LLEGARÁS, JUSTO CUANDO DEBAS LLEGAR.
Ni antes, ni después; llegarás justo cuando debas llegar.
Suelo decirle a mi hijo cuando llega a estresarse por el tiempo, cuando tiene alguna cita o actividad a la que le urge llegar: — Hijo tranquilo, vas a llegar. — — pero papá — me dice él — ve más rápido, no quiero llegar tarde — a lo que yo respondo entendiendo su afán: — Ni antes, ni después; llegarás justo cuando debas llegar. —
Jesucristo decía enseñando a sus discípulos lo siguiente:
“Así que, no se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. ¡Ya bastante tiene cada día con su propio mal!”
De manera que; la clave de todo es vivir sin afanes cada día.
Por favor, no mal interprete mi dicho, vivir sin afanes, nada tiene que ver con vivir descuidadamente, sin importarnos nada, por el contrario, justo como se lo digo a mi hijo: Ni antes, ni después; llegarás justo cuando debas llegar.
El tiempo se cumplirá de cualquier manera, la diferencia es como o con que actitud avancemos ante él.
Permítame explicar mi punto; ni el hábito de ser puntuales o el valor de ser responsables, justifican los afanes.
Este vocabulario en su etimología proviene del verbo “afanar” aunque se compone del término árabe “fanā” que significa agotamiento por pasión y a su vez del latín “affannare” de origen incierto, implícitamente conlleva tanto apuro por hacer algo, como desesperación por lograrlo o cumplirlo.
Pudiera pensarse que afán por las cosas habla de interés o cualidad, pero dista de serlo ya que afanarse, habla no tan sólo del deseo por realizar tal o cual asunto, sino que además infiere un camino de agobio por no lograr cumplir o hacer lo que se desea.
Ser responsable de tus actos o de tus deberes es sin duda un gran valor y si a este le agregas el hábito de ser puntual, definitivamente, quienes tengan asuntos o negocios pendientes contigo, te lo van a agradecer muchísimo, sin embargo, el afán tiene que ver más bien, precisamente con el “cómo” y definitivamente denotará también la condición de tu estado tanto emocional, como el equilibrio de tu vida con respecto a tu capacidad de mantenerte estable y firme ante las situaciones de presión o estrés, e inclusive aquellas actividades que demandan de alguna forma una mayor atención.
Lo que enseñaba Jesús entonces a sus discípulos cobra un especial sentido cuando de la vida se trata.
Aprendamos a vivir con equilibrio y dedicación, pero sin perder de vista el camino y el verdadero sentido de las cosas, de nada sirve que yo exponga mi vida y la de mi hijo por llegar pronto a un lugar, en cambio, será mejor, cuidar salir con holgura de tiempo que salir corriendo; es mejor ser puntual en paz que con los nervios desechos por tanto estrés, ¿no lo creen?
Muchas gracias.