LAS TOALLAS DE LOS POLÍTICOS PRIISTAS
“Nunca confíes en la fidelidad de un traidor”. William Shakespeare
A propósito de los recientes y muy lamentables acontecimientos, les platicaré de las toallas de los políticos priistas:
No van a faltar quienes digan: hay priistas que ya tiraron la toalla;
Otros ametrallarán con el clásico: les aventaron la toalla desde su esquina.
Lo cierto es que todos los políticos tienen su propia toalla, la usan a diario y muchos, tienen su toalla grande, para la casa grande y otros, su toalla chica… no sean mal pensados.
Algunos, medraron gracias a la toalla y aprendieron a ser traidores desde que les gritaban en tono imperativo: — trame mi toalla — Cuando supieron el alcance del adjetivo, se engolosinaron para transformarse en verdaderos traidores. Vaya paradoja: los carniceros de ayer, son las vacas sagradas de hoy.
Habrá quienes las usen para secarse las manos después de lavárselas; Otros, para limpiarse el sudor de la frente de tanto caminar para pedir el voto; el destino de estas toallas, acaso será en su egoteca acompañando todos sus nombramientos como militante, sus constancias de mayoría en una elección; sus fotos con sus padrinos políticos, o vaya usted a saber que tantos objetos de culto, símbolos y emblemas conserve de esas épocas doradas de su partido.
Acaso habrá quienes las lleguen a usar para taparse la cara de vergüenza al enfrentarse a sus familiares y círculos de amigos a quienes acudió en múltiples ocasiones para pedirles su voto a favor del tricolor.
Algunos, afortunadamente los menos, quemaron sus toallas al no lograr desmancharlas de la sangre de sus perversidades.
Otros, usaron sus toallas para envolver sus fajos de billetes al tocarles una rebanada del pastel de las prerrogativas.
También habrá quienes la seguirán agitando en los mítines con la esperanza de que algún día los volteen a ver y los incluyan en las anheladas y famosas listas.
Pero de lo que sí estoy seguro, es de que una gran mayoría, doblará su toalla para meterla a su maleta e irse a tirar en este verano a la playa de su preferencia, como un bálsamo para destilar su shock post-traumático al ver traicionados los principios de su partido para convertirlo en mero comparsa. Y reflexionar, qué cause tomará su vocación y gusto por la política.
Otros, para limpiarse las lágrimas al recordar aquellos tiempos cuando el tigre de televisa presumía diciendo: Televisa es el soldado del PRI; años después, 1997, el tigrillo llegaría a corregir: El PRI es el soldado de Televisa. Y ahora, el PRI pasó de actor principal a tramoyista de la política nacional.
De lo que no tengo la menor duda, es de que los verdaderos políticos nunca van a tirar la toalla, si acaso, la lavarán muy bien y cuidarán de no contaminarla con dirigentes psicópatas, la tendrán lista y bien afelpada para lo que se ofrezca desde cualquier trinchera.
Se irán tranquilos y con la frente en alto, porque saben que ellos nunca fueron desleales al PRI que les detonó su emoción social para participar en política; ese PRI, dejó de existir hace muchos años; al menos desde que llegó un tal Ochoa Reza, envuelto en tecnocracia y que pronto convertiría al partido en una verdadera desgracia.
A manera de epílogo de esta aseada columna, le endulzaré la vida con una suculenta mesa de postres franceses:
Aprovechen esta pausa estival leyendo alguno de los libros acerca del célebre Talleyrand, uno de los hombres que mejor han conocido el arte de abandonar las causas perdidas.
O bien, repasen a Francois Mitterrand quien alguna vez sentenció: “He verificado con frecuencia que el buen manejo de un error vale más que ciertos éxitos. Así lo enseña el arte del ajedrez, que consiste en aprovechar los errores cometidos. Más que despistarlo a uno, confunden al adversario. Creo, en fin, en las virtudes de la improvisación, siempre que se tenga en cuenta que ésta es un ejercicio prolongado”.
Cerraré con Jacques Chirac: “Uno ya no puede tener amigos. Este es uno de los costos del poder: hay que dejar el corazón en el guardarropa”.