+La gobernabilidad extraviada entre paros carreteros y protestas campesinas en el país del “todo está bien”: En el día de la no violencia en contra de las mujeres, es hora de reconocer lo que fallamos
La frase:
La igualdad es el primer paso para erradicar la violencia
REFRÁN POPULAR
El lunes de la patética autoridad y el caos vial
Después de una patética negociación de la Secretaría de Gobernación del país, este lunes fue un caos para miles de personas en diferentes carreteras y autopistas del país entero a consecuencia del enésimo bloqueo a cargo de transportistas y de productores agrícolas del país.
El panorama fue desastroso para miles de ciudadanos que simplemente no pudieron llegar a sus destinos, sea para estudiar, trabajar o realizar alguna otra actividad productiva, pero el efecto fue el mismo: retrasos infinitos y pérdida de horas/hombre en perjuicio económico de muchas y muchos ciudadanos.
En tanto, en Palacio Nacional, simplemente se limitaron a considerar a los protagonistas de estos bloqueos como sólo ellos lo saben hacer: subversivos, derechistas o miembros de un pasado priista y panista, sin reconocer que esas personas sí tienen causas de fondo para actuar de esa manera, para de repente bloquear toda actividad productiva, echarle a perder el día a miles y protestar por lo que consideran razones justificadas como las que ellos abanderan.
Y es que un campo improductivo, un cultivo en el que se invierten mil pesos y se obtienen 500, con todo y ganancias, es causa tan justa como los miles de asaltos que ocurren todos los días en las carreteras del país, los choferes que han sido secuestrados en sus fuentes laborales y los están extorsionando por casa kilómetro que pretenden recorrer.
Esas causas sí son justas, pero el gobierno de la Cuarta Transformación no lo pretende reconocer, nunca, primero muertos que dar la razón a quien sí lo tiene. Es preferible acusar como enemigos a todo aquel que se atreva a pensar y actuar de manera diferente.
Hoy todos son sus enemigos, toda causa ajena es condenable, todos están en contra de lo que los allegados a López Obrador. Se trata de hacer una zanja cada vez más profunda entre la mayoría de los mexicanos y su grupo. Porque ellos no son mayoría, se creen mayoría, pero no lo son.

El país entero tiene que padecer con este tipo de expresiones como los paros de labores de los transportistas, como las movilizaciones de los trabajadores del campo, porque son tan inútiles como sus intentos de conciliar con la inconformidad, con la adversidad, con quienes piensan diferente.
Y la pregunta sería: ¿cuál es la opción para los que piensan igual? Lamentablemente no hay opción, debemos aguantar, esperar hasta la próxima oportunidad electoral, pero no con mucha fe, porque lo más seguro es que cambiemos para seguir iguales. A estas alturas del partido todavía no despunta ningún personaje como para prever quien será el o la candidata de esa banda en las próximas elecciones, pero lamentablemente para entonces serán cada vez más a los que ya hayan convencido de seguir respaldando ese proyecto, a cambio de unos cuantos pesos traducidos en becas y otras prestaciones a cambio de no hacer nada.
La verdadera transformación apenas está en ciernes, en unos cuantos de las nuevas generaciones que cada vez se expresan más y más fuerte en contra del modelo político-social que hoy domina al país, porque ni los agricultores van a lograr un mejor precio en el mercado para sus productos, ni, lamentablemente, van a dejar de ocurrir los asaltos carreteros, las extorsiones y todos los riesgos que hoy enfrentan los choferes de transporte público y de pasajeros en las carreteras del país.
Ellos saben que la gente ya se está acostumbrando a vivir mal, a la represión disfrazada y a la fuerza de un estado imperativo y selectivo en contra de quien dirige sus ataques. Pero se les olvida que hasta el amor acaba, que todo cansa, y la gente se está comenzando a cansar, a fastidiar. Este año llevamos dos violentas manifestaciones que nadie quiere que se sigan multiplicando, por lo que más nos valdría cambiar de ruta, de modo de negociar y canalizar esa protesta social para algo mejor para el país que agarrarse a trancazos en las plazas públicas del país.

La lucha por la no violencia acabará nuevamente en… violencia
Este martes 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la No Violencia contra las Mujeres. Nuestro mayor respeto para esa fecha tan especial, pero nuestro rechazo total en contra de cualquier expresión de violencia desenfrenada, sobre todo aquella que se libera detrás de un tema tan delicado y de gran importancia como éste.
Desde las 10 de la mañana están convocadas diversas marchas de mujeres para alzar la voz, a lo cual tienen absoluto derecho, porque lamentablemente no hemos sido capaces de frenar la oleada violenta contra ellas, la cual cada año cobra cientos, miles, de vidas lamentablemente.
Lo malo es que una fecha tan especial, en los últimos años ha sido el mejor pretexto para que las ciudades más importantes del país sean escenario de expresiones violentas en las que mujeres son protagonistas. Con los colores morado y negro dominando sus vestiduras, otra vez las del sexo femenino seguramente se lanzarán a las calles a destruir locales comerciales, romper vidrios y destruir todo lo que encuentran a su paso.
Es una lástima, pues son ellas el mejor ejemplo de delicadeza que así deberían conservarse, las causas de fondo en este tipo de protesta quedan siempre hundidas en las noticias sobre la violencia y la destrucción causada por las mismas protestantes.

Lamentablemente las voces de queja auténtica en contra de las desapariciones y feminicidios serán superadas por el conteo de cuántas policías resultaron golpeadas o qué centros comerciales fueron avasallados por las que protestaron vestidas de negro, embozadas y con algún pañuelo de color morado para significar que eran mujeres.
Y no es una crítica en contra de ellas, pues ellas tienen suficientes razones para protestar, como quiera que sean sus causas, y lamentablemente han vivido tantos años sometidas a violencia, que algún día tenían que estallar. Tendremos que aprender a soportar aquello que los hombres causamos con la suma de los años. Somos víctimas de nuestras propias formas, tendremos que enfrentar lo mismo que nos encargamos de crear al paso de los años.
Nuestros mayores respetos para ellas y, de paso, una disculpa por todo lo que hemos hecho mal al paso de los años. Ojalá algún día sean capaces de perdonarnos tanta violencia, tantos golpes que materialmente los hombres les han propinado. Ya es tiempo de perdonar, de someter a castigos extremos a quienes se atrevan a seguirlas lastimando de una forma u otros, y de tomarnos de la mano para seguir caminando juntos en la construcción de una sociedad mejor en la que seamos capaces de lograr que no haya ni una menor y ni un caso más de mujeres maltratadas.

