

Padre, es dos de noviembre y con él, tu recuerdo Juan. Rememoro tu rostro de la fotografía que mi madre nos presumía; esa fotografía en la pared, donde vestías una camisa amarilla, donde tu rostro de diecisiete años portaba la galanura de los hombres de tu tiempo. 

Mi querido Juan, algunos seres me han dicho que tú eres el ángel que me nombra y me siento una hija malagradecida porque has cumplido 26 años de haberte ido y hasta hoy te escribe esta alma descendiente que te incumbe. 

Me siento orgullosa de ser tu hija. Soy heredera de un panadero que cernió la harina de ocho hombres y cinco mujeres fondeados en el amor de Teresa. Evoco tus manos afanosas, seguras y expertas entre la masa posada en la gran mesa de madera donde los panes tomaban artísticas maneras.

Ceremonioso dabas forma a las conchas, al bolillo, a la telera, las trenzas, las donas, los panqués, los huesitos, las chilindrinas, las hojaldras ¡el pan de muerto colorido de vida! 

Como familia, nos abrigó el amasijo: nuestra panadería adornada de historia ancestral. Recuerdo los desayunos hechos de sardina sazonada en ajo, cebolla, jitomate y chile verde, guisada en la hoja de pan, cocida en el horno donde el pan tomaba tono y aroma; cocerlo así daba un sabor excepcional. 

Mi memoria mira esa charola humeando sabor, olor y recuerdo. Mi madre cortaba la telera, y con justa medida, preparaba tortas para sus hijos mientras tus trabajadores también servían el gustoso almuerzo. Un desayuno deseado que recompensaba el esfuerzo de la noche. Un amanecer cálidamente abrazado por el trabajo y la familia. 

Hoy es dos de noviembre y la fiesta de los muertos mayores te celebra en el altar de mis hermanas, en el templo que me habita, en mis oraciones que te invocan, en la paz y protección que me obsequias.

Las hojaldras con sabor a huevo, mantequilla, leche, espolvoreadas en azúcar, centelleantes de festividad, radiantes de cariño, nostálgicas de ti, me han dicho que mis hermanos; hornean las raíces que les diste, mis hermanas; ponen sus altares con matices de memoria ancestral.

Juan, así te honran en vida tus descendientes y yo, yo te venero con mis letras.