LA CRISIS QUE VIVIMOS HOY IMPACTA LA ALIMENTACIÓN, LA SALUD, LA EDUCACIÓN, EL MEDIO AMBIENTE, LA PAZ Y LA SEGURIDAD.
La crisis climática, la pandemia de COVID-19 y un mayor número de conflictos en el mundo ponen en peligro la consecución de un futuro sostenible.
La gravedad y la magnitud de los desafíos que enfrentamos, con estas crisis en cascada que se interceptan, afectando la alimentación y la nutrición, la salud, la educación, el medio ambiente y la paz y la seguridad, y dificultando la carrera hacia el logro de los ODS, establecidos en 2015 para la construcción de sociedades más resilientes, pacíficas, justas y equitativas para todos los habitantes del planeta.
La pandemia ha causado estragos en casi todos los países y sus efectos aún están lejos de terminar. El “exceso de muertes” a nivel mundial atribuible directa e indirectamente al COVID-19 sumaba 15 millones a fines de 2021.
Esto significa un retroceso de más de cuatro años en el alivio de la pobreza que había sumido a 93 millones de personas más en la pobreza extrema en 2020. Además, unos 147 millones de niños perdieron más de sus clases presenciales en últimos dos años.
La pandemia también interrumpió gravemente los servicios de salud esenciales, lo que descarriló el progreso en materia sanitaria.
Por otro lado, el mundo está al borde de una catástrofe climática que ya golpea a miles de millones de personas. Las emisiones de CO2 relacionadas con la energía para 2021 aumentaron un 6%, alcanzando su nivel más alto hasta la fecha y eliminando por completo las disminuciones relacionadas con la pandemia.
Para evitar los peores efectos del cambio climático, como se establece en el Acuerdo de París, las emisiones globales de gases de efecto invernadero deberán alcanzar su punto máximo antes de 2025 y luego disminuir en un 43% para 2030, cayendo a cero netos para 2050. Sin embargo, esas emisiones crecerán casi un 14% en la próxima década.
Entre los conflictos que asolan a múltiples países, la guerra en Ucrania está creando una de las mayores crisis de refugiados de los tiempos modernos. Hasta mayo pasado, más de cien millones de personas se habían desplazado en el mundo.
Asimismo, esa conflagración ha disparado los precios de los alimentos, los combustibles y los fertilizantes, perturbando aún más las cadenas de suministro, el comercio mundial y los mercados financieros. También amenaza la seguridad alimentaria mundial y los flujos de asistencia.
Los países y grupos de población más vulnerables del mundo sufren de manera desproporcionada todas estas afectaciones, con las mujeres a la cabeza de las pérdidas de empleo y un mayor trabajo de cuidados en el hogar, además de encarar una violencia doméstica exacerbada por los confinamientos de la pandemia.
Los jóvenes continúan siendo los más perjudicados por el desempleo, y el trabajo y el matrimonio infantiles van en aumento.
Los países menos adelantados luchan contra un crecimiento económico débil, una inflación creciente, grandes interrupciones en la cadena de suministro, incertidumbres políticas y una deuda insostenible.
Finalmente, el mundo se encuentra frente a una disyuntiva que definirá su futuro: abandonar los compromisos de ayudar a los más vulnerables, o redoblar los esfuerzos por revitalizar la marcha hacia un futuro sustentable y construir un mejor porvenir para las personas y el planeta en los años venideros.