+ La Decadencia de la Política Abrió la Puerta al Populismo Rancio; Raymundo Martínez no escuchó y menos dialogó con locatarios; su carta a Delfina Gómez
La frase:
Alfredo del Mazo Vélez fue el primer gobernador priista del Estado de México de 1945 a 1951. Ahora, el último gobernador priista, nieto del antes mencionado, es Alfredo del Mazo Maza, de 2017 a 2023. La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa.
KARL MARX
EL DETALLE: El viernes, durante la visita de Raymundo Martínez Carbajal al mercado Hidalgo, caminó desde Valle de Bravo, donde tienen su consultorio sus hermanas hasta las calles de Tlalnepantla e Ixtlahuaca, para observar cómo quedó lo recién bacheado y pintado.
Por cierto, las escalinatas de acceso al mercado, quedaron muy bien pintadas de amarillo, pero todas rotas por el uso de hace muchos años.
Y en su visita mostró por qué los locatarios no lo quieren. Resulta que en el negro régimen de Juan Rodolfo Sánchez Gómez, elevaron en exceso las cuotas por el derecho de piso, a la manera de los gangsters y desde el año 2020 los locatarios no pagan ese derecho, precisamente por su alto costo.
Pretendieron hablar con el alcalde Martínez, pero sus guardias, que no son otra cosa que policías disfrazados de civil, se los impidieron, y el alcalde cuando llegó hizo como si la Virgen le hablara.
Muy distinto de cuando pidió el voto, que saludó de mano a todos ahora, ni los peló.
Dicen los que saben que Raymundo le envió una carta a la casi gobernadora electa, Delfina Gómez Álvarez, en la que le solicita una reunión para abordar temas del municipio.
Se suscribió como un aliado de la futura gobernadora e hizo sobresalir la necesidad de colaboración entre el gobierno estatal y el ayuntamiento. Además, dicen que señaló el rezago de obras estatales del gabinete del que él formó parte.
¿Lo recibirá la maestra o lo hará esperar meses como él lo hace con los ciudadanos que solicitan verlo?

La Decadencia de la Política Abrió la Puerta al Populismo Rancio
Para las generaciones de mexicanos de mediados del siglo pasado, lo que se está viendo en el México actual es el reencuentro con la política populista de los años 60, 70 y 80, como respuesta a la oleada juvenil del 68 en demanda de democracia, libertad, justicia, pluralidad y transparencia, con los gobiernos de Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo, enfermos de poder que trataron de imponer sus delirios egoístas con la fuerza de la bota militar, y terminaron sumiendo a la nación en una gran crisis económica, política y social.
Cuando asomaba la recuperación integral de la República, producto de la nueva oleada por la democracia encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, sumando liderazgos de todas las ideologías como Ifigenia Martínez, Manuel Clouthier. Heberto Castillo, Arnoldo Martínez, Rosario Ibarra, y tantos otros que se fueron sumando a la lucha hasta abrir las puertas de la pluralidad democrática en los Congresos tanto federal como locales, y en los gobiernos estatales y municipales, pero sobre todo con la alternancia política en la Presidencia de la República en el año 2000, y a partir de ahí con los contrapesos políticos a través de las instituciones autónomas del Estado, como los órganos Electoral, de Derechos Humanos, de Transparencia, de Cultura, de Ciencia y Tecnología, de Competencia Económica, de Evaluación y Fiscalización, el Banco de México, que fueron obligando a las autoridades a una permanente rendición de cuentas.
El fracaso de la derecha mexicana en el poder presidencial, con los gobiernos de Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa; lo mismo que el retorno del PRI a esa instancia gubernamental con el gobierno de Enrique Peña Nieto, parecieron marcar un retroceso en la lucha progresista, pero los caminos de la democracia seguían abiertos y ello permitió alentar nuevas esperanzas progresistas bajo la bandera de la transformación que enarboló Andrés Manuel López Obrador.
