Los derechos humanos de los menos libres y los menos iguales

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Eduardo Galeano afirmó con respecto al tema de la Declaración Universal: “Todos tenemos derecho a  transitar libremente, afirma el artículo 13. Entrar es otra cosa. Las puertas de los países ricos se cierran en las narices de los millones de fugitivos que peregrinan del sur al norte y del este al oeste… Unos cuantos mueren en el intento, pero otros consiguen colarse por debajo de la puerta. Una vez adentro, en el paraíso prometido, ellos son los menos libres y los menos iguales”.

Hoy, a casi 70 años de proclamada la Declaración Universal de los Derechos Humanos y pese a que se trata de un documento constantemente citado y adulado, no están haciendo eco en la sociedad las acciones que éste demanda; el documento en sí es loable pues el reconocimiento de los derechos del hombre es per se un acto humanitario, quizá son los años los que han desgastado las palabras o las sociedades las que se han modificado, pues tenemos una identidad malherida, no es fácil lograr una participación comprometida, existe un individualismo potenciado, violencia, desconfianza y escepticismo.

Ante este panorama, estoy convencida de que es necesario resignificar los derechos humanos, para que éstos sean coherentes con la diversidad cultural y la interacción entre las múltiples formas de ver el mundo; debemos responder a las expectativas de la sociedad, que sean más emblemáticos, extenderlos, asumirlos y propiciar que la gente se apropie de ellos, así como retomar temas que se han dejado de lado. Solo así podremos restituir la confianza en las instituciones y el reconocimiento entre seres semejantes de una misma sociedad.

El desafió es armonizar y proteger las relaciones entre los mexiquenses, reconstruir los derechos humanos a la luz de una realidad nacional y mundial diferente y a la que hoy nos toca hacerle frente. La convicción es que la población se sienta reivindicada y reparada en sus derechos, promover y abrir espacios de integración y participación desde el compromiso de hablar y escuchamos. “La palabra no es para encubrir la verdad, sino para decirla”,  advirtió José Martí.