LA TORRE DE LULIO DE AGUSTÍN JIMÉNEZ
En una tarde del otoño del 2013, hace casi una década, caminaba por la calle de Ozuluama de la colonia Condesa de lo que entonces conocíamos como el Distrito Federal, disfrutando de grandes placeres de la vida como lo son el caminar, tomar café, conversar y andar a la caza de libros para mi biblioteca, cuando me tope con un escaparate de dimensiones pequeñas que exhibía libros que de inmediato captaron mi atención.
Un tanto escéptico entré a ese local para mi gusto, muy pequeño, pero en donde encontré grandes y gratas sorpresas, empezando por la recepción cálida, amable y educada de quien después supe que era el dueño y me estoy refiriendo al librero, escritor y poeta Agustin Jiménez Sánchez, quien tiene dentro de su trayectoria, además de varios libros escritos, el Premio Nacional de Poesía.
Recuerdo que le pregunte por algunos títulos de la colección que sobre el poder en México había escrito Luis Spota; me mostró algunos y me comentó que estaban por llegarle varios desde Torreón de una biblioteca de alguien que recientemente había fallecido, quede de volver y desde entonces, lo visito frecuentemente, al grado que a la fecha, somos grandes amigos.
Le digo a mi amigo Agustín que es el Spotify de los libreros, más tardo en preguntarle por uno, cuando ya lo tengo en mi mano, además, te orienta y te sugiere. Cómo la plataforma de música, te va armando tus listas de acuerdo a tus gustos y preferencias de libros. Cómo le he aprendido a mi hermano Agustín.
Y es que he querido ahora platicarles de los libros, a propósito de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y reconociendo que vivimos tiempos en donde es imperativo enfrentar el panfleto con pensamiento y el exabrupto con reflexión reivindicando nuestra capacidad de crítica y para ello, los libros son nuestra mejor compañía.
No leáis para contradecir o impugnar, ni para creer o dar por sentado, ni para hallar tema de conversación o de disertación, sino para sopesar y reflexionar, decía Francis Bacon.
Cada día que pasa recibimos un mayor volumen de información, pero cada vez nos cuesta más entender nuestro entorno. La nueva ignorancia no se basa en la ausencia de información, sino la dificultad de interpretarla y entender cómo nos afecta. Desatada la barbarie que se alimenta de medrar polarizando a los mexicanos, les dejo una frase de una mujer excepcional, Marie Curie: No hay nada en la vida que debamos tener, sólo debemos entender que ahora es el momento de entender más, para que podamos temer menos.
Las nuevas generaciones están obligadas a regenerar la política. Si quieren preservar la democracia, voten por políticos que respeten las instituciones que investigan y publican la verdad. Voten por un partido que le diga a la gente que tiene derecho a elegir el gobierno que quiera, pero que no puede elegir la verdad que quiera. Los libros nos libran.
Bien lo decía Eduardo Galeano: Me gusta la gente sentipensante, que no separa la razón del corazón. Que siente y piensa a la vez. Sin divorciar la cabeza del cuerpo, ni la emoción de la razón.
Ya estamos en el ocaso del 2022, en diciembre, el último mes del año, en donde van y vienen regalos acompañados de abrazos y buenos deseos para el porvenir. Lo invito a que regale libros y que se haga el propósito de superar su meta de lectura del año anterior, como dicen: lee al menos una hora diaria, pero si no tienes el tiempo, entonces necesitas leer dos.
Encanto de los libros, doble seducción de los libros antiguos, de segunda mano, las ediciones raras, las primeras ediciones, los libros firmados y los dedicados, los libros de colección y los que son un placer cada ocasión en que lo abrimos, cada ocasión en que estamos dispuestos a leerlos.
Los demasiados libros, ésos, los inconseguibles y que son la búsqueda gozosa o el pretexto para visitar las librerías llamadas de viejo o de segunda mano.
En la CDMX existen muchas librerías de segunda mano, cada vez son menos, lamentablemente, ya que en sus anaqueles se guarda la memoria y la cultura del mundo. La cultura y no la información, que esa se encuentra en cualquier parte.
Como ya les platicaba en líneas anteriores, conozco una librería de alcurnia, que no de viejo ni de segunda mano, La Torre de Lulio en la colonia Condesa ubicada en Fernando Montes de Oca 38, librería de prosapia con 26 años de ofrecer libros antiguos, libros raros, primeras ediciones firmadas y dedicadas por nuestros grandes autores.
Librería donde es posible encontrar una primera edición de Juan Rulfo o de Octavio Paz o libros dedicados por Rosario Castellanos o encontrar también, la primera edición de la Historia de Méjico de Lucas Alamán editada en 5 volúmenes entre 1848 -1851, o el libro que Bernardo Reyes le dedicó a Porfirio Díaz en 1903, espléndida edición con repujado en oro en su lomo y varios grabados espectaculares en sus interiores, editado curiosamente en Madrid y que es una rara pieza buscada por coleccionistas y Universidades, por su extraña belleza e inusual edición.
Pero no solo ediciones raras o firmadas vamos a encontrar en La Torre de Lulio, no, también encontraremos los libros esenciales que forman el acervo clásico de toda biblioteca culta y por supuesto, civilizada. Idea confusa en estos tiempos lamentables de perversión y ofuscación intelectual. Mejor, para poder acceder a un espacio civilizado, invito a los lectores y a quienes quieran serlo a La Torre de Lulio. Librería donde los encuentros con los grandes autores, vivos o muertos, por fortuna, todavía es posible. Por último, recordemos que todo lector inteligente, sabe que la cultura muy pocas veces nos deja solos. Ya que siempre estamos en gozosa compañía.