Tanta era la necesidad de consolidar la pluralidad democrática en México, que la sociedad mexicana dio un triunfo contundente al naciente Movimiento de Renovación Nacional (Morena) para encumbrar en la presidencia de la República a su líder Andrés Manuel López Obrador, quien remachaba sus compromisos de acabar con la corrupción, la antidemocracia, la impunidad, la violencia, la pobreza, el desempleo, el nepotismo, el tráfico de influencias y el abuso del poder.
Todavía, al rendir protesta como nuevo Jefe de la Nación, Andrés Manuel López Obrador refrendó en la plaza de la Constitución todos estos compromisos, pero en cuanto se sentó en la Silla embrujada, a la que se refería Emiliano Zapata, sintió el halo de poder que impulsó a Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo a ejercer un presidencialismo totalmente centralista y populista, cerrando todas las puertas del diálogo, eliminando todos los contrapesos en los poderes legislativo y judicial; cancelando toda vigilancia desde los órganos autónomos como el INE, el INAI, la CNDH, el Banco de México, el Órgano Superior de Fiscalización, el CONEVAL, el INEGI, CONACYT, el CIDE; refugiándose bajo las bayonetas de las fuerzas armadas y su ilegal espionaje a los luchadores sociales; en la arbitraria irrupción de la autonomía Fiscalía General de la República, la Unidad de Investigación Financiera (UIF) o del Sistema de Administración Tributaria (SAT) para amedrentar, perseguir y encarcelar a los opositores que rechazan el renacimiento del autoritarismo presidencial.
La elección del 4 de junio en el Estado de México convirtió nuevamente a la entidad mexiquense en el laboratorio electoral con el ensayo del Plan C orquestado desde Palacio Nacional para asegurar el triunfo de Morena con la concurrencia anticonstitucional de los gobiernos estatales morenistas, de las fuerzas armadas, del gobierno capitalino y de las autoridades federales, con miras a replicar el ejercicio autoritario en todo el país en la próxima elección presidencial del 2024 hasta alcanzar la anhelada meta de imponer un gobierno totalitario, donde uno manda y todos obedecen, por las buenas o par las malas.
Los ataques unilaterales, arbitrarios, dolosos y sin derecho de réplica desde el poder presidencial absolutista hacia las voces críticas de la prensa, la academia, la cultura, la defensoría de los derechos humanos, los grupos de la sociedad civil en defensa de la democracia, se estarán intensificando, a la par que se irán agudizando el fortalecimiento de los grupos criminales, las masacres, los asesinatos, los desaparecidos, las extorsiones, el desempleo, la pobreza extrema y el abuso del poder, todo con tal de concentrar el poder absoluto en una persona.
El escenario de la vida democrática de la nación luce muy crítico hacia la gran cita electoral del 2024, en la medida en que se van cancelando todas las puertas y ventanas que daban entrada, participación y esperanza de diálogo, de pluralidad política, de libertades ciudadanas, de negociación política, de protesta e inconformidad, de aceptación de los errores, de entendimiento para corregir el rumbo de la nación, y de reconocer las legítimas aspiraciones y triunfos de los grupos opositores al régimen, a tal grado que a muchos desalienta.
Tan crítico es el escenario que ahora no solo se utiliza a las fuerzas armadas para reprimir a las voces que claman democracia, libertades y justicia social, como se hizo en los gobiernos de los 60 y 70, sino que ahora se les habilita como operadores de aduanas, puertos, aeropuertos, administradores de bienes y servicios públicos, poseedores del mayor presupuesto de la nación por encima de la educación o la salud, con la nómina más elevada de elementos a pesar de que la inseguridad, la criminalidad, las persecuciones, los despojos, los asaltos y las extorsiones se incrementar alarmantemente en las rurales y urbanas, en los caminos, carreteras o autopistas, en los comercios, las zonas habitacionales, los centros turísticos o las industrias, no hay un sitio donde las familias mexicanas puedan sentirse tranquilas y seguras. El Ejército como guardián del autócrata.
Las fuerzas democráticas de la sociedad se siguen organizando para derrocar en 2024 a quienes consideran traidores de la lucha democrática al instaurar un régimen autoritario y totalitarista, y deben salir airosos por el bien de México, ¿no le parece a usted, estimado lector?