LOS CALLEJONES…

Views: 415

Si sus libros sobre casas antiguas son prueba fehaciente y hablan de la riqueza artística y arquitectónica que tuvimos en el pasado —por allá a fin de siglo XIX y principios del XX—. El leer sus textos permite, afortunadamente, que recuperemos conciencia de algunas casonas que a través de sus investigaciones y estudios minuciosos se convierten en el pasado que nos habla de la belleza con que se creaban los hogares de nuestros antepasados. Escribio textos que son joyas bibliográficas al darnos fechas de lo que era y es, nuestro patrimonio cultural. Leer sus investigaciones sobre callejones es otro tema interesante, para comprender y conocer la ciudad que no terminamos por conocerla suficientemente. Se debe entender que la función de los cronistas, es porque parten de una actitud juiciosa y apasionada, son actores principalísimos, que comprueban con hechos: por lecturas o vivencias, las riquezas culturales hechas por la mano del hombre y la mujer, artistas que fueron y son en muchos años del pasado y el presente.

Los callejones… de Toluca, ¿cuántos tuvo y tiene aún la ciudad?… Durante su larga carrera de más de cuarenta años como estudiosa, investigadora y escritora apasionada de la historia y la crónica, trae una buena cantidad de sabios historiadores, escritores de época y cronistas o virreyes y reinas; el mundo de Margarita fue un mundo mágico que pocos entendíamos en su cotidianidad. Que poco podíamos saber ante la necesidad de tener que dirigir museos en diversas épocas más allá de sus tareas para las que vino al mundo: contar hechos y sucesos del pasado o el presente con la voz de quien ama la historia y defiende su vocación de cronista. Citaba a autores dándoles su autoría, lo hace con el escritor venido de Michoacán a residir a la ciudad, Leopoldo Zincúnegui Tercero, escritor querido en Toluca del cual cita Margarita: Una noche, a eso de las doce —hora de los fantasmas y las brujas—, un disparo, que por la estrechez del Callejón debió de oírse formidable, vino a interrumpir el tranquilo sueño del vecindario, haciendo que los amedrentados colindantes, todos temblorosos y a medio vestir, salieran, cada quien de su casa, como búhos de su nido, a enterarse del motivo de aquella inesperada detonación, que había sembrado el pánico y la zozobra en más de cuatro espíritus pusilánimes. Para quienes tuvimos la fortuna de ser niños en los inicios de mitad de siglo pasado, era una fortuna el que nos espantaran callejones y leyendas que les sostenían, ante vecinos de dentro y fuera del mismo. La lectura de este escrito de Leopoldo hace comprender el porqué se le recuerda tanto en la capital mexiquense. Un escritor que, como tantos, llegó a esta ciudad a dar cultura, noble corazón, obras escritas que son recordadas y patrimonio nuestro.

De los antiguos callejones de San Felipe, Cruz Verde, Urbina y de los Pajaritos, cuenta Margarita: Con la antigua Casa del Moro se inicia en la actualidad la calle de Pedro Ascencio, que termina en la calle de Valentín Gómez Farías. Hace más de 100 años, la calle de Pedro Ascencio recibió distintos nombres en los diferentes tramos que la componen. De acuerdo con el Plano de Nomenclatura de la Ciudad de Toluca elaborado por Miguel Solalinde en el año de 1894, la actual calle de Pedro Ascencio se llamó, en diversos tramos, callejón de San Felipe, callejón de Cruz Verde, callejón de Urbina y el callejón de los Pajaritos. Pedro Ascencio, un héroe guerrillero que no tuvo la fortuna de ver libre del imperio español a México, pues falleció meses antes de que se firmara el Acta de Independencia el 27 de septiembre de 1821. Mano derecha de la lucha por la libertad del general Vicente Guerrero, fue con mucho el hombre y líder independentista más importante para el sur de nuestra entidad. Cuando la misma era el extenso territorio de lo que fue el Estado de México al nacer el 3 de marzo de 1824. Dice la historiadora al respecto: Así, la calle que principia en la avenida Sebastián Lerdo de Tejada y que concluye en la actual avenida Valentín Gómez Farías —antiguos callejones de San Felipe, de la Cruz Verde, de Urbina y de los Pajaritos— se unificó, en 1904, con el nombre de calle de Pedro Ascencio. Varias de las calles importantes de Toluca pusieron su huella liberal por lo que las calles se diversificaron y aparecieron los nombres de nuestros recordados independentistas y de aquellos de la Reforma. Un el estudio de sus calles está la ideología que ha imperado desde fin de siglo XIX a la fecha con ese sello que le identifica a través de su mejor escuela de vocación libertaria: el Instituto Literario de Toluca nacido el 3 de marzo de 1827.

Los callejones de fama reconocida, cito a Margarita: La ciudad de Toluca contaba en el año de 1900 con 25 mil 940 habitantes, incluyendo el casco de la ciudad y los barrios que la circundaban. En relación con el casco de la ciudad, sus límites, en 1900, eran los siguientes: por la parte poniente llegaba hasta la Alameda, la que, al igual que el cerro de El Calvario, se encontraba en las orillas de la ciudad; por esta zona se encontraban los barrios de la Garceza, San Bernardino y la Teresona. Por el sur llegaba hasta el Instituto Científico y Literario, cuya facha principal daba a la avenida Constituyentes y la facha posterior a la calle de José María Heredia, actual calle de Valentín Gómez Farías; paralela a José María Heredia estaba la calle de Ramón Corona, actual Juan Álvarez, que era la última calle de Toluca por el sur. Al sur de la ciudad se encontraban los barrios de las Víctimas, del Calvario y del Instituto.

Aún me pregunto que llevó a cambiar los nombres de las calles, pues Ramón Corona es otro personaje importante de nuestra historia patria. Y el caso de José María Heredia y Heredia es nada menos que el padre de las letras toluqueñas. Pues fue absolutamente todo en los pocos años que vivió, 35 años, cinco meses y 7 días, fue director del Instituto Literario de Toluca, fue juez de tribunal de justicia, editor y crítico literario, poeta y periodista, en fin, múltiples cualidades entre las cuales destaca su deseo de democracia, libertad y justicia social para los mexicanos. Así como sufrió el exilio por desear desde México la libertad de Cuba ante el imperio español.

De ello, reflexionamos al leer los párrafos de Margarita sobre los callejones antiguos de esta ciudad que tiene en el baúl de sus recuerdos otros miles de ellos, a condición que la estudiemos e investiguemos con el corazón en la mano. Es decir, con el cariño y amor que Margarita García Luna le tuvo por decenas de años. Seguir la geografía de los callejones famosos: Por el norte, Toluca llegaba hasta la calle de Pedro Cortés, atrás del templo de El Carmen, y se encontraban los barrios de San Luis, San Miguel del Cóporo, de Santa Bárbara, de Zopilocalco, de San Juan, del Árbol de las Manitas, de Huitzila y de Tlacopa. Hoy recorrer tales callejones y barrios no es fácil, de los más de 25 mil habitantes que tenía la ciudad hoy es un gigante a un poco más de cien años, porque cierto, espanta saber que andamos sobre el millón de habitantes en sólo un poco más de un siglo. Ciudad pequeña y bella. Ciudad que era monasterio religioso al caer las 20 horas y que la noche con su nocturna sombra mandaba a los vecinos a dormir. Fama tuvo Toluca en muchas décadas del siglo XX como un convento que al caer el crepúsculo se iba a dormir. Hoy es otra cosa por la presencia de cientos de miles que desde fuera le han venido a cambiar sus rutinas de vida.

Concluyo citando a Margarita: Por el año de 1900, Toluca se extendía más hacia el oriente, pues llegaba hasta la estación de Ferrocarril Nacional de México. La estación se unía a la Plaza de los Mártires por medio de la avenida Independencia, que era la mayor extensión durante estos años y en la que se levantaron un considerable número de casas después de la inauguración de la vía férrea que unía a las ciudades de México y Toluca.

Tanto que leer de lo que cuenta la Cronista de Toluca, tarea que se ha de gozar y he gozado.