Lo cortés no quita lo valiente
Podríamos dar muchas definiciones que nos dieran un acercamiento a lo que significa e implica la cortesía. Por ejemplo, la podemos entender como el conjunto de estrategias que los hablantes utilizan de manera sistemática para asegurar y modificar el estatuto de sus relaciones sociales: para mejorar el trato amistoso, o para establecer un clima de respeto mutuo. Muy aceptable lo que se señala. También podemos enfocarnos en las palabras y frases que utilizan los jóvenes para comunicarse con sus semejantes, en el sentido de que se podría pensar que están lejos de ser incluidas en la lista de las palabras que denotan un trato cordial y respetuoso. Sin embargo, ellos han generado en su ideolecto para sí, un lenguaje diferente en el cual el uso de expresiones soeces es más bien una forma diferente de ser en un contexto de pasiones de interacción que ponen de manifiesto la gran expresividad que los conduce a exteriorizar su ideología, sus nociones de mundo, resaltando en su esplendor un aparente mundo conflictivo del cual se esmeran en sobrevivir.
Esta interrelación se irá modificando en la medida que va generando contexto, claro está, siempre en función del bien común. Si nos quedamos sólo pensando en aquello que genera el ego habría que distinguirlo, dado que los jóvenes estarán apenas en la búsqueda de su ser, de sus misiones de vida y aún el ego domina porque tiene más relevancia el exterior que el interior. Por ejemplo, en este contexto será común encontrarse con amigos que se tratan de Hijuetantas para arriba, es decir, los muchachos han cambiado el concepto de cortesía; para ellos, el hecho de decir groserías entre sus amigos, no es para nada descortés, esto implica que para ellos no hay ninguna amenaza de su integridad como personas. Dirán: somos corteses a nuestra manera. Sin embargo, este a su manera podría implicar que la cortesía fuera simplemente una actitud utópica y sofisticada, que tenemos que asumir para no tener problemas con los adultos, es decir, con las buenas costumbres y las normas sociales. Entonces, de esta manera los jóvenes enmarcaran la cortesía como un elemento impuesto por una autoridad aun cuando ésta sea papá, mamá o inclusive la sociedad misma o la figura de autoridad de un entorno social específico.
Así es que valdría la pena señalar que sería conveniente mirar la cortesía como un elemento de convivencia para el bien de todos, para generar alegría en los que nos rodean e ir un poco más allá del límite de la autoridad de lo correcto, de la creencia o tradición con la que crecimos. Esto estando conscientes de que la raíz de nuestra cortesía está determinada por nuestros mitos, creencias y tradiciones. A pesar de ello, la cortesía es mucho más poderosa cuando se determina por el ser, por nuestra misión de vida, por el porqué y para qué estamos acá.
Ahora bien, hablemos de la cortesía desde los estudiosos: Una teoría aceptada es la de Brown y Levinson, sobre todo en el tema que tiene que ver con lo que se conoce como imagen positiva e imagen negativa, de esta manera, la cortesía se puede entender de dos modos diferentes. En primer lugar, la cortesía se define como un conjunto de normas sociales, que se establecen en cada sociedad y regulan el comportamiento de sus integrantes. Lo que se ajusta a la norma sería cortés, mientras que lo que no se ajusta a la norma sería descortés. En segundo lugar, podríamos hablar de una estrategia conversacional capaz de evitar conflictos y mantener buenas relaciones entre las personas. En este caso, la cortesía se basa en el concepto de imagen pública, que hay que proteger y, para ello hay que evitar dañarla. Como decíamos más arriba, los vocablos que utilizan los jóvenes para dirigirse a los demás son catalogados como malapropismos, que culturalmente significan falta de educación, cortesía o delicadeza, pero los muchachos utilizan todo el tiempo, de manera amistosa y de confianza. Por ejemplo, en una conversación entre jóvenes no es raro escuchar cómo las madres de los hablantes salen a relucir a cada momento, sin que ellas tengan nada que ver en la conversación… La imagen positiva es aquella que la persona tiene de sí misma y que aspira a que sea reconocida por el resto de miembros, esto es, que los demás acepten su forma de ser y actuar.
Esto se resume a que las acciones de las personas están enroladas a su entorno y su visión de vida. Por otra parte, la imagen negativa se refiere al deseo de cada persona de que sus acciones no sean impedidas y se afiance su derecho a la intimidad. Desde esta perspectiva, generemos estrategias de comunicación que sirven para mantener una imagen positiva y defender la imagen negativa ante el oyente.