LA REINA VESTIDA DE AJEDREZ
Una mesa de billar
Que sirva como mesa de noche
Como mesa de comedor
Como mesa de noche otra vez, pero al mediodía
De comedor
De trabajo
Y hasta de escritorio
Y hasta quizá para dormir
Aunque dura
El alma lo suaviza todo
Un marco de puerta
Un marco para un cuadro
Como la antigua moneda
Uno teórico
Y otro para ponerte dentro de él
Un sol
Como estrella
Como astro
Como billete
Un sol como tú
o escondido en un girasol.
La piel de manzana
Acaramelada y roja
A la salida del circo para que tu niña disfrute
La piel como forro de tu cuerpo
Estampado con mis labios que recibiste
–podrías no usar ropa y ya estar vestida–
Y luego las palabras
Sin esdrújulas
Sin erres grandes,
Quedándonos con las suaves
Y por qué no
reconciliándonos con los gerundios
De tan mal aspecto
yo los reivindico
Y también los reivindico perdonándoles todo
Siempre encerrados,
Y con muy mala fama
Para ese canon poético de última
Y de Manual
Y luego al principio
Siempre tú
Con tus piernas cerradas
Los codos invisibles
La sonrisa inclinando la cabeza
La voz sabia
A ritmo de música baja
Y la historia nuevamente.
Quizá en su segunda parte,
Como el libro de libros
En un solo idioma
Donde todo se entienda para que el diccionario muera
Y el idioma de la torre de Babel
Sea como en un principio
Uno solo, una sola,
Como tú